Una esposa para mi hermano
Yo soy tuya y tú eres mío
El camino a reparar tu corázon
Vuelve conmigo, amor mío
El regreso de la heredera adorada
La segunda oportunidad en el amor
Tener hijo con mi mejor amigo
Enamorarme de ella después del divorcio
El amor predestinado del príncipe licántropo maldito
¿Quién se atreve a cortejar a mi reina encantadora?
Las estrellas centellearon silenciosamente en el cielo nocturno quieto.
Los párpados de Euralia Ou se abrieron lentamente. "¿Estás despierto?"
Una voz baja y profunda sonó junto a su oído. Su corazón comenzó a acelerarse por el miedo.
La cama en la que dormía era diferente. 'W ... ¿Dónde estoy? ¿Por qué no estoy en casa?
Mirando a su alrededor, vio a un hombre alto sentado en las sombras no muy lejos. En la oscuridad de la noche, ella no podía ver su rostro con claridad. Lentamente, Euralia Ou se incorporó hasta sentarse, manteniendo los ojos fijos en el extraño hombre.
Estaba tan tranquilo en la habitación que no podía decir si todo esto era un sueño o una realidad.
"¿Quién eres tú?
¿Dónde estoy?"
El hombre se levantó lentamente. Su figura alta salió de la sombra. Cuando pasó por la ventana, la suave luz de la luna cayó sobre él. Una máscara plateada estaba en su rostro, haciéndolo parecer fantasma.
"¡Espere! No te acerques más ... " Euralia Ou gritó mientras se alejaba de él.
Pero el hombre siguió avanzando hacia ella, su máscara plateada reflejaba la luz fría. Lentamente, se acercó a ella con un brazo extendido, una atmósfera amenazante que rodeaba su presencia.
"No tengas miedo ..."
El hombre se calló. Con una mano gentil, le acarició el pelo. "No te lastimaré, siempre y cuando hagas lo que te digo". Euralia Ou se estremeció.
Aunque su voz era tan suave como la mantequilla, Euralia Ou no pudo evitar temblar.
Ella apartó la mirada, sin atreverse a mirar a los ojos al hombre detrás de la máscara. Con lágrimas en los ojos, miró a su alrededor para ver si había una forma de escapar.
Poco a poco, sus ojos se adaptaron a la tenue luz. Para su sorpresa, ella no estaba en una habitación. Parecía ser un almacén roto. Las maquinarias abandonadas estaban esparcidas por todas partes, llenas de polvo.
'¡He sido secuestrado!'
Euralia Ou pensó. Su corazón latía tan fuerte que podía escucharlo en su oído. Miró al hombre, que ahora se volvía aún más aterrador.