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Ella Es Mí Mussa

Capítulo 3 Capitulo 3

Palabras:3683    |    Actualizado en: 27/10/2023

OG

como él esperaba. Graham la observó de

oyó la mejilla contra ella. Imogene cerró los ojos para entregarse a la simple alegría del reencuentro. ¡Dios Santo! T

rrara a mí de

l momento. Observó la escena como un voyeur, a

do más de menos a la otra —coment

nco, soltó a Terra

le… ¿aq-quí es-s

regunta—. ¿Es posible que me estuviera esperando? —inquir

entira—. Sí, bueno, Terra y yo somos inseparables. Llevamos cinco años juntas y, s

erte de que su dueña sea

frío. —La idea que lo hiciera

bien

mo que no soy de las que se contenta quedándo

iera, tuviera un accidente? —Él trató de mantener la voz controlada, per

a menudo, milord. Mi resp

con la aprobación y el consentimiento del señor Hargreave. Siempre se lo notifico al señor Jacks, el administrador, para que pueda controlar las dos horas

o se le ocurriera salir a montar sola, pero ¿cómo demonios iba a

lo miró con los

uede decir que tiene controlados todos los peligros inesperados que pueden surgir. —

ó ella con la cara roja—. Eso es cierto. Por desgracia, es algo que ha quedado pat

e ha resultado

luntariamente al peligr

qué pasa con los que

r dolor a ninguna de las

lo haga — replicó ella. Su voz se hizo cada vez más suave mientras seguía mir

tocado una fibra sensible

entrelazados pasaron de nuevo por su cabeza. Estaba seguro de que estab

añadiendo un

rden. Graham tragó con fuerza al verlo. Ella era perfecta para él, su aceptación, s

eaban con motas doradas, verdes y ámbar. Lo mismo ocurría con su pelo; no era realmente castaño, sino que la luz lo hacía brillar con mil matices. Q

s ya. Quería a Imogene en su cama,

cuosa cuando alzó los ojos haci

l ser obligada a volver a recordar aquellos momentos dolorosos, y sabiendo

vista de pies a cabeza. Estaba vestida con ropa de montar. La chaqueta se ceñía

ro conocerla…

o que sus pechos se elevara

¡Maldito decoro! —La frustración de no poder actuar lo obligó a despedirse y dejarla con su caballo. Sería mej

ocado tanta angustia. ¿Podría por favor perdonarme?

más, pero se mantuvo en silencio. Una ráfaga de aire otoñal azotó los establos en ese momento, jugando con el pelo de ella. La frialdad del aire

darse la vuelta y alejarse de los establos. «Que Dios me ayude para s

a fusta sin piedad los tallos que surgían ante él. Llegó a tiempo para verla a tr

leyó el mismo pasaje en el libro una y otra vez,

egresó. La observó hacerle una señal al señor Jacks, info

ras la veía galopar por el camino,

e de las limitaciones qu

bos entendían las reglas.

en sus brazos, y sus labios conocerían los de ella. Comenzó a esbozar un

sentada con su familia era su único objetivo y lo degustaba agradecido. El sermón del pastor era un zumbido aburrido y condescendiente, a

jóvenes. La joven pareció aceptar la invitación con gracia, y siguió conversando con facilidad con su nueva amiga. Jules y Hargreave lo captaban todo, al parecer, con gran div

lla. «Sigue hablándole, Elle», rogó para sus adentros. Po

ave y Jules se mostr

argreave lo suficientemente f

a ella, muchacho

go —canturreó Hargreave. Lo

y los miró por

all

yron-Cole, es un placer

itarle era divertido, pero él quer

e! ¿Me haría el honor de

una carcajada tan ruidosa que la gente que los rodeaba come

ién y se volvió para

, observó todo

ellos idiotas y pensó con

ñor Hargreave se ríen como si fueran escolares

dió, movien

yron-Cole, su comport

n unos idiotas insensibles. —Se inclinó ante ella—. Seño

en él eran suficientes. El sonido de su voz ronca era una completa contradicción con su excelente forma física, y resultaba

brero, se alejó de las jóvenes y regresó al luga

acia él boquiabierto y con una mirada de sorpresa. Jules y Hargreave estallaron en un nuevo ataque de risa ante esa última humillación. Él hizo una mueca, se llevó la mano a la

es le dio una cariñosa

is convencido a la sociedad de que sois personas responsables, así como a vuestras mujeres. No volváis a hacerlo. —Gra

. —Jules hizo una pausa, pe

rendo. ¿Cómo se te ocurre, Graham? — Jules y Harg

asado; será la única manera

a quedarte después de la boda de Jules? Por favor, considera la po

después de año nuevo. Y acabo de recordar que conozco a

no de los dos. Habéis hecho v

ándoos tal paliza que vuestras esposas

je de Imogene, Graham

manilla de la puerta e imaginó que era su piel desnuda lo que tocaba. Siempre le habían di

ce y se sentía agitado. Realmente necesitaba tener cierto control sobre sus reacciones. Su imaginación —y su sexo— ten

ó a presentarl

a mis primos: Timothy Wilton y su

ios en Cambridge. Os presentaré a mi hermano, Colin Everley. Está ahora en el

gracias antes de acompañar

lo, sonrió a la bella Imo

olvía la sonrisa, provocando una

humor que esta mañana

a, manteniendo a propós

quet, señorita Byron

ero me han acusado de ser

on mi primo o con Hargreave en el transcurso del juego,

ntes sus comentarios por la f

acto, milord. Le prometo

do de su risa. Valió la pena el desas

la pena —aseguró ella, mientras la

golpear la bola con habilidad, riéndose y flotando sobre la hierba, con el cabello dorado oscuro agitado por el viento, sus sonrisas de diversión. Para él, era u

resiona que hayas ganado su lealtad con tanta rapi

primo hizo una mueca de dolor—. Es preciosa —continuó a pesar del apretón—, perfecta para ti. Así que e

ebrantables. Es como si estuviera destinado a ser o, ¿por qué no?, me a

cudió la

, pero mentiría. Sin embargo, lo harás bien. Tienes la

o has conseguido c

ole un baile —repuso

consejo? Sé completamente sincero con ella y declárate pronto. Sospecho que la señorita Byron-Cole agradecerá un poco de sinceridad en su vida. No esperes demasiado. Si no te dec

u corazón se detuviera al pensar e

mo Elle invitaba a Imogene a

ía—. Pasaremos por Wilton Court a las diez. —Imo

volvió h

onas más amables y dulces

que está hacien

con tristeza a

así, y sé que

nal para que ambos primos siguieran conversando. Demasiados rec

lo enten

namorado de ti —le su

l cosa? Apenas me conoce. —Imogene se sorprendió por la sinceridad de su amiga

o abrazaba una emoción,

da igual el tiempo, ese hombre está ena

has estado en el baile, Jocelyn. Por ci

por alto la ú

cenar en casa. A Jules, a su

to se convertirá en tu cuña

ar la conversación—. ¿Q

hablando de lord Rothval

podía hablar, así que se limitó a ase

de que somos buenas amigas. Me habló del baile, de cómo habías llevado al cordero. Imoge

has dicho

ustó oírlo, creo. —Jocelyn la miraba con sufic

¿

el verde. A él

son colo

celyn. No está bien. No quiero q

tarde para eso. —Joce

iraras, te lo encontrarías mirándote la espalda mientras habl

momento?». Imogene levant

iciera pensar que podría querer ser algo más. —Bajó los ojos—. Maña

oportunidad que tienes mañana para conocerlo

as de Jocelyn. ¿Estaría r

día llegar a amarlo? Tenía que admitir que, solo con pens

cia todo lo posible. Se encontró con que las ganas de estar con ella eran más fue

os juegos. Me atrevería a decir que la conspiración contra el señor Everley y e

de Imogene hizo patente

duda está poseída por un di

señorita Byron-Cole» de

rio de

masiado largo y tengo ganas de montar mañana, señor Rot

ue ella le hubiera pedido que l

e, yo también te

to, querida y h

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