La alfa DANNA, reina de los lobos sin humanidad
a mientras miraba directamente
ce nada, caí en una trampa, por favo
o alfa de alfas, también debía mantener el respeto y la autoridad entre su manada. Lo que ella había hecho no podía ser ignorado ni pe
olocó a su espalda y rasgó su camis
el ardor insoportable en cada azote. Decidió tragarse su dolor y, a partir del segundo latigazo, levantó un poco la mirada y vio a Gin riendo c
Ofelia, que cure sus heri
Eros y le dio unos
ramos que cumplas con la manada -al decir eso,
omega, salió corriendo a su cuarto y buscó algunos ungüentos medicinales. Luego caminó con premura a la habitación, y uno de los hombres la dejó entrar. Al ver a la
esta crueldad -mientras expandía la crema, rozó la barriga de Dan
abrió los ojos y escu
é di
con un brillo en l
o vas a tene
e estar pasando, no puedo te
ar que iba a tener un cachorro, empezó a saltar de alegría
orporarse, pudo notar que el dolor había cedido un poco, allí supo que e
un alma noble, júrame que nadie se va a enterar, por favor, la v
respetaré
a Danna en sus brazos, tratando de consolarla
vez: "¿Por qué le hicieron esto? ¿Qué les hice yo para
desespero cuando sintió un dolor inmenso en su marca, un
edé suelta un gruñido de dolor y se acost
lágrimas fluían por sus mejillas mientras sentía cómo su bebé se agitaba dentro de su vientre, como si
re, buscando alguna forma de proteger
no permitas que mi bebé sufra y ayúdame a escapar de esta ma
ecesario para calmar a su hijo. Se acurrucó en s
mento en sus manos. Danna estaba mirando por la ventana, pero giró la cabeza al escu
untó Ofelia mientras se acercaba
la mansión? -pregunta
n andaba regando por los pasillos. Danna, al notar el
ia, no te qu
que el alfa marcó
e enteré. ¿Qué más sabes? -pr
por el bien del bebé -ofrece Ofe
gilancia de la mansión. Eros no ha vuelto a su habitación, y ella
importaba. Herida, quitó todas las sábanas de la cama y las picó en tres partes. Empezó a amarrarlas con todas sus fuerzas. Amarró la cuerda que hizo a la cama y, en el momento del cambio de hombres de segurid
és de varios bocados de aire y ver a los hombres distraídos, salió corriendo con toda su fuerza. Los
entía que no daba más. Finalmente, llegó a la orilla de un río y le cedió el control a Danna, quien se arrodilló agotada, con los pie
que quieras, aceptaré cualquier condición que me p