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CEO e la mulher sexy

Capítulo 2 trabajarías con mi hijo

Palabras:1365    |    Actualizado en: 26/02/2024

postura una, dos veces. No parecía muy cómodo respondiéndome. — Mira, trabajarías con mi hijo. Y necesita una persona centrada, que esté realmente centrada en el trabajo. Res

vía no había almorzado, fue un buen día de mi parte. — ¿Noche ocupada anoche? Se adentró más en la habitación, mientras yo lo seguía. - Como siempre. Abrí la boca bostezando y me pasé las manos por la cara nuevamente, en un intento fallido de mantenerme un poco más disperso. —Estás disfrutando muy bien de la vida, ¿no? Mientras hablaba, sacó algunas prendas que estaban en el sofá a un lado. Eu tinha uma pessoa que trabalhava comigo na semana, e ela conseguia manter a casa muito bem organizada, mas a julgar pelo tipo de roupa que meu pai estava segurando, julguei que elas foram deixadas ali na noite passada, e pela mulher que dormia sobre a mi cama. — Fue el consejo que más escuché en los últimos años, decidí seguirlo. Mi padre tiró su ropa a un lado, acomodándose con postura impecable y mirándome de arriba abajo nuevamente. — Me gustaría hablar contigo vestida decentemente. — ¿Vienes a mi casa un sábado por la mañana y quieres preguntarme qué ropa llevo? Lo siento, pero me vas a hablar así o no hablaremos. Me tiré en el sofá junto a él, sentándome en una posición que me tenía frente a él. Puede que esté siendo un idiota, pero no dejaría que él dictara sus reglas en mi propia casa. — Dado que ese es el caso, iré directo al grano. Estuve fuera una semana, y ayer al regresar a la empresa descubrí que se había ido otra secretaria tuya. Dejó escapar un profundo suspiro cuando pronunció la última frase. Como si fuera culpa mía... Mi padre era el director general de una de las empresas constructoras más grandes del país. Y yo era su codirector, además de ingeniero. Había heredado la empresa de su padre y la había transformado en el imperio que era hoy, y eso lo enorgullecía mucho. Al menos eso es lo que siempre me dijo. — No es culpa mía si se encariñan conmigo y no pueden superarlo. —Es la quinta secretaria en cinco meses, Eduardo. ¿No puedes contenerte durante un mes? No fue culpa mía, si no pudieron resistir mi encanto, y cuando cedieron, pensaron que pasaríamos el resto de nuestras vidas juntos. Y nunca he engañado a ninguna mujer con propuestas de amor eterno. Sin mencionar que todas eran muy hermosas y atractivas, pero no eran buenas en sus servicios. Siempre encontré un defecto, o más de uno. — Todavía no he encontrado a nadie decente que trabaje conmigo. Y así... Antes de que pudiera completar mi frase, fuimos interrumpidos por una voz astut

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