Logan
La observo y realmente estoy fascinado, sentirse privilegiado por ser correspondido en el amor es realmente gratificante. Ella es perfecta en todo sentido, no solo hablo de lo físico, sino también de su personalidad, Amelia es la mujer más encantadora que conozco, alegre, empática y humilde, algo que poco se ve en este tiempo.
No dejo de observar su rostro, siento gran admiración por ella, eso sin duda fue lo que más me enamoró. Su honestidad, su amabilidad, ella emana alegría, irradia seguridad y confianza. Cada vez me convenzo más de lo que quiero en mi futuro, es claro que lo que quiero en mi futuro es a ella, no me imagino otra realidad.
Se quita sus patines viejos, suelta su cabello dejando ver lo largo y ondulado que está, el color café resalta tanto como sus ojos del mismo tono, sus largas pestañas se mueven cada vez que ella me mira y esos hoyuelos en sus mejillas que se forman cuando esboza una sonrisa genera una liberación de oxitocina en mi, definitivamente su compañía se convirtió en mi momento favorito.
—¿Qué tanto me miras? —dice con sus mejillas sonrojadas—. Me estoy sintiendo un poco intimidada por la forma en que me ves.
—Te miro a ti, adicional agradeciéndote inmensamente por permitirme compartir contigo este día tan especial. —Saco una bolsa de regalo y se la entregué—. Es tu regalo de cumpleaños, no todos los días cumples veinte años. —Ella lo destapa con gran emoción, sus ojos se iluminan al ver el par de patines color neón que están frente a ella.
—Esto es muchísimo, ni siquiera en mis mejores sueños hubiese podido tener uno de estos. No debiste gastar tu dinero así, —la siseo y beso su mano.
—¿Por qué no? por mi gastaría toda la fortuna que tengo en ti, con tal de ver de nuevo esa sonrisa. —Ella se pone de pie y se acerca para luego darme un abrazo, se sienta sobre mis piernas mientras pasa su dedo índice por mi rostro.
—Te amo tanto, eres el mejor hombre del mundo, no me cansaré de decirlo. —Deja pequeños besos regados por mi cara.
Ella se sienta de nuevo en su lugar pedimos al mesero algo para beber, este es nuestro lugar favorito, tiene una enorme pista de hielo donde ella puede practicar sus acrobacias. Aquí siempre venimos a comer y de paso a ver su gran talento. Ella y yo somos de mundos distintos, ella es la nieta de la jardinera de la casa, mientras tanto, yo soy el hijo de uno de los empresarios de exportación de autopartes más importantes del país. Es claro que la diferencia social afecta, mi papá y mi abuelo son bastantes clasistas, según ellos debo involucrarme con alguien de mi estatus social. Según ellos así podría hacer que mi futuro y el futuro de mi familia sea mucho mejor. El gran problema es que a mí no me interesa el futuro sin ella, el dinero va y viene, pero el amor solo se encuentra una vez en la vida. Llevamos dos años de relación y debo reconocer que han sido los dos mejores años de mi vida.
—Está realmente delicioso todo esto, pero no debiste contradecir a tu papá. Mi abuela me dijo que escuchó cuando él te dijo que deberías ir a terminar tus estudios a otro país —dice bajando su mirada.
—Por lo que veo no te dijo todo completo, le respondí a mi papá que no. Mis estudios los voy a terminar aquí pese a lo que él dice, porque te aseguro que nada ni nadie me va a separarme de ti. —Sujete sus manos, el calor que emana desprende un magnetismo que provoca que no quiera alejarme de ella.
Deje que Amelia terminara de comer, porque faltaba todavía una sorpresa en la noche, una sorpresa que cambiaría nuestros días. No voy a dejar que pase más tiempo. Colocó la mano dentro de mi bolsillo del pantalón sintiendo como la caja que tengo allí guardada quiere salir, mis manos me tiemblan y mi mente repasa una y otra vez las letras que escribí para poder decirle todo a ella.
—Estás muy raro, te noto bastante pensativo —habla sacándome de mis pensamientos.
—Tienes razón, creo que las cosas deberían cambiar entre nosotros. Estoy cansado de verme contigo a escondidas, de fingir ante mi familia que no pasa nada, soy un adulto y creo que puedo tomar mis propias decisiones. Espero que la conclusión de esto sea tal como me la he imaginado por tanto tiempo. —Me arrodillo y saco la caja de terciopelo, ella se ríe de inmediato y tapa con sus manos su boca—. Definitivamente no me imagino la vida sin ti, quiero que seas la mujer de mi vida y la madre de mis hijos. Cásate conmigo por favor, dame el privilegio de verte despertar a mi lado todos los días. ¿Quieres hacerlo? —Cuestione, mientras cruzaba mis dedos esperando que ya diera una respuesta positiva.