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Contagio de amor

Capítulo 2 II

Palabras:1529    |    Actualizado en: 31/03/2024

clientes están furiosos-, me contó Damián, qu

fui irónica, mientras subía de prisa, taconeando mis botas, mis manos h

a de las cocineras. Tenía el turno de la tarde, recié

aber cuarentena-,

e y sin mangas, pantimedias, zapatos oscuros con taco alto, una correa también oscura, con una hebilla y el logo del hotel y un

?-, pregunté mientra

rcia de ponerse su mandil y amarrarse las redecillas

u casa por cuarenta días?-, tomé a

si tenía pelusitas y si mis zapatos estaban bien lustrados. -Los huéspedes están m

ista de Estados Unidos. Llevaba ya dos semanas alojado en el hotel, junto a su mujer, celebrando sus cincuenta años de matrimonio. Había e

, míster Bosley-, se me ocurrió decir, disculpan

jo él en perfecto ca

hotel bar, Mr. Brandon will gladly assist you-, lo invi

es usted una mujer m

el hotel y él ya llevaba trabajando tres años. Le consultaba de todo y siempre nos veíamos en el almuerzo. Muy divertido, locuaz, d

os vellos que emergían en sus manos y pechos, que yo lo besé primero je je je. Eso fue cuando terminaba

que lo pensaba, ,lo deseaba y ansiaba sus labios porque quería probar sus besos con locura y vehemencia. Y esa tarde estaba delicioso con su barba bien cortadita, las mejillas coloradas, m

pués empezó a disfrutarme embeles

n sus besos y caricias, gozando con mi piel lozana y tersa. Yo gemía y sollozaba prendada a él, mientras recorría mis sinuosas carreteras una y otra

ordilleras, mis enormes redondeces bien cinceladas, apetitosas y firmes que me adornan y me hizo suya con ímpetu, con mucha fuerza, t

s pelos, presa de la emoción, parpadeando con insistencia, sintiéndome eclipsada mientras él avanzaba im

a y otra vez, llevándome, literalmente, hasta el delirio, extraviada entre muchas luces y colores, hasta quedar sin fuerzas,

la cuarta vez que estuvimos juntos, después

ando me lo confesó, esa noche, después de haberme hec

guntaste-, son

de su vida privada. No le había dicho nada tampoco a mis compañ

e cambiaba apurada, sintiéndome turbada y muy tonta y él

ates, flores, discos de música, me prometía los fulgores de los destellos, divorciarse incluso, pero siempr

edor, al lado de los ascensores, la piscina o la terraza. Con Nataniel, Julissa y Jeanette nos damos abasto cubriendo los diez pisos que tiene el

tante en organizar cursillos de diferentes idiomas para todo el personal del hotel, con mayor énfasis a la recepcionista y las azafatas. Sin embargo, el

de su idioma, gracias al internet. Se me ha hecho costumbre. No soy experta, pe

me detuvo enfrente y mirándome a los ojos con el poder de un hipnotista me dijo textualmente

mente para darle clcik al idioma con que me estaba hablan

, miss Lisseth sizga dollar sotish bilan shug'ul

ntó y qué le dijiste?-,

é donde Lisseth-, arrugué m

a es?-, se in

bekistán-, me se

z, esaidazu non dagoen igerilekua-, me abordó un hombre de edad, con un sombrero inmenso y los bi

ako krema, bero handia egiten du-, le hice un ges

a es?-, se a

dije sonrie

o?-, quedó ell

al, tuve que meterme al internet je je je. Ya sabes, el que no llor

llorona-, estalló

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