Cambiando mi destino

Desde pequeña idealice el amor, quizá por las historias de Disney o por las películas románticas que veía junto a mi madre, para mí era el destino quien irrefrenable te llevaba a encuentro con esa alma gemela en algún momento de tu vida para después no separarse jamás, que todas aquellas dificultades a las que nos enfrentábamos para lograr estar juntos, solo eran pruebas para hacernos merecedores de la felicidad, de una relación fuerte y duradera, no es que tuviera los mejores ejemplos sobre eso, pues mi hermano es un infiel compulsivo y mis padres son divorciados.

Pero la relación de mis padres no siempre fue así, en mi mente puedo evocar los recuerdos como si fuera ayer, de cuando ellos estaban enamorados, cuando se miraban tiernamente, las veces que mi madre se molestaba mi padre la abrazaba y le hacía alguna broma para hacerla sonreír, cuando él debía viajar lejos ella lloraba desconsolada en el aeropuerto y tenía que dormir con ella hasta que él regresara porque lo extrañaba demasiado, estaba segura de que había amor entre ellos así no hubiese sido para siempre, por ello conservaba aquellos momentos de mi niñez, cuando eran felices y todos teníamos un hogar, esos días son un tesoro en mi corazón, el amor existe sin dudas pero hay que cuidarlo para que sea eterno eso saqué de esa experiencia.

Mientras crecía no disminuyó mi fe en el amor a pesar que ni en la adolescencia ni en la etapa adulta temprana lograba tener éxito en esa materia, me enamoraba sola y con intensidad de los chicos populares de la clase o los que eran mis vecinos más guapos cercanos pero no tenía la suficiente confianza en mí aspecto físico o en mis habilidades sociales como para dar el primer paso, así que sufría en silencio, escuchaba las letras de canciones románticas Ricardo Montaner, Franco de Vita, Sin Bandera, Ricardo Arjona y hasta llegar hasta el despecho mayor con Ana Gabriel soñando que algún día me la dedicarían, pero no ocurrió.

Llegué a pensar que era mi peso, quizá mi peinado o tal vez la ropa, pues vivimos en un mundo que se deja llevar por la primera impresión, me culpe mil veces, pues si le ocurría a otros un sentimiento tan hermoso y no a mí era porque quizá no lo notaba pero tenía un problema, me hice las teorías locas para justificar la ausencia de lo que más esperaba y ansiaba del punto de vista personal, pero mucho tiempo después entendería los verdaderos motivos, llegue a pensar en que quizá el amor no era para mí, algo que había hecho en otra vida quizá que no me permitía avanzar, a lo mejor no estaba permitido para mí pero tal vez podía hacerlo realidad para otras personas.

A pesar de que no era afortunada en el amor no dejaba que la desesperanza me ganará, deje ése sueño dormido para perseguir mis proyectos personales de estudiar y ser una profesional excelentemente preparada, trabajaba medio tiempo en una empresa de tecnología del padre de mi mejor amiga, hacía cursos del área mientras aprendía inglés.

En mi grupo de amigas de la Universidad solo estábamos solteras y sin compromiso tres Martha, Jenny y por supuesto yo, ya estábamos por terminar la licenciatura y ninguna de las tres lográbamos encontrar la media naranja, se podría decir que éramos mujeres inteligentes, pero aparentemente no atractivas para el género masculino o simplemente nos faltaba alguna chispa que les llamara la atención.

Fue en ese momento que se me ocurrió una idea, no solo por lo que estudiaba sino como curiosa de los nuevos desarrollos de probar su efectividad en la materia que nos compete, el amor, no tenía nada que perder pero quizá si mucho que ganar, así que investigue la información y entre las diferentes encontré dos que parecía ser buenas para buscar pareja, — Definitivamente estás loca amiga, ¿Pretendes que seamos tus conejillo de indias? — , dijo Jenny indignada.

— ¿Pero qué te cuesta hacer el intento?, no seas cerrada — , Jenny estaba por graduarse de abogado y no compartía mi sentido de la aventura.

— ESA información normalmente es poco confiable no se no me atrae, nada como conocer a las personas de frente — , comento Martha.

— Mujeres de poca fe, que les habla su amiga cupido para apoyarles en el proceso, no es que en las citas en persona lo estemos haciendo muy bien verdad, para ser honesta creo que los riesgos de fracasar son los mismos.