Mi venganza sera tu final.
e te lleves una agradable sorpresa
eza de sus ojos. ¿Sus encantos físicos eran notables en su juventud? ¿Ha tenido muc
ente incómodo, resp
do que me tratara de esa ma
aunque de manera irónica, sabiendo que
lenara mis pulmones, como si quisiera puri
nuar con la his
ra -mencionó el doctor Suárez con una vo
s quedaba. La luz del ambiente se filtraba a través de la ventana, dibujando patro
o más cercano, al confidente más íntimo de mi querido Gabriel -narré
na ceja con curiosidad mi
sigues llamándolo amado? -preguntó con delicadeza, como
ré a llamarlo así -respondí, sintiendo la inc
cando una tableta para tomar notas mientras su lápiz
decoración cálida y acogedora, los libros ordenados en estantes de madera oscura, la luz tenue que creaba un ambiente ín
manos de él, quien resultaba ser el íntimo amigo de Gabriel, mi a
la carta? -preguntó el psicólogo,
amiga merecía lo mejor, al igual que yo. Cuando ella le entregó la carta, los dos rostros se iluminaron con sonrisas. Debí haberlo notado en
mentaste mucha aleg
a a mi amado Gabriel, le entregó la carta y me indicó con un gesto que era mía. Mis mejillas ardían de vergüenza y emoción cuando él tomó la carta entre sus manos y, con una s
algún p
í con ternura. Luego, salí apresuradamente hacia el patio trasero, esperando su llegada. Pasaron algunos minuto
onreír; mi corazón latía con fuerza y una oleada de felicidad me
entimientos? -preguntó
contenerme y me lancé a sus brazos, buscando el refugio de su amor. Intentó besarme, pero mis nervios estaban a flor de piel; era la primera vez que experimentaba un contacto tan íntimo. Mis manos temblaban ligeramente mientras él se acercaba suavemente, con una mirada llen
gradable para ti -comentó el do
desconocido para mí. Tal vez no supe cómo hacerlo; mis ojos estaban cerrados, inundados de innumerable
ntabas ninguna emoción hacia él? -sugirió el
trás de nosotros. Estaba furiosa y gritaba por qué demonios estaba besando a su novio. Decía que yo era la ingenua y tonta niña nerd de la que todos se aprovechaban. Miré a Ga
ó mucho dolor -analizó el psicólogo, con u
s cosas como estaban. Si el beso que compartimos no me gustó, quizás eso significaba que él no era la persona ad
orita Vergara -respondió el ps
una broma -susurré, recordando el desdén en las risa
redaba en mi cabello y me arrojaba al suelo con violencia. Sentía el ardor en mi mejilla y el dolor punzante en mi cuero cabelludo mientras yacía en el suelo, preguntándome por qué me castigaban de esa manera. Mis lágri
con la mirada ansiosa del médico. Sus palabras tit
a una cita programada para esta hora. Creo que tendremos que can
r con mi propósito -respondí con calma, aunque mis
ntras el médico intentaba acercarse a la puerta, con una expresión
salir! -exclamó, con su voz
consultorio esté vacío -respondí, tratando de mantener la
ntras lo observaba, sintiendo e
en y abran esta puerta -amenazó, temblo
taba llamar a su secretaria sin éxito, con su expresión de
te sientes -dije con calma, señalando una silla cercana mientras
ro mientras luchaba por mantenerse erguido, agarrá
una o dos horas, mientras disfrutabas de tu café -respondí,
ca está cerrada, así que podemos conti
a opción, par