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La Familia (El Rey Roto)

La Familia (El Rey Roto)

Autor: Mystisk
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Capítulo 1 TRAICIÓN

Palabras:1911    |    Actualizado en: 30/07/2023

Italia, O

o por nadie. Se atajó bajo las sombras que producía la oscura noche, apoyó la espalda contra la pared lateral del Palacio San Giorgio y encendió un cigarrillo iluminando apenas su rostro

en los huesos que ahí era donde se encon

de su padre siempre que salían juntos a cazar "justicieros" como él los llamaba. Su progenitor no tuvo tanta suerte;

vez por todas, entonces y solo entonces, podría cumplir con la promes

contó que cada solsticio su humilde local se llenaba de jóvenes y entusiastas extranjeros que visitan sin falta la Iglesia de Nostra Signora del Monte y la Villa Imperiale. También

ciedad tenía en este lugar su base de operaciones, los extranjeros que llegab

erse del frío y comprobó las dos dagas que llevaba en los bolsillos laterales, así como ambas 9mm que portaba bajo los brazo

igilarlos desde una distancia prudente. Luego de hacer varias compras en Venecia, viajaron e

erse de forma sigilosa, después de todo para eso fue entrenado toda su vida.

la bendición antes de irse. Lucian tuvo que tragarse las ganas de cortarle la cabeza al clérigo por su hipocresía. "No matarás" dice su libro s

guía. Por suerte para él conocía el terreno y había pocas callejuelas como para perderlos, en realidad, el único lugar al que llevaba el sendero de piedra er

rvar a través de las ventanas del salón principal sin ser visto. Adentro había por lo menos doscientos invitados, la mayoría

i giustizia" en persona. El bas

cándole arcadas, sus ojos; dos esmeraldas verdes, se iluminaron con la fría y oscura promesa de venganza en su forma más natural. No podía atacar allí dentro, sería un suicidio con ta

tamiento en el que perdieron a dos de sus mejores hombres, se vio incapaz de pedirles que volvieran al campo de batalla tan pronto. Podían ser soldados, pe

e él no

tro noventa y ocho de altura y sus buenos noventa y seis kilogramos de peso, su andar era tan silencioso como el de un jaguar en mitad de la selva. Años de entrenamiento le enseñaron a moverse sin ser de

uando el casi imperceptible sonido de las hojas al romperse a sus

os alrededores con la mirada. -¿Cómo me encontraste? -Inqui

o. -Respondió e

. No estaba dispuesto a poner en r

eno...

sus pobladas cejas. Su hermano actuaba de forma extraña, parecía demasiado tranquilo

voz del Master a sus espaldas, c

o a su hermano menor. Los ojos se le

n mil años. ¡Termine con la guerra

apretadas en puños y las venas del cuello y frente palpitando con fuer

orgullo convencido de sus palabras. -Tu cabeza a cambio d

do, pero por el infierno y todos sus demonios que no iba a morir sin pelear, antes de pre

o esquivó el golpe dando un giro que le permitió tomar al tipo por detrás rodeando su garganta con un brazo. Uso el cuerpo del bastardo como escudo cuando otro par se arrojó contra él, disparando desde dos direcciones diferen

da buscó el arma del cual provenían las balas y a pesar de lo que ya sabía le sorprendió ver el dedo de su hermano en el gatillo. Sus armas ca

o se intensificó cuando una bala más se hundió entre sus costillas pasando por milímetros a un lado de su corazón, sintió la calidez de su propia sangre brotando p

o último que vio mientras sus ojos verdes se cerraban; fue la sonris

cuatro paredes que lo contenían y las ratas que se escabullían por doquier. Sus heridas habían sido curadas y tenía el cuerpo entumecido. Trato

hermano. Ese al que cuido y protegió cuando sus padres murieron. Ese que de pequeño lo seguía a todos lados y lo miraba como si fuera su superhéroe. ¿Qué iba

en la pared a sus espaldas, justo encima de su cabeza. – ¡NO! –

ón. Sus captores lo habían mantenido con vida,

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