Recházame
EN
s des
e entre ellos con sus cantos, los grillos igualándolos en el pasto que nos rodea
ro
unto a su madre en medio de nuestro jardín trasero rodeadas de los juguetes de
ntía sola y perdida, que necesitaba un empujón para lanzarle a vivir la vida. Aún recuerdo las noches que la escuchaba llorar, murmurar el nombre de
taría. ¿Por qué me eligió a mí? Sigo preguntándome lo mismo. Quizás vio dos almas rotas y decidió que ambos podríamos ayudarnos a s
ernos, hacernos comp
hombre que, si bien años atrás fue un imbécil, ahora besa el su
mi lugar; de brazos cruzados y apoyado en la corteza de un árbol, entre la oscuridad del bosque pasando totalmente des
gando antes de salir de mi e
esta parte donde el pasto ya no es t
de Isa llega a mis oí
ndome, viendo como su hija gatea y balbucea con una sonrisa en su rost
manitas en mis rodillas logrando que mis músculos se tensen brevemente y se coloca de pie comenzando a dar pequeños saltitos
a su cabeza para acariciar su suave cabello
o para ella–. ¿Cómo
nte, sus bracitos los estira hacia arriba dándome una clara señal de lo que quiere, pero dudo. Un esc
a Antón–. Lo está pidi
dame un
Como siempre lo hace, porque a fin de cuentas jamás puedo resistirme a algo que ella pida. O mejor dicho exija,
mano–Antón ronronea cuando ac
dos –bufo
acitos rodea mi cuello afirmándose de mi camiseta. Su olor rápidamente me envuelve enviando
s y simplemente se quedo sentada mirando hacia el cie
aber porqué , pero el saber que algo pudiera herir a la criatura en m
e el sol, abre uno de sus ojos viéndom
que me mueva, pero me quedo donde estoy –. Además, no hubie
tiene a su hija levemente dando a
ciendo una señal a las sillas de la
? –pregunto
ón a su hija–. Como siempre su
el agarre en mi camiseta es menos fuerte que al inicio, pero sigue estando ahí, empuñando mi ropa como s
pecho llevándome a acercar mi nariz a su pelo y olfatearla brevemente. Antón no ha dejado
podemos hablar
uelta hacia Isabella. Tomo asiento acomodando a la bebé teniendo cuidado que no quede incomoda con sus piernitas y ella mi
ta –Isa habla con una so
eleva y suspiro apoyando
blar sobre la es
, no hemos hablado mucho el tema y querí
ara de los niños cuando logran completar bien un hechizo, el cariño qumenos de dos días ya me encantaba. Me hace sentir que tengo un propósito y que puedo dejar una pequeña h
sentirse orgullosos de ellos mismos, me dan
mi cabeza contra el respaldo y cerrando
de reproche no pasa desapercibido,
a en mi pecho, giro mi rostro hacia ella
o a la bebé en mis brazo
hombre, no si
os y vuelvo
nte a veces tienen algunas complicaci
? –pregunta con ale
S
por las diferencias de edades quizás no pudieran
S
í fomentamos que se lleven bien entre ellos a pesar de las eda
A
n mi cabeza sobresaltándome. Abro los ojos y me erguí viendo a mi al
la y logro ver que
de hule? –pregunto ent
estresas, no te cuesta na
ando que Aurora vuelva a removerse
notando que sus ojos comi
comodo de rodillas sobre mis muslos restregando s
al logró hacerme reír al
ca de pie caminando hacia nosotros–. De igua
ira los brazos hacia ella y Aurora responde estirándolos para que ella pueda tomarla.
añas? –preg
za en media hora así que debo ir a recibirlos–re
–le sonríe a su hija antes de besarle el cachet
la mansión. Aurora deja caer su cabeza contra el hombro de su madre y lo gira para verme mien
nimo a uno de los chicos–. R
como inhala cerrando s
me ver el color celeste
su alrededor en círculos y finalmente las lleva todas delante de su cuerpo formando una roca más
cariño. Su respiración esta agitada y pequ
Poco a poco, recuérdalo. Nadie aprende a la primera, sigu
e con cansancio, pero feli
o su hombro antes de girarme hacia los demás–. ¡LISTO
se escuchan y niego cruzan
ide Amalia cuando pasa p
eza en su dirección y proc
uela, esta semana hemos estado practicando el elemento de la tierra, por lo
a, por lo que las clas
pacho. No son más de diez niños los que tenemos, así que no es necesario tener otro profesor y bueno, Isabella tam
a a maracuyá llega a mi nariz. Antón comienza a ronronear inmediatamente y poco después a mis oídos llega
ta del perchero y salgo de
te de su siesta, ya que generalmente despierta de mal
ablo viéndolas acercarse mie
urora chill
i y me hinco quedando
bucea como si me respondiera y me r
ntramos aquí –Isa habla girando el carrito cuando me pongo de pie–. Al me
? –pregunto empujándola a un lado y
i lado sin decir nada. Ya se acos
debo asistir si o sí, como el nacimiento de nuevos cachorros o pequeñas ceremonias, pero no quiero abusar –dice con nostalgia–. Adem
las calles más transitadas de la mana
a –responde c
uno para cada uno, Isa se acomoda fuera en las pequeñas mesas con
mientras tomo asiento
acomodando el sobrero sobre la cab
y me da una mi
emprano y me acomodo más en m
a empezamos con el elemento tie
alegra que haya ido bien e
ondo dist
o mi pote de helado sobre la mesa, pero me relajo al ver que nada malo suce
–hablo ganándome su atención–. ¿Qu
logrando que ella aplauda y chille de alegría mientras las mira fascinadas. Cua
que queden más a su alcance y repito el h
rándola detenidamente cuando logro notar como pequeños br
te –murmur
la voz de Isa h
abeza y vuelvo
ongo de pi
comenzando a caminar cuando yo
e haber sido mi imaginación o quizás no, pero aun es
lo dudo, pero mante
sie