Ese príncipe es una chica: La compañera esclava cautiva del malvado rey
Destinada a mi gran cuñado
Enamorarme de nuevo de mi esposa no deseada
Demasiado tarde para arrepentirse: La heredera genio brilla
Novia del Señor Millonario
Ella se llevó la casa, el auto y mi corazón
Una esposa para mi hermano
Mi esposo millonario: Felices para siempre
La heredera fantasma: renacer en la sombra
No me dejes, mi pareja
QUIERO DEDICAR ESTE LIBRO A TODAS AQUELLAS PERSONAS QUE HAN SIDO VÍCTIMAS DE ABUSO SEXUAL, A TODOS AQUELLOS QUE HAN VIVIDO LA TRATA DE BLANCA, YA SEA EN CARNE PROPIA O DE UN FAMILIAR.
A TODOS AQUELLOS QUE AÚN VIVIENDO TODO ÉSTO, SIGUEN ADELANTE, LUCHANDO Y GUERREANDO POR TENER UNA MEJOR VIDA, A TODOS LOS QUE LUCHAN POR NO SENTIRSE VÍCTIMAS, PORQUE SON UNOS SOBREVIVIENTES.
ÉSTE LIBRO ESTA DEDICADO A QUIENES A DIARIO SE LEVANTAN POR SUS SUEÑOS, SIN IMPORTAR EL PASADO QUE HAN VIVIDO.
A USTEDES, MI RESPETO, MI AMOR, MI CARIÑO Y ORACIONES, PARA QUE SUS VIDAS ESTEN LLENAS DE DICHA ABUNDANTE Y MUCHO AMOR.
ESTE LIBRO ES MI GRITO PARA DECIR. BASTA A LA TRATA DE BLANCA, BASTA DE ABUSOS, BASTA DE MALTRATO.
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¿Cuántas veces te has quejado de tu vida?
¿Cuántas veces has deseado morir?
¿Cuántas veces has pensado que lo mejor seria desaparecer?
¿Dejar de existir?
Cuidado con lo que deseas, porque podría volverse realidad.
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-¡Lucía, Lucía cariño, arriba!- escuchó la voz de su madre y se removió enfadada.
-No quiero levantarme, déjame dormir- se quejó malhumorada. No tenía la más mínima intención de levantarse de la cama.
-Debes ir al instituto, vamos arriba- insistía su madre. Todos los días era lo mismo.
-¡Tuve una mala noche, tengo migrañas, déjame en paz!- le espeta furiosa.
-Ya basta de grosería Lucía, estoy cansada de eso- cansada, agotada y frustrada, así era exactamente como se sentía con la actitud de su hija, no sabía qué estaba haciendo mal con ella, pero no lograba hacer que al menos la respetará o se dirigiera respetuosamente a ella.
-Me importa muy poco que estés cansada, porque yo también lo estoy, me quejo y a nadie le importa, ¿por qué debería importarme que tú lo estés?- se sienta en la cama y la mira con brazos cruzados y ceño fruncido. Sus ojos azules, tan idénticos a los de su madre, le reflejan desprecio. La odiaba, lo sabía porque su pequeña hija no hacía nada por disimularlo.
-¡Soy tu madre, no puedes hablarme así!
-Puedo hablar como quiera- la reta con la mirada- ¡estoy cansada de ti, de tu esposo y de tus hijos!- escupe con tanto desprecio que su madre tiene deseos de llorar. Siempre se refería así a sus pequeños hermanos que eran tan inocente como ella, en todo aquel mundo de confusiones.
-¡Son tus hermanos! - le dijo intentando controlarse.
-No me importa, no los quiero- le dice enojada, no te quiero a ti y no lo quiero a él.
-¡No sé qué hacer contigo!- su madre gime frustrada. Estaba cansada de aquellas peleas diarias, de su mal humor matutino, de la manera en que la hablaba, de sus desprecio a sus pequeños hermanos. Sentía que su hija estaba saliéndose de sus manos.
-Fácil, envíame a vivir con papá - la miró sin pestañas, lo dijo sin titubear.
-¡Eso es lo único que te importa!, ¡tu padre!
-Sí- reconoce altanera- mi padre es lo único que me importa, y al único que quiero. ¡Odio esta casa!, ¡la odio!- le grita con fuerza y su madre la mira con ojos vidriosos.
-Pues lo siento Lucía Carter, siento que nos odies a todos, pero con Neithan, no puedes vivir.
-¡¿Por qué?!- pregunta al borde de las lágrimas. Ella también se sentía frustrada de no ser escuchada, de no poder estar con el único ser con el que encontraba paz.
-Esa respuesta ya la sabes. Tienes diez minutos para que estés lista y bajes a desayunar. - Se giró para irse y escuchó como su hija renegaba nuevamente de ella.
Lucía, sintió como las calientes lágrimas se deslizaban silenciosas por sus mejillas.
Odiaba su vida, la odiaba profundamente.
No quería estar allí rodeada de esa familia en la que se sentía una intrusa, quería estar con su padre. El único que realmente la amaba.
Se levantó furiosa a tomar un baño. Había tenido una noche terrible, no logró dormir sino hasta bien entrada la madrugada y eso sólo generaba que pasara todo el día de mal humor.
Después de vestirse para el instituto, tomó su mochila y la llenó con lo que necesitaría ese día. Decidió dejar su cabello suelto para que así pudiese secarse libremente.
Bajó al desayunador y encontró a sus hermanos a la mesa. Sin decir nada se sentó y comenzó a servirse cereal.
-Hola, Luci- le dijo la pequeña de ojos castaños.
-Hola, Lorena. . . y antes de que te quejes, hola, a ti también Lucas. -
El pequeño le sonrío alegremente, mientras la miraba con absoluta adoración. Amaba mucho a su hermana mayor, aunque ella siempre parecía estar enojada.
-Hola. Que linda te ves hoy- Lucas siempre tenía la necesidad de adularla, esperanzado en conseguir más que sólo un par de palabras de parte de ella.
-Gracias- le dijo cortante y comenzó a comer. Pronto apareció su madre, con dos platos de fruta, y después trajo zumo de naranjas.
-¿Está bien así o quieres que te sirva más?
-Yo solo comeré cereal- dijo sin mirarla, su madre suspiró resignada, pensando en lo difícil que era lidiar con una adolescente. Nada la alegraba, nada la relajaba, nada la hacía feliz. . . bueno sí, una sola cosa y era estar con su padre.
-¡Buenos días, familia!- se escuchó la profunda voz masculina y Lucía, cerró los ojos y apretó la boca con fuerza para evitar decir una obscenidad, quería respetar la presencia de sus hermanos. Pero odiaba a aquel hombre, lo odiaba.
-¡Buenos días, papi!- gritaron ambos niños a la vez. Entonces él tomo asiento en la cabecera de la mesa.
-Buenos días, Lucía.