Novia del Señor Millonario
Cariño, déjalo y ven conmigo
El regreso de la esposa no deseada
Yo soy tuya y tú eres mío
Tesoro de CEO
Mi encuentro con un misterioso magnate
No me dejes, mi querida mentirosa
La segunda oportunidad en el amor
La venganza de la heredera genio oculta bajo la máscara
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
La lucha por la marca Gobles.
En el Monasterio de priato de santa marta, la marca Gobles en área fronteriza entre Escocia e irlanda del norte, la pequeña Estacia tenía paredes y suelo de piedra y un tejado ondulado. Una humedad fría lo colaba todo, proporcionando un brillo desagradable a la luz de la única lámpara.
Daba la impresión de que la habitación estaba en desuso desde hace mucho tiempo, excepto en aquella noche oscura en la que dos mujeres y una gata no podían dejar de temblar de frío y miedo. La puerta estaba asegurada por dentro con una tranca de madera y, las ventanas se habían cerrado para evitar las miradas curiosas.
Las mujeres estaban sentadas la una frente a la otra y entre ellas una gata y un basto tablero de madera sostenido sobre dos caballetes, en uno de cuyo extremo se ovillaba la gata. Ambas figuras iban cubiertas por sendas capas oscuras. Una de ellas, la de más edad, era Ivon bondlok, una mujer oronda, de rostro redondo ojos oscuros, poco presentable, vestida con un brocado de ropas burdas de criada.
La otra era Dolores de Romsome, la hija de una de las principales familia aristocráticas de la marca Gobles. Pálida y delgada, era aún muy joven, iba vestida completamente de negro y llevaba la toca blanca y negra de las monjas. En silencio, saco de un saco de lona cuatro velones de sebo, que dispuso formando un cuadro ante su criada, Ivon coloco un plato de barro en el centro, lo lleno de agua y levanto la mirada.
_ ¿Estáis segura, milady?
_ Lo estoy _ respondió a pesar de que le castañeteaban los dientes del frío.
_ Si así es... comenzamos.
Ivon miro a la gata, que se dio inmediatamente la vuelta para levantarse las patas y orejas con estudiada indiferencia. Con un suspiro de resignación, la mujer se rebuscó en un bolsillo y saco unos cuantos paquetitos ante de encender las velas, de las que comenzó a salir un humo acre y denso, casi en tata cantidad como luz
_ El arte de la adivinación es peligrosa _ Le dijo.
Cambiando de postura sobre el taburete _.¿Y si nos han seguido milady? ¿Y si nos descubren aquí? Será nuestro fin.
_ No, no nos han seguido además este hospital está vacío._ respondió Dolores, apoyando las manos en la mesa con las palmas hacia abajo y los dedos separados.
Ningún anillo adornaba aquellas, manos de nudillos inflamados y piel enrojecida. apretaba los labios y su boca quedaba reducida a una fina línea.
_ Aun así, debemos estar atenta y vigilando _ respondió, mirándola con atención. Tenías las mejillas hundidas y unas sombras tan oscuras como hematomas bajo los ojos. El marco que le proporcionaba la toca no servía para realizarla, sino más bien al contrario: las llamas temblorosas e indecisas marcaban más sus defectos.
Dolores frunció el ceño, irritada.