En la mañana muy temprano Sam se levantó como todas los días de clase.
Sabía que si se tardaba de más tendría que escuchar los sermones de su madre Eva, cuando él vió al amor de su vida no pudo evitar exclamar.
—Dios qué belleza de hombre.
Sam estaba mirando en su televisor la noticia en la que salía James, nunca se cansaba de verle.
—Sam baja es hora del desayuno.
La mamá de Sam estaba hablando desde el pasillo del segundo piso ,osea el mismo piso en el que él estaba.
De lunes a viernes Sam se levantaba temprano preparándose para ir a la universidad, aunque la principal razón por la que lo hacía era porque así conseguía ver al amor de su vida, bueno su amor platónico ya que no le conocía en persona.
—Mamá ya bajo.
Sam cogió su mochila, puso todos sus materiales escolares dentro, su ordenador y cerró la puerta con prisas para no llegar tarde.
Luego se acordó que se le había olvidado que no había apagado la tele, volvió a su cuarto y esta vez sí lo hizo y salió.
Bajando por las escaleras percibió el olor de la comida de su mamá, olía rico pese a que casi todo era vegetal.
La madre de Sam estaba acostumbrada a preparar verduras, pescado y frutas, diciendo que era más sano, sólo comían carne, dulces o comida basura en ocaciones especiales.
Aunque Sam no tenía ningún problema en comerlo, su única pega era el pescado, lo detestaba porque no soportaba que le estuvieran pinchando sus escamas.
Al llegar saludó con indiferencia.
—Buenos días.
—Buenos días cariño.
Su mamá fue la única que respondió mientras que Damián dijo sólo.
—Mmmm.
Y su linda hermanita.
—Buenos días hermanito.
Como de costumbre su linda hermanita rubia de ojos verdes, de tes clara le mostró una gran sonrisa.
Si no fuese por la mamá de Sam que la estaba dando de comer en su sillita de bebé, ella estaría hecho un desastre.
Al ser todavía muy pequeña no podía comer sola sin ensuciarse, por eso su mamá siempre solía estar al pendiente de ella.
En la mesa estaba Eva la madre de la familia, tenía un lacio cabello oscuro azabache muy largo, ojos verdes, una gran altura de unos 1.80 aproximadamente.
Casi nunca hablaba y su rostro pese a ser hermoso, era duro y frío como si fuera un iceberg.
Luego estaba la mamá Laura, era rubia de ojos azules, con largas y abundantes pestañas, unos labios finos, de tes clara, una altura promedio de unos 1.60 aproximadamente.
Amabas mujeres se casaron desde muy jóvenes, tiempo después de haber acabado la universidad, y formaron una familia.
Fruto de esa relación nació primero Daniel el hermano mayor.
Tenía el aspecto físico de su madre Eva,cabello oscuro azabache, ojos verdes, pestañas largas y abundantes, con una gran altura de 1.90 aproximadamente.
Heredó la belleza de amabas mujeres, tenía un físico envidiable no sólo por su hermoso rostro, sino por su trabajado cuerpo.
Si se habla del carácter de parecía más a su mamá Laura, Daniel tenía el físico de su madre y su comportamiento y actitud eran parecidos a los de Laura.
El segundo miembro de la familia era Damián, el segundo hijo de la familia.
Físicamente se parecía a su mamá Laura,con ojos azules y largas pestañas, rubio de tes clara, una gran altura de 1.90 aproximadamente.
También tenía un físico envidiable al igual que su hermano, un cuerpo que había trabajado desde temprana edad en el gimnasio.
Blanca la única hija de la pareja, que a penas era una niñita de dos añitos, que pasaba la mayor parte del tiempo jugando.
Y por último estaba Sam, pese a no tener una gran altura como su familia ya que él medía 1.65 aproximadamente, sí estaba bien.
No tenía una gran belleza como el resto de su familia, pero tampoco era feo sólo común.
Era muy delgado, no importaba lo que comiese nunca conseguía subir de peso, tenía una piel pálida casi enfermiza, unos ojos enormes ojos azules, y un cabello plateado.
Sam se sentó en su asiento al lado de su hermanita Blanca, y se puso a tomar su taza de leche mientras comía la ensalada.
Todos estaban callados menos Blanca que comía y jugaba con la comida a la vez.
Sam siempre odiaba tener que compartir la mesa con su madre porque siempre le provocaba una indigestión.
—Sam no quiero que vayas a ningún sitio en los próximos días, de la escuela a la casa,entendido?
El tono que empleó Eva al hablar era de orden frío y de indiferencia al mismo tiempo.
Sam dejó de beberse su taza de leche que estaba a punto de derramar por el asombro en la mesa.
—Porqué tengo que hacerlo?
Sam se sentía sorprendido por la repentina orden de Eva.
A Eva no la importaba lo que pensara Sam, por lo que le respondió con tono frío e indiferente.
—Porque lo digo y punto.
Sam se mordió el labio inferior para controlar la rabia que sentía el tono y la actitud de Eva, aunque ya estaba acostumbrado a su frialdad, le sorprendió esa nueva prohibición.