Los ronroneos de mi gato se escuchan por toda la habitación, despego la vista de mi computador y veo como se sube a la cama para restregarse sobre la pantalla.
—Salem, no puedo consentirte –Acarició sus orejas con mis dedos —. Debo seguir buscando empleo si no queremos seguir siendo una carga para Jimena.
Llevaba semanas llevando mi hoja de vida a diferentes empresas, tenía más de tres meses sin trabajar y ya me sentía una completa inútil.
Jimena es mi hermana mayor, la cual me ayudaba con los gatos del apartamento; luz, agua e Internet mientras conseguía empleo.
Yo me abastezco de comida con lo poco que había ahorrado este tiempo.
Ya me quedaba poco de aquellos ahorros y mi desespero aumentaba día tras día.
Cierro mi computador al terminar de revisar algunas propuestas laborales; cuando estoy justo por levantarme de la cama, mi teléfono suena a mi lado y rápidamente lo tomó contestando la llamada.
- ¿Bueno?
- ¿Habló con la señorita Catalina Mejía?
- Se comunica con ella ¿en qué le puedo servir?
- Señorita Mejía, la contactamos de la compañía Cabal. Estuvimos revisando su hoja de vida y usted cumple todos los requisitos para ocupar el puesto de jefe administrativa en la presidencia.
- ¿Habla enserio?
- Por supuesto señorita, debe presentarse esta misma tarde a las dos en la compañía Cabal, la sub jefa de Recursos Humanos la estará esperando para darle más detalles sobre su contratación.
-Hay estaré, muchas gracias.
- A usted señorita.
Cuelga la llamada y doy un salto gritando eufórica.
La oportunidad de trabajo que necesitaba había llegado finalmente, justo cuando ya estaba por acabar mis ahorros.
Observó el reloj sobre mi escritorio, son las 1 de la tarde así que tengo los minutos contados para llegar a tiempo a la compañía.
Busco rápidamente en mi armario que colocarme, tomo una blusa de tela lisa en color blanca, una falda de talle alto color negro y me colocó el par de mis tacones negros favoritos.
Me doy una ducha rápida, busco ropa interior y me coloco lo ya escogido. Decido llevar mi cabello recogido en un moño alto haciéndole algunas ondas con las tenazas en las puntas para luego maquillarme.
Al terminar tomó mi bolso, mi portafolio y las llaves de mi auto; salgo del apartamento a toda prisa, tomo el elevador y al bajar voy al sótano por mi auto saliendo a toda marcha.
(...)
Compañía Cabal, ubicado en el centro de la ciudad de Nueva York, uno de los edificios más altos de la ciudad y una de las compañías más grande e importante del país.
Jamás pensé que me podrían considerar para ocupar un puesto en esta empresa, cuando envié mi hoja de vida lo hice por insistencia de Jimena y lo daba por nulo.
Entró a los estacionamientos subterráneos, busco un lugar donde estacionarme libre y lo encuentro justo alado del elevador.
Al bajar de mi auto presionó el botón de este y en escasos segundos abre sus puertas. Al subirme cierra sus puertas y sube abriéndolas en la recepción.
Al llegar observó toda la recepción dónde entran y salen muchas personas. Algunos empleados otros visitantes.
Me acerco al gran escritorio en medio de la recepción donde se encuentran dos chicas y un chico atendiendo llamadas, tecleando en el computador y atendiendo a quienes se acercan.
—Buenos días, bienvenida a la Compañía Cabal –El chico detrás del escritorio me sonríe –. ¿En qué le puedo ayudar?
— Buenos días, mi nombre es Catalina Mejía y...
— La estábamos esperando señorita Mejía –Toma un IPad sobre el escritorio y sale de él –. Por favor sígame, tengo instrucciones de llevarla con la sub jefa de recursos humanos.
Asiento y le sigo el paso, al llegar al elevador se hace a un lado dejándome subir primero. Otras personas suben con nosotros y él se encarga de presiona el botón con el número quince.
Luego de hacer parada en varios pisos se marca en la pequeña pantalla del elevador el número ya presionado por él anunciando nuestra llegada.
Al abrir sus puertas bajo, me sigue el paso, frente a nosotros se encuentra un pasillo y en cada lado puertas con escritorios y chicas frente a él.
Camina hasta acercarse al escritorio de la primera chica de la derecha y le sonríe.
—Fernanda, ella es la señorita Catalina Mejía, la nueva jefa administrativa del área de presidencia – Enciende el iPad y le enseña algo en el –. La señorita Marta la espera.
¿Escuche bien?
—Bienvenida señorita Mejía– De levanta y me extiende la mano con una sonrisa –. Mi jefa la atenderá en un momento.
Levanta su teléfono presiona un botón y luego de unos segundos habla.
— Lamento interrumpir señorita Marta, la señorita Mejía ya se encuentra aquí – Cuelga la llamada –
. Puedes pasar.
—Hasta aquí mi recorrido con usted señorita Mejía, bienvenida y un placer.
El chico me extiende la mano.
—Gracias a ti y solo Catalina – le extiendo la mano y le sonrió.
Se marcha caminando al elevador, la chica se levanta y camina hasta acompañarme a la puerta de la oficina de su jefa; da unos toques y luego de un suave pase, abre la puerta y me deja pasar.
—Buenos días – respondo al ver a una mujer muy joven detrás del escritorio tecleando.
Alza la mirada, me sonríe con amabilidad y se levanta de su puesto caminando hacia mí.
—Señorita Mejía, bienvenida –Me extiende la mano –. Yo soy Marta Wilson sub jefa de recursos humanos.
— Un placer señorita Wilson.
— Sólo Marta –Masculla con una sonrisa y asiento —. Hoy te atenderé yo debido a que la jefa de recursos humanos se encuentra en un viaje de negocios junto al presidente de la empresa y el vicepresidente.
Me extiende la mano en dirección a las sillas frente a su escritorio por favor toma asiento.
Tomó asiento como me lo pide, se sienta detrás de su escritorio y apoya sus manos en su escritorio.
—Necesitábamos con suma urgencia una jefa administrativa en el área de presidencia, al revisar tu hoja de vida nos dimos cuenta que encajabas perfectamente para el puesto por esa razón decidimos contratarte sin necesidad de hacerte una entrevista eso claro si aceptas la oferta.
— Por supuesto que la acepto – Sonrió nerviosa —. Pero para ser franca es la oportunidad de trabajo que necesitaba.
—Es bueno saberlo –Me extiende la mano —. Bienvenida oficialmente a la compañía Cabal.
(...)
Luego de darme un recorrido por toda la empresa volvemos al piso donde nos encontrábamos.
—En este piso se encuentra ubicado las oficinas de recursos humanos las cuales como vez son las primeras, luego siguen las de los administrativos de áreas importantes en la cual una de ellas ocupará tú y al final las oficinas de Presidencia y vicepresidencia.
Caminamos hasta pasar las oficinas de recursos humanos y nos detenemos casi justo al final.
— Está es tu oficina –Abre la puerta dejándome ver una oficina tan espaciosa como la suya en tonalidades crema con una excelente vista a la ciudad.
Entramos, observó maravillada toda la oficina hasta acercarme al ventanal y ver la gran vista de la ciudad incluso del mar.
—Bienvenida a la compañía, puedes ir poniéndote cómoda, en un instante te envío a mi asistente para que te ayude a que te pongas un poco al corriente – mira su reloj –. Falta poco para la hora de salida así que tómalo con calma.
— Muchas gracias Marta – le extiendo mi mano contestando el saludo y niega.
— De nada, espero puedas trabajar cómodamente con nosotros.
Sale de la oficina déjame completamente sola, coloco mi bolso y mi portafolio sobre el escritorio.
Unos toques en la puerta me interrumpen, camino a la puerta y la abro encontrándome a su secretaria.
— Señorita Mejía, lamento interrumpirla – me hago a un lado dejándola pasar –. Yo soy Fernanda, la asistente de la señorita Marta como sabe y estoy a su disposición.
— Gracias Fernanda, toma asiento – la invito a sentarse y me siento en mi silla –. Te agradecería que me llamaras solo Catalina.
— Esta bien Catalina– sonríe y levanta el iPad que trae –. Él asistente de la antigua jefa administrativa de esta área era Chad, pero al puesto quedar vacío se le asignó en otra área, no sé si quieres que lo reasigne ¿O quieres que te escoja una nueva asistente?
—Chad es el chico que me acompañó hasta acá ¿cierto? – asiente –. Me quedo con él, necesito a alguien que ya conozca cómo se maneja esto para que me ayude a ponerme al corriente.
— Siendo así mañana mismo lo tendrás a tu disposición –me sonríe y se levanta –. ¿Algo más que se te ofrezca?
—No, gracias por todo – me levanto y le extiendo la mano.
—Gracias a ti – se despide y sale.
Empiezo acomodar las carpetas sobre mi escritorio, abro algunas poniéndome al tanto sobre estrategias, informes de mes y cálculos de la compañía.
Observó el reloj en mi muñeca, ya son las cuatro y diez. Guardo todo acomodando lo en su lugar, tomo mi bolso observó mi portafolio y prefiero dejarlo en la oficina.
Al salir me topo en el elevador a Fernanda
junto a otra chica de su edad o un poco más conversando. Al verme me sonríe.
— ¿Algo en que le pueda servir antes de irse? –Me pregunta amablemente.
— La verdad si –Me mira curiosa –. Qué me dejes de hablar de usted y me hables de tú, créeme me harías sentirme más cómoda.
El elevador abre sus puertas y las tres subimos siendo las únicas en el elevador.
— Lo siento –Me mira apenada –. Se me hace difícil ya que a todos los jefes se les habla de usted —Su acompañante la mira extrañada –. Lo siento, Milagros ella es la señorita Catalina Mejía, jefa administrativa del área presidencia.
La chica me extiende la mano
—Señorita...
Me le adelanto al hablar
–Solo llámame Catalina, te lo agradecería y me harías sentir cómoda.
— Un placer Catalina –Sonríe y en su voz se nota que entró en confianza –. Bienvenida y espero puedas sobrevivir a víbora Black.
—¡Mili! –Suelta Fernanda en manera de reproche —. Te escucha llamarla así y te votarán aun siendo la secretaria del jefe.
—¿Quién es la víbora Black? —Preguntó curiosa y ambas ríen.
—La jefa de recursos humanos —Responde Milagros —. Julia Monte, es una Maldita bruja.
Esto último lo susurra al abrirse las puertas del elevador y llegar a la recepción.