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Tómame

Capítulo 3 Las condiciones

Palabras:1568    |    Actualizado en: 16/03/2024

rinc

crees que e

la decisión. Nadie me preguntó a mi, que era la que estaría bajo

o cambiaría el curso de nada pero

mos al responsable antes —prometía mi hermano de

to yo no sabía a dónde me había destinado mi padre. En esa noche yo aún

ando él estaba cerca. No podía pensar en nada cuando le tenía delante y no sabía que mi padre, mi propio padre que siemp

ntando un beso en mi mejilla —, nada de realeza por sus propiedades y har

as pero era mi padre...el maldito rey de Mónaco quien me pedía que obedeciera a un extraño solo p

eros cuando daban las doce de la noche. M

ntuflas, despeinada y sin maquillaje me

destino y sin embargo solo podía pensar en él, en el hombre que adoraba mirar desde la distancia. Una distancia de la que ahora me privaban. E

Me derretía en el calor de sus ojos cada vez que nos mirábamos. Una vez incluso sentí sus dedos jugar con la cinta d

. Ese día, allí, en medio de la corte le vi poderoso, viril y valeroso lo suficiente como para mirarme de arriba a abajo frente a todos y dejarme sin aliento al morderse

teza

ció su mano para que bajara,como dictaba el pr

en mi asiento al reconocer quien era el qu

a

mi piel. Su voz era un insulto para mi cordura y de pro

intervenido e

bría entregado a

mas rodillas, subió su otra mano a mi espalda y me alzó en sus brazos. Mis dedos se enredaron en su pelo rubio cuando me cargó fuera d

irarte así ves

rte que clave mis uñas en sus brazos y le oí gruñir cuando me acomodó en ellos y subimos por unas escaleras que me parecie

por dentro —. Vivirás aquí, conmigo. Saldrás a todos los sitios que yo pero nadie puede saber que eres tú y dormirás en mi cama así como te

dé imp

ba hasta la locura y que nunca podría tener. Él tampoco se fijaría en mi a menos que para jugar, y yo n

en tanto yo me empequeñecía ante su tamaño y tomó mi b

rteneces este tiempo y será como yo condicione todo. Sin más. Ahora ve al baño,

enturé a decir —. Soy una princes

ura, me alzó sin esfuerzo en el aire pegándome a una pared detrás de m

mi. Eres mía, Kathryn —sus carnosos labios me llamaron de

Sabía que Alfred era un macho muy sexual, lo conocía y había oído de sus hazañas y jugué con eso.

Si me deseas no debería estar aquí, en tu cama,

demasiado cerca de mi boca —, pe

uiero que

ían esferas llenas de vicios, deseos ocultos a punto de romper p

alteza...no sabrá gesti

. Estaba yendo más allá del límite y no iba a detenerme cuando por fin había reunido el valor para

e rectificó y resoplé dive

e esto si sabes qu

hacer todo lo que pudiera para tenerlo y no sé en qué punto esa pelota cayó en mi campo l

nerte en mi cama, aunq

pido que

is piernas en sus caderas —. Cu

ducha y me di cuenta cuando entré al baño a calmar mi calor, que desde cama me veía,

eseaba así. Quería enloquecer al hombre que se me era negad

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