Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Esta historia comienza con Wanda, quien debía haber sido parte de una familia feliz, o al menos, eso era lo que ella creía que se merecía.
Sin embargo, su vida cambió por completo cuando de niña sufrió un terrible accidente automovilístico que le arrebató a sus padres. En ese entonces, todo parecía apuntar a que viviría sola para siempre.
Para su fortuna, uno de sus tíos la acogió, pero su vida no tuvo mejoras, pues, considerando el estado en el que se hallaba y aparte, el estado de su tío enfermo, no había día en que no se tuvieran que preocupar por no tener ni un centavo en los bolsillos.
Wanda Lin siempre se había caracterizado por ser optimista, y ante tal situación, se vio obligada a trabajar desde muy pequeña.
Cuando llegó a la mayoría de edad, siguió trabajando, pero mucho más duro. Había aceptado varios trabajos al mismo tiempo, tenía la firme intención de ayudar a su tío a salir adelante. Ella le echaba muchas ganas, a pesar de que cualquiera que estuviera en su posición habría colapsado de inmediato.
Wanda tenía la responsabilidad de toda su familia, pero eso no la desanimaba, más bien la alentaba a seguir adelante.
Al fin las cosas parecían marchar bien. Aquel día, Wanda Lin estaba a punto de cobrar todos sus honorarios, los cuales eran necesarios para poder pagar la próxima cirugía de su tío. Una vez que la cuenta del hospital fuera cubierta, su tío podría ser intervenido quirúrgicamente.
Después de salir de su último trabajo, regresó muy feliz a casa en su bicicleta.
Nunca antes se había sentido tan orgullosa.
El viento soplaba sobre su rostro y el cabello le acariciaba las mejillas. Las comisuras de sus labios se estiraron para formar una hermosa sonrisa y los ojos le comenzaron a brillar bajo aquel día soleado.
Ya había tomado una decisión.
Tan pronto como su tío se recuperara, se dedicaría a encontrar un trabajo que realmente le gustara, haría más amigos, mejoraría su estilo de vida y finalmente aprendería algo nuevo. De esa manera, podría mejorar su condición para un futuro.
Finalmente, la chica llegó al edificio donde vivía, el cual se encontraba en una calle vieja. Los apartamentos solían estar habitados por personas mayores o por gente que no podía permitirse alquilar apartamentos más caros en las zonas residenciales de la ciudad.
Mientras tanto, Wanda estaba aparcando su bicicleta cuando de pronto vio un lujoso auto estacionado en una de esas viejas calles. Ella abrió los ojos de la sorpresa porque aquel auto era algo inimaginable para ella, ni que trabajar todos los días de su vida sin descansar. Pero, ¿por qué estaba ahí un vehículo tan lujoso?
Al no encontrar una respuesta, frunció el ceño y se dispuso a subir las escaleras.
En su interior, sentía un mal presentimiento al respecto, y al parecer, tenía razón, pues al momento en que abrió la puerta de su apartamento, fue recibida por su escuálido tío arrodillado en el suelo y suplicándole a un hombre que se hallaba frente a él. Sus palabras se escuchaban llenas de desesperación y dolor, y los ojos le brillaban con un miedo indescriptible.
"Señor Qin, por favor, deme más tiempo. Yo le devolveré el dinero".
Wanda soltó un suspiro, '¿Devolverle el dinero?'.
Su familia debía algo de dinero, pero por lo que ella sabía, solo le habían pedido a algunos de sus familiares.
Aunque ya se lo habían estado pidiendo, estaba segura que ellos no enviarían a nadie para amedrentarlos. Además, sus parientes eran personas muy razonables.
Entonces ella volteó a ver al hombre sentado en el sofá.
Estaba cien por ciento segura de que nunca lo había visto antes.
¡Se veía muy joven y muy apuesto! De hecho, era mucho más guapo que algunos actores y celebridades de las películas. Había algo en él que no daba la sensación de ser buena persona independientemente de que, sin duda, era muy atractivo.
Wanda se quedó helada y apretó sus dedos contra sus palmas.
El hombre, por su parte, estaba sentado en la habitación con indiferencia, y sus ojos negros se veían muy serios, lo que menos le importaba era la súplica del hombre arrodillado, de hecho, ¡ni siquiera lo estaba mirando!
"Señor Qin, se lo suplico, por favor", su tío seguía rogando.
Wanda se quedó paralizada ante la escena.
El hombre joven simplemente se rio con desden al escuchar a su tío. Entonces, sus labios se elevaron levemente y agitó la mano a sus subordinados, "Si no puede devolver el dinero, córtale la mano".
Al escuchar la orden del hombre, un subordinado suyo, alto y fuerte, vestido de negro, inmediatamente dio un paso adelante y sacó una daga que a simple vista parecía pequeña.