El sueño del daimon
tiverio dentro de la tribu. Yerutí, al sentir el impacto del líquido sobre s
ó su hermano, abriendo los oj
Yerutí, mientras sacudí
que los humanos la mutilaran a ella y a su hermano para evitar que pudiesen escapar. Vagamente recordaba aquel fatídico día en que fueron arrancados
vajes", ordenó que cortaran sus alas. El dolor fue tan intenso que ambos niños estuvieron inconscientes por días, pero lograr
hombre cruel y sanguinario de fuerza descomunal. Sus pasatiempos era apreciar los duelos de daimones, humillar a los más débi
en sus periodos de caza, ya que los usaba como cebo para atraer a las bestias o derro
osara desafiar ese gran poder. Y es que el chamán era el único humano que podía controlar a los espíritus naturales a su antojo, siendo su misión controlar a los daimones en cautiverio, curar enfermedades o
os de combate. Pero la arena se encontraba protegida por grandes bloques de p
tendrían ninguna posibilidad de sobrevivir sin sus alas. La vida de la selva Guaraní se les iba olvid
traídos de tierras lejanas. Esta era una rutina diaria, ya que el líder de la tribu era el encargado de seleccionar a la pareja de daimones que lucharían en el duelo de combate. De esa forma, el
aba su propia seguridad, entonces entregaba a su hermano una pequeña piedra con el cual podría liberarse momentáneamente. Cuando esto sucedía, el cacique solo lo mandab
ará esta vez? – p
pero que no sea Ara
lgo? – preg
lvíd
s que lo miraban temblorosos. Al final, mostró su maquiavélica sonrisa y extendió su dedo directo hacia Arandú. Su hermana tragó saliva ya que sabía que, una vez que el cacique señalaba a a
ñaban al cacique levantaron sus
ido! ¡Que comience
entro de su territorio. Ahí mismo, colocaron las piedras controladas por el chamán para formar
había sacrificado en el pasado. Como de costumbre, el chamán realizó el ritual de las piedras, pronunció las palabras adecuadas e invocó a los espíritus de las r
e levantó la mano en dirección al cielo y toda la tribu dejó de murmurar entre s
sto – dijo Yerutí,
, acercándose a ella para da
do el golpe ágilmente y logrando que los es
icada – respondió el joven d
quivar a su hermano - ¿Es que no recuerdas nuestras vidas en la selv
azo en la cara tras la distracción de Yerutí - ¿Qué sentido
mago de Arandú. Éste perdió el aire y se estrelló contra una de
eraba que Arandú se recuperara del golpe – puedo derrotarte en un se
edo hacer eso!
e desde hace tiempo fueron mantenidos en la tribu de los humanos como animales de entretenimiento. Y esto se notaba en los cambios de sus cuerpos. A pesar de que sus alas no crecieron, sus cuernos sí y ya superaban el doble de tamaño de sus cabez
ero no la atacó - ¿Sabes que siempre te he odiado? – siguió Yerutí, sin dejar de atacar y pensando en provocarlo para que despabilara y la atacara - ¡Si no fuera por ti, nada de esto habría
se sintió culpable por lo de aquel día y, al escuchar las palabras hirient
eran atacados por una tribu enemiga. El cacique desvió la mirada hacia los pedidos de
ní, extendiendo los brazos - ¡L
!?! – gritaron la
s guerreros, bajó al trono y se enlistó para defender a las familias de
Guariní era reducida por unos bandidos, quienes no distinguían entre humanos y daimones y los masacraban a todos
lir de aquí
tus de las rocas no nos dej
en, repentinamente, pronunció las palabras y ordenó a l
ca creyeron que un humano les diera la mano para su es
No vuelvan nunca más! ¡Recuperen aquell
descubrió desde lejos y los apuntó con una flecha, lanzándolo en dirección a la joven daimon. Arandú se d
sorprendida y asustada al
an - ¡Fui yo quien condenó a nuestra familia por mi capricho infantil! ¡Y
suelo, Yerutí lo sujetó y lo alzó en brazos, dispu
vez, prestando especial atención a sus alrededores
a agitarse, como si su cerebro la ordenase despegar sus alas y escapar por los aires. Pero solo le quedaban sus
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sus manchas en el cuerpo. También se lo llama "ja
ie de palmer
imilar al bambú. También