icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

Lovely

Capítulo 5 1989

Palabras:1890    |    Actualizado en: 15/07/2023

o de

de lo que estaba metido. Y para decir verdad, ni siquiera tomaba esto enserio. Aquello había comenzado con ese beso, pa

ta Santiago después de entrenamiento.

–pregunto d

í un sentimiento de rareza. No estaba seguro si quería

–respingo. Él

–imita en ironí

oírnos. –esto último pare

creías que iba a ser esto? No sé de qué vas, esto no es un ciclo de prueba, ni una mu

azón. Yo solo no

lo pienso, solo lo hago, no soy seguro o consiente. No pensé precisamente en convertirme

o tiempo desde que cruzaste la línea. Ya está hecho. Debe

! Pero...dame tiempo. –Él

era jugado. No sabes cómo reaccionar. No sabes ni siquiera s

con ninguna antes. –musité. É

ez puedo notar que Santiago estaba molesto realme

n nadie. Lo del gimnasio fue mi primer beso. ¿

Santiago se iba d

un tabú. Ahora lo veo con claridad. Eres un niño d

dmito que parecía una pelea de pareja enserio. Y

empo. ¿Cómo puedes saber lo que te gusta si no has probado ambos? ¿Acaso e

a gay. Y eso no lo puedes negar. Quizás me he pasado de la raya, pero nunca

tima mirada de decepción.

archó. Rápidamente salí a buscarla como si estos

o pues no lo entendí, y es mejor olvidarlo porque tampoco

e a mí no me excitaba un hombre. Claro, repito, me había dado cuenta mucho después de aquello. En aquel momento yo pensaba que aquello a lo que me atrevería a besar era mi sexualidad y daba por sentado que mis sentimientos, y

mo él había dicho, yo no conocía lo que realmente quería. No sabía de opciones. ¿Cómo pude saber lo que me convenía o lo que me gustaba? No tenía sentido para nadie. Solo para mí. Y cuando entendí que todo lo que había dicho Santiago era cierto, me di cuenta que era un insensible. Un baboso. Un imbécil de primera cate

mos hablando perfectamente sobre vaqueros y jeans nuevos. O de cómo todos ellos quedaban de lo mejor puestos en Estela. Pero no. Luna qui

marca de automóviles. –se echó a reír. Solté una leve carcajada al recordar

na había estado des

s dejamos de llevar. –suspiro. -Es una la

como procesando lo que había a

acto seguido, elevó sus manos hasta su rostro c

ney me de

n lo absoluto. –digo en seco mientras desvío la mirada hacia e

pinar un golpe por lo que había acabado de decir, era la primera

endo amigos desde que éramos un par de mocos. –elevó la mano hasta mi rostro, y m

me. –

que ojazos me digo a mi mismo. A veces cuando Luna me mi

me. –in

mentón para entrelazarla con mis manos. –No quiero que por contarte,

o y fenómeno. Y a mi parecer no es algo mal

se puede mantener una conversaci

enga ya. ¿Puedes contarme? –insistió. Le asentí con la

o. –y al decirlo, el c

vez que se lo c

ojos en blanco. Sacudió la cabez

' de estar

decir. Y no sé si era exactamente porque no quer

ntonces t

lo veí

tiqu

no sé. ¿Sabe

s estado con Santiago p

–repliqué. –Nunca e

nada bueno, y al decir verdad. ¿Cómo podría hacerlo? Si

n inm

gustan? –Se apresuró a sacar hipótesis. Y eso es lo que real

o se me dio con ningu

ás. Está claro que no tienes nada

ado por la cabeza al estar con Santiago. Tampoco sé si me gustan las chicas porque nunca

s considerado contarl

algo muy difícil de lograr. Porque de alguna u otra forma, papá sie

i esto no fuera lo suficientemente raro, en toda mi adolescencia nunca había estado con ninguna chica en ninguna de to

e sea, algún día se lo t

uí y luego hice un cam

vó. Nadie es

an y nadie estuv

yudaran pero

ro nadie

note como me sentía

asti

irie

orta

uema

é? ¿Por

sola acción. Tenía que alcanzarla. Porque sabía que la quería, que ella era todo lo que quería. Es curioso, toda mi vida

Obtenga su bonus en la App

Abrir