La noche avanza y un frío inmenso junto a ella. Una preciosa colina resalta en la hermosa Italia. Es una noche fría realmente y lo aconsejable sería estar en casa tomando un chocolate caliente y viendo televisión.
Ella sube la colina en su auto con una expresión seria que delata su alma llena de dolor, con la cual ha cargado durante muchos años. Baja del él mientras enciende un cigarrillo, mira hacia el horizonte al mismo tiempo que silenciosas lágrimas recorren sus mejillas. Está harta de la situación que ha tenido con su familia desde hace casi diez años. Y por ello había decidido mudarse a Italia junto a su mejor amiga de toda la vida. Su hermano mayor también vivía en Italia pero su hermana menor aún vivía con su madre. Aquello no lo entendía muy bien pues ella tenía veinticinco años y por lo tanto la edad necesaria para hacerse cargo de sí misma.
Pudo subir la colina hasta cierto punto con ayuda de su auto así que decidió continuar a pie, lo hizo con dificultad debido a los tacones que esa noche llevaba. Al mismo tiempo, limpiaba sus lágrimas con un pañuelo que tenía en el bolsillo de su elegante abrigo, algo a lo que ya estaba acostumbrada puesto que formaba parte de su vida cotidiana.