Prólogo
Una peste arrasadora cubrió la superficie terrenal de nuestro planeta, era los años 1,820, nadie sabía como detener la masacre humana, mientras millones y millones morían a diestra y siniestra.
Moría más personas a un ritmo tan alarmante que en las mismas guerras que se desataban alrededor del mundo.
Todas las familias sean acomodadas o pobres eran arrasadas por la gripe española, nadie podía estar a salvo.
Es cuando nuestro protagonista se enfrenta ante una nueva y rara enfermedad.
Ante tal desastre, tenía tan solo una noche en el que su amada novia se había contagiado, su padre Kiu yang Gu, insistía a su único hijo no acercarse mucho a la mujer enferma, éste no lo oía, no quería hacerlo, para él quedar vivo mientras su amada fuera arrastrada a los recónditos del más allá era inaceptable, quería morir junto a su amada.
Brad Gu, el hijo del hombre más rico de la zona, no estaba dispuesto a perder a su novia amada de tan solo 17 años, a como de lugar el trataría de salvarla.
Pero en el último momento, en el último suspiro de ella, entre lágrimas, él besó sus hermosos labios, secos, deshidratados labios que días antes eran como cerezos enrojecidos, ahora eran pálidos y siniestros.
Y con el último suspiro ella evocó una sonrisa, Yuaen Su, suspiró y aspiró la última bocanada de aire. Cuando Bradd Gu vió esto, lloró sin restricción y la besó una y otra vez, no quería dejarla ir.
Abrazando al hermoso cuerpo marchito, Bradd Gu lloraba y aspiraba el olor de la mujer muerta, él no tenía miedo a la muerte, el tenía más miedo a vivir y vivir sin tenerla cerca. Saber cuándo ella reía, era su sonrisa contagiosa, y asimilaba a una persona alegre que se había ganado al mundo.
Al fin el cansancio y la falta de sueño venció el cuerpo del joven Bradd, él quedó dormido por lo que su padre mandó a varios esclavos a retirarlo a una habitación más confortable, mientras sacaban el cuerpo de la mujer y lo quemaban con mucha rapidez para no ser contagiados.
Dos días después, para cuando Bradd despertó, ya había pasado todo, ya hasta tres de los esclavos que ayudaron a moverlo a él y sacar el cuerpo de la joven estaban contagiados, agonizando por la misma enfermedad de la peste española.
Bradd Gu parecía volverse loco de ira, el gritaba como animal herido hasta que de tanto forzar a su cuerpo, quedó afónico y sin voz, ya no tenía más energía, ya no tenía más fuerzas para seguir luchando, él se debilitó, quería solo cerrar los ojos y no volverlo a abrir nunca.
Sentía que así con los ojos cerrados podía soportar mejor estar vivo.
Los días pasaron, por donde caminaban las personas habían cuerpos tirados, abandonados en el medio ambiente, las personas tenían miedo enterrar a sus muertos, pues tenían miedo a enterrarlos y enfermarse también y morir.
Pasaron los días Bradd Gu no se contagió a pesar de haber tenido un contacto tan íntimo y directo con la chica enferma, no obstante aunque el no se haya enfermado, dejó de comer, dormir o bañarse, algo tan simple como dormir y vivir su vida, fue desesperantemente imposible de hacerlo.
Su padre estaba demasiado preocupado y triste, pues él ya tenía más de 60 años y quería que cuando él le tocara partir ver a su hijo bien para dirigir sus riquezas y todo sus negocios logrados.
Pero el joven prominente y prometedor, de noche a la mañana se convirtió en un despojo humano, y a pesar de que estaba bien atendido y bien cuidado, no había forma de hacer que su corazón entrara en calor y admitiera a alguna otra persona en su círculo de vida.