Ailan.
-“No tienes que lavar la ropa de esa buena para nada, que lo único que sirve es para conseguir dinero para esta casa, aunque ni siquiera es la cantidad suficiente que se merece mi hijo, bien le dije que a ese niño que se casara con una heredera, o la hija de un empresario, pero mi Walter nunca me hace caso, y tuvo que casarse con una simple trabajadora con un buen sueldo, en fin, ¿Cuándo se le hacen caso a las madres?”- dijo Evelyn Patel a su personal de servicio, cuando este le preguntó que hacía con la ropa que había dejado yo en el cesto de la ropa sucia del mi baño.
No era la primera vez que Evelyn, la madre de Walter hablaba así de mí, la diferencia consistía, en que no lo hacía delante de su hijo o de mí, que esta vez yo la escuchara, pese a que mucha gente conocida me advirtiese de las críticas que ella esparcía de mí por nuestro grupo de conocidos, o a toda persona que la quisiera escuchar, fue sólo fortuito, simplemente porque, me había encontrado mal esa mañana, y no había podido ir al trabajo.
Últimamente me sentía muy mal, la menstruación la tenía desregulada, incluso llegaba a venirme dos veces en un mismo mes. Hoy por desgracia, me había levantado con fuertes cólicos, Walter no había regresado anoche, según lo que me dijo, continuaba de viaje por trabajo, así que, tras llamar al trabajo, para decirles que no asistiría, decidí quedarme a descansar.
El hambre hizo que me levantara de la cama, ya que, en toda la mañana, nadie había ido a mi habitación. Cuando llegué a la cocina esta estaba desierta, seguramente Eloísa, la cocinera de los Patel, había salido a hacer la compra, así que, tras hacerme con algo de cereales y yogur, más una taza de agua caliente con azúcar moreno, para remitir mis cólicos, me dirigí a la terraza que había cerca de una de las ventanas que daban al salón.
Fue allí donde escuché, después de estar un rato sentada en mi sillón de mimbre, mientras desayunaba en la mesa de la terraza, a mi suegra hablando con el servicio. Sinceramente no me sorprendí, hacía tiempo que sabía de su descontento, después de casi dos años de matrimonio con Walter. En más de una ocasión, sin que fuera evidente, Evelyn Patel, manifestó, con gestos, el disgusto que yo le creaba, y que, si no fuera porque, soy la que más aporta económicamente, tras morir por enfermedad de mi suegro, hace ya dos años, hace tiempo que mi suegra me hubiese echado de la casa, y obligado a su hijo a divorciarse de mí.
Os preguntaréis porqué soporto esto, a veces yo también me lo pregunto, pero la razón es muy sencilla, y al mismo tiempo, muy complicada.
Quizás para explicarla debería remontarme, a mis padres, los responsables de que yo le haya ocultado a mi marido mi verdadera identidad. Y quizás sea ese el problema, unido a que mi familia me enseñó a luchar por lo que deseo, ser una Miller no es cualquier broma, por lo que desde que me he arrepentí de haberme casado con Walter, he luchado para que nuestro matrimonio siga adelante.