El CEO Olvidado
1 – "Vamo
ic
desnuda y no podía dejar de temblar, lo hacía de miedo y de frío, pero más de miedo, pues estaba aterrada y desorientada. Otra vez le ordené a mis ojos abrirse y a mis piernas moverse, pero ninguno de los dos me obedeció, tampoco mis brazos, ni siquiera los dedos de las man
he y ve llamando al
stá
stá, pero al
de noche. Solo que llovía y hacía frío. Recosté mi cabeza en su pecho, por algún motivo me se
u
aba a comer, no lo hacía. Pasaba pendiente al teléfono, tenía a mis hombres peinando cada rincón del
a aconsejarme mi amigo, y mi
ansaré cuando re
sar en tus hijos, ellos te ne
e estoy un poco ausente, per
jamás, lo sabes bien, si tú estás sufriendo, imagínate el
siempre donde clavarme el puña
s el beso de las buenas noches que se
azón, iré
r mí beso de buenas noches de manera ansiosa, ellos dormían plácidamente, estaban ajenos a lo que su
raba la familia que había formado con Alicia, la mujer que amaba con locura y me había dado esos dos seres tan maravillosos como lo era ella. Me senté al borde de la cama de Tiara, mi ni*ña be
o vuelve mami?
año mucho, pero no te preocup
í ni*ño, pero no me quedaba otra alternativa ya que no tenía
ante él, así que le arropé y abandoné la habitación.
eo que la
mientras me secaba las lágri
cos creen habe
ella Renzo
rme el hombro varias veces para que me calmara y dejara de gritarle a David, el chofer, que acelerara. Al llegar al lugar, mis hombres, unos 6, estaban formando un círculo muy amplio y en
que no la h
fue muy claro
llí estaba Alicia, recostada en el pavimento mojado y rec
ataré a
forma enajenada, hasta que R
ka c
voy a
el rostro con ambas
quería desquitarme con alguien los días de an
arlos - seg
uka, primero encárg
vidado por un segundo, volteé y la v
es había logrado calmarme - primero encárgate
dome, con sus ojos llenos de lágrimas, hicieron que mi corazón se estrujara al punto de dolerme. Me acerqué a ella, la escuche sollozar, me quit
he y ve llamando al
stá
stá, pero al
ospital que está a cinco min
enes
enía a Renzo que siempre encontraba la solución p
í lo más que pude. Estaba inconsciente pero podía oírla sollozar. La miré, estaba casi irreconocible, su cara inflamada, sus ojos de tan hinchados los tenía cerrados, tenía un profundo co
n apagado quejido, eso estrujaba mi corazón, ya quería que me contara todo para poder ejercer justicia con mis
sintiera, que sintiera que estaba otra vez a salvo en mis bra
a volverá a pasarte, te lo juro. Los ni*ños te espe
el chofer, no quitaba los ojos del espejo retrovisor, me observaba, en silencio, pero intensamente. Creo que nunca me había visto tan afecta
s al hosp
toda prisa y me abrió la puerta. Bajé con Alicia
que nos recibiera de inmediato y le pidió a otra que contactar
ostaron en la cama. Lógicamente poco les impo
tranquilos y cuénteme a mí q