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Un trato con el diablo

Capítulo 2 ERES MIA BLAKE

Palabras:2153    |    Actualizado en: 31/01/2024

Es lo únic

ma negra y acercarse al único espacio de luz dentro de la habitación. — Sabes…

s y más se iba cerrando, mi respiración se volvió errát

asa si n

enganza, tu novio te engaño con alguien más, l

te un poco

que nuestra relación se

ucho, pero aun así te ayud

ón. — Lo que yo quiero es que nunca se olvide de mi, quiero que sufra por no

Pero él comienza a olfatearme como si fuese un perro. — Eres diferente

¿Harás lo q

o, pero ya sabes c

álido y suave, creando un contraste desconcertante con la imagen temible que normalmente asociaría con una entidad infernal. Mi piel se erizó p

laba con la curiosidad mientras observaba sus ojos rojos brillantes y la expresión intrigante en su rostro. Cautivada por la

asta mi cintura, atrayéndome hacia su cuerpo con una fuerza magnética irresistible. Un calor embriagad

toda lógica. La paradoja de la situación no se perdía en mí; estaba besando al mismísimo diablo, un

sus labios era una provocación, una indulgencia en lo desconocido. La razón parecía desvanecers

cómplices de un juego peligroso. La contradicción entre el peligro que representaba y la atracción

ieran ante la irresistible tentación del diablo. En ese instante efímero, las reglas parecían desmoronars

. — susurre sob

hay vuel

s brazos, entrelazo mis piernas para ev

, estoy un poco go

mis labios. — Eso para mi no es un problem

or encima de su pantalón se podía sentir lo gruesa y grande que era su verga

… — mu

lo. — Soy yo quien te va a coger, vas a sentir el infierno

. Tomé su mano con determinación, guiándolo a través de los silenciosos pasillos de la biblioteca.

ola de anticipación fluyó entre nosotros. La luz de la luna se derramaba en la estancia, creando sombras danzantes qu

e giré sobre mis talones para enfrentarlo, y en ese momento, sus ojos, con ese toque diabólico, se enc

ción. Era el diablo mismo quien tejía sus encantos, y yo me sentía atraída por el imán de su d

sobre los hombros y lo deje caer, dejando ver la

— El rojo es mi color favori

. Lo vi desnudarse y su piel blanquecina relucio gracias a la lus de la luna, justo en este

eantes de pasión, no se apartaban de los míos. Sentí un escalofrío recorrer mi espalda mientras sus ca

abitación se transformó en un escenario íntimo donde la lujuria y el deseo danzaban al compás de una melodía s

a intensidad del momento, una manifestación física de la pasión que nos envolvía. Éramos dos almas inmersas en un torbe

elirio de la unión. La pasión ardiente se convirtió en una llama que iluminaba la oscuridad de la ha

año nuev

da, ¿Acaso todo fue un sueño? miro por toda mi habitación y no

uando el timbre de m

bana que cubría cae al suelo revelando

Ya

la noche anterior y r

, tomo el pomo de la puerta y la abro de golpe. — ¿Acaso no s

Señala dentro de

a un lado dejándolo pas

o de haberte hecho todo eso, no sé realmente en que estaba pensando, soy un idiota y no debi deja

stin aquí, hacía que mi corazón latiera con fuerza y estaba a na

a, el desayuno

cocina. Toda mi piel se erizo al escuchar

in notablemente enojado. — Blake, rom

na en direcció

r que siguiera aquella dirección, pero fu

bía que tenía

eres? — Soltó Just

o algunos me llaman, belcebú, diablo, chamuco, lucifer.

ra para verm

Me pregunto. — Échalo de aquí, n

i. — porque hasta donde sé tu ya no eres s

me guiña

noche, de hecho eran de un café claro. su piel seguía siendo tan blanca como

r favor dano

edo sacar de mi cabeza, cada segundo pienso en ti y

án unos mi

rada al diablo, quien

uí? — Hablo cuando Jus

darte que tu

o sueño, y que hoy sería un dí

ecidiste invocarme sabía

ando como una mujer dolida, lo que

lo se c

odo si decidiste hacerlo conmigo, debe

aces “Samael”? — Hago un

? — repite

o es tu

i nombre.

para que pueda h

supone que

para ir con Justin, pero justo al darme

ota de tu ex. — Da un paso hacia

ete a nosotros. — Vuelvo a dar un paso h

cia adelante, pero esta vez no tuve escapatoria, el mesón de la cocina intervenía en mi cami

me pega a su cuerpo. Nuestros cuerpos nuevamente comienzan a ard

ahora Blake,

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