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Recházame

Capítulo 4 ✨

Palabras:2814    |    Actualizado en: 09/07/2023

EN

s des

e entre ellos con sus cantos, los grillos igualándolos en el pasto que nos rodea

ro

unto a su madre en medio de nuestro jardín trasero rodeadas de los juguetes de

ntía sola y perdida, que necesitaba un empujón para lanzarle a vivir la vida. Aún recuerdo las noches que la escuchaba llorar, murmurar el nombre de

taría. ¿Por qué me eligió a mí? Sigo preguntándome lo mismo. Quizás vio dos almas rotas y decidió que ambos podríamos ayudarnos a s

ernos, hacernos comp

hombre que, si bien años atrás fue un imbécil, ahora besa el su

mi lugar; de brazos cruzados y apoyado en la corteza de un árbol, entre la oscuridad del bosque pasando totalmente des

gando antes de salir de mi e

esta parte donde el pasto ya no es t

de Isa llega a mis oí

ndome, viendo como su hija gatea y balbucea con una sonrisa en su rost

manitas en mis rodillas logrando que mis músculos se tensen brevemente y se coloca de pie comenzando a dar pequeños saltitos

a su cabeza para acariciar su suave cabello

o para ella–. ¿Cómo

nte, sus bracitos los estira hacia arriba dándome una clara señal de lo que quiere, pero dudo. Un esc

a Antón–. Lo está pidi

dame un

Como siempre lo hace, porque a fin de cuentas jamás puedo resistirme a algo que ella pida. O mejor dicho exija,

mano–Antón ronronea cuando ac

dos –bufo

acitos rodea mi cuello afirmándose de mi camiseta. Su olor rápidamente me envuelve enviando

s y simplemente se quedo sentada mirando hacia el cie

aber porqué , pero el saber que algo pudiera herir a la criatura en m

e el sol, abre uno de sus ojos viéndom

que me mueva, pero me quedo donde estoy –. Además, no hubie

tiene a su hija levemente dando a

ciendo una señal a las sillas de la

? –pregunto

ón a su hija–. Como siempre su

el agarre en mi camiseta es menos fuerte que al inicio, pero sigue estando ahí, empuñando mi ropa como s

pecho llevándome a acercar mi nariz a su pelo y olfatearla brevemente. Antón no ha dejado

podemos hablar

uelta hacia Isabella. Tomo asiento acomodando a la bebé teniendo cuidado que no quede incomoda con sus piernitas y ella mi

ta –Isa habla con una so

eleva y suspiro apoyando

blar sobre la es

, no hemos hablado mucho el tema y querí

ara de los niños cuando logran completar bien un hechizo, el cariño qu

menos de dos días ya me encantaba. Me hace sentir que tengo un propósito y que puedo dejar una pequeña h

sentirse orgullosos de ellos mismos, me dan

mi cabeza contra el respaldo y cerrando

de reproche no pasa desapercibido,

a en mi pecho, giro mi rostro hacia ella

o a la bebé en mis brazo

hombre, no si

os y vuelvo

nte a veces tienen algunas complicaci

? –pregunta con ale

S

por las diferencias de edades quizás no pudieran

S

í fomentamos que se lleven bien entre ellos a pesar de las eda

A

n mi cabeza sobresaltándome. Abro los ojos y me erguí viendo a mi al

la y logro ver que

de hule? –pregunto ent

estresas, no te cuesta na

ando que Aurora vuelva a removerse

notando que sus ojos comi

comodo de rodillas sobre mis muslos restregando s

al logró hacerme reír al

ca de pie caminando hacia nosotros–. De igua

ira los brazos hacia ella y Aurora responde estirándolos para que ella pueda tomarla.

añas? –preg

za en media hora así que debo ir a recibirlos–re

–le sonríe a su hija antes de besarle el cachet

la mansión. Aurora deja caer su cabeza contra el hombro de su madre y lo gira para verme mien

nimo a uno de los chicos–. R

como inhala cerrando s

me ver el color celeste

su alrededor en círculos y finalmente las lleva todas delante de su cuerpo formando una roca más

cariño. Su respiración esta agitada y pequ

Poco a poco, recuérdalo. Nadie aprende a la primera, sigu

e con cansancio, pero feli

o su hombro antes de girarme hacia los demás–. ¡LISTO

se escuchan y niego cruzan

ide Amalia cuando pasa p

eza en su dirección y proc

uela, esta semana hemos estado practicando el elemento de la tierra, por lo

a, por lo que las clas

pacho. No son más de diez niños los que tenemos, así que no es necesario tener otro profesor y bueno, Isabella tam

a a maracuyá llega a mi nariz. Antón comienza a ronronear inmediatamente y poco después a mis oídos llega

ta del perchero y salgo de

te de su siesta, ya que generalmente despierta de mal

ablo viéndolas acercarse mie

urora chill

i y me hinco quedando

bucea como si me respondiera y me r

ntramos aquí –Isa habla girando el carrito cuando me pongo de pie–. Al me

? –pregunto empujándola a un lado y

i lado sin decir nada. Ya se acos

debo asistir si o sí, como el nacimiento de nuevos cachorros o pequeñas ceremonias, pero no quiero abusar –dice con nostalgia–. Adem

las calles más transitadas de la mana

a –responde c

uno para cada uno, Isa se acomoda fuera en las pequeñas mesas con

mientras tomo asiento

acomodando el sobrero sobre la cab

y me da una mi

emprano y me acomodo más en m

a empezamos con el elemento tie

alegra que haya ido bien e

ondo dist

o mi pote de helado sobre la mesa, pero me relajo al ver que nada malo suce

–hablo ganándome su atención–. ¿Qu

logrando que ella aplauda y chille de alegría mientras las mira fascinadas. Cua

que queden más a su alcance y repito el h

rándola detenidamente cuando logro notar como pequeños br

te –murmur

la voz de Isa h

abeza y vuelvo

ongo de pi

comenzando a caminar cuando yo

e haber sido mi imaginación o quizás no, pero aun es

lo dudo, pero mante

sie

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