Amor en el infierno
, blusas o camisetas, también zapatillas y mi pelo alborotado sobre los hombros, muy informal, distinta a la Cristina que tocaba el trombón con m
s caderas, las posaderas redondas y los pechos desbordándose por el escote, igual a globos. Siempre fue un enamorado de mi busto. Es lo que m
lamar cuando sele
trato de la represa de Huanipaca-, me dijo ella, siempre
ontrato, que los números no
sorcio de Sudamérica, pero era muy amigo de Donatello y se valía de eso para seguir haciendo sus negocios turbios. No tenía pruebas pero yo estaba segura que había engañado y estafado a mi marido en infinidad de ocasiones, aprovech
ina, es el cuarto contrato que
de mi esposo, pero no lo ha
za de los cuartos. -¿Hace qué tiempo que no vienen las niñas?-, me pregunt
siquiera vinieron para el ent
una relación que tenía con Manoel, el cant
ezó a salir con otras mujeres. Nunca supe por qué. Yo le daba todo, me esmeraba para atenderlo, lo mimaba, era mi rey y sin embargo me traicionaba. Una empleada del
uso ir a la cama-, me dijo, de golpe, en form
o que le dije que -los hombres son
ntes, tres mujerzuelas-, volvió a m
mantes acaramelado y hasta en la intimidad. Las amantes eran muy amigas de
s niñas dormían y solo estaban en la casa el personal de seguridad. Él me miró despectivo, arru
insultarme. Él fue a dormir al cuarto de huéspedes y
Él me gustaba, y mucho. Muy guapo, alto, fornido y encantador. Me maravillaban sus ojos, repleto de fulgores, dominadores y
va antes que despierten. Ellas están seguras que no pasa nada en la casa
iba de maravillas entre nosotros y no era cierto. Donatello seguía vié
su forma de ser tan dominante, dueño del mundo, altivo, egoísta y orgulloso, estaba seguro que yo seguía ren
, de matarse. Porque para ellas
rdad-, me dijo Manoel ya c
molarme-, le dije. Fue una decisión muy estúpida p
e los parlantes?-, m
sipar mis recuerdos, ten listo el usb
ky, las chicas llegan con Sansón, a las
es terrible-
da, muy hermosa y encantadora. Donatello la contrató para protegerme porque había recibido amenazas de que me iban a secuestrar. Eso fue cuando las ni
r a las chicas. ¿Sansón? es el perro de ellas, de mis hijas. En realidad era mío, pero cuando se fueron de la casa, se lo llevaron. Aún quedaban
o dejaron, después de acomodar las almohadas,