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Yo soy mía (Saga No soy de nadie)

Capítulo 4 Emociones fuera de juego

Palabras:1460    |    Actualizado en: 08/05/2024

a Leo

s de la familia siempre me dieron asco. Lo único que realmente me importaba era mi trabajo como Ginecoobstetra en un h

cedencia hasta que, hace dos

fesional admirado y querido por todos mis paci

sobre todo, de Basima. Ella es demasiado perfecta para caer en las garras de alguno de ellos. Lo que más me llama la atención

asustada. Aunque quiere parecer valiente, las lágrimas empañan sus ojos colo

rá alguna vez a ver a su madre? —insiste

—le indico s

n par de esposas relucientes. Para poder

quiere

que me has entend

as esconde las mano

y ordenando. Acuéstate en la cama y c

a apoderarse

por f

lágrimas que tanto ha inte

alta voz para conv

las esposas. Suenan al chocar entre sí porque estoy temblando. Actúo como un

ana enrejada. No sé si pretende montar una escena con much

ita con el viento que se cuela

. Esto no me suceder

agarre de mis manos. No protesta por los arañazos que le produ

la como una niña malcr

a. Aprieto a la muchacha contra mí, tratando de calmarla,

ula en mi carne. Mi sangre corre desde la

r. No estoy haciéndole frente a una mujer, sino a un

r! ¡ Suéltame,

para hablar, me ha dejado libre—. Podr

y le obligo a colocar uno de los brazos por detrás de la espalda. Lo estiro

go, no lo hace de una forma lógica, sino como cu

me ha dejado la chica en la palma de la

e sutura. Me dejará una enorme cicatriz

s. Coser a otras personas, para mí, es algo sencil

na. —Basima se hace la importante aunque no deja de mira

ato de sonreír para poner una

erente a un secuestrador y un vi

sible que esta mujer conozca mi pasado, pero mi presente es muy d

po demasiado común. Ningún hombre, en su sano juicio, se sentiría atraído por mí. Es eso l

ha recuperado su seguridad. H

te he di

se, sería una

res poderosos de Arabia no se peleaban entre sí para casarse conmigo y, así, tener una bendecida descendencia. Amira era la heredera de la profecía. No yo. M

¡No lo lograrás! No eres una víctima de mis palabras, sino de ti misma. Eres tú quien ha

a la defensiva aunque se le h

iando los movimientos de sus habitantes durante meses. No ha

de mujeres? ¿Sabes que fui violada de una forma cruel y salvaje durante varios días? ¿También sabes que los traumas me p

egras bajo sus ojos café opacan la piel bronceada. Loca es lo que parece cuando levanta, con orgullo, la nariz respingada, y me señala con su único dedo índice libre. Loca es l

de mi camisa. Tengo que terminar con esta escena cuanto

e haría dañ

que ella

í de nuestro hogar, de la familia? ¿No nos has arrastrado por los campos e

aven en mi interior. Ella tiene razón, pero no puedo dárse

rlo contigo dando vueltas alrededor, buscando una manera de escaparte de mí. Afuera de la casa, están mis hombres, los mismos hom

hacia ella con las emo

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