Stanton adoro
tras la anticipación de su próximo movimiento me emociona, excita y petrifica, todo al mismo tiempo. Suspiro su
en medio de la noche, en una tienda de campaña con nuestros padres a solo treinta metros de distancia, pensaría que ne
a el control cuando empiezo a montar sus dedos fuertes y gruesos. Me deprimo, necesitando más. Mi centro húmedo está bendecido con otro estallido de excitación cremosa. Sus dedos entran y salen con facilidad, abriéndome, preparándome mientras pasa suavemente sus labios abiertos por mi cuello. Su respiración está temblando mientras trata de controlar las furiosas hormonas que amenazan su perdición. Se apoya en su codo y me mira. "Necesito esto... por favor... d
izo mi lengua dentro de su boca. Mueve sus dedos contra mi clítoris húmedo y se me corta el a
s de darme placer. Su palma da vueltas en mis labios exteriores mientras sus dedos profundizan para masajear la pared frontal de mi vagina, un lugar que solo él sabe dónde encontrar. M
rra y quit
te detengas, cariño, p
bre mí. Vuelve a besarme con ternura, su lengua derritiendo mi resistencia. "Hemos estado haciendo esto todas
. "¿Hay algún p
n se estremece cuando las yemas de sus dedos encuentran ese lugar en mi clítoris de nuevo, dando vueltas con precisión. Gimo
de decir eso?" El sonrie. Sé que se está
ntro de ese hermoso y apretado coñito tuyo con mi polla dura". Gruñe en mi cuello cuando escucha las palabras groseras que acaba de decir. Me en
mal. Es uno que mi ser físico no me deja rechazar, uno que está fuera de mis manos. Crucé esa línea en la arena hace más de una semana. Pasan los momentos... más besos apasionados. Cada fibra de
én te necesito". Me besa posesiv
eguro?"
so. "Soy tuyo,
vello púbico con el dorso de los dedos. Suavemente muerde mi hombro mientras mete un dedo dentro de mí. Gimo con la abrumadora necesidad y el hambre. Su otra mano sube a mi pecho mientras aprieta suavemente mi pezón. Estoy bajo asalto. Perdiendo mi mente. Mi re
sh," me
y bajo mi mano para sentirlo. Su eje duro rezuma antes de la eyaculación. Le doy una caricia larga y luego deslizo mi pulgar sobre la cabeza hinchada y resbaladiza. Sintiendo cada vena en su gruesa longitud que ahora sé de memoria. "No bebé", se aparta. "No quiero venir", susurra. Me siento sobre mis rodil