?Que alguien me ayude! ?Mi teléfono inteligente no me deja pensar!
mos Khloe y yo. Y no voy a salir las
ir lastimado, mira su perf
No
en sus manos y oprim
o me puedes
que sí!
ciudadanos mantengan encendidos sus dispositi
lo que digan l
mamífero se le acerca y lo huele con curiosidad. El Teléfono comienza a emitir un agudo pitido solo audible para f
los de aseo personal y los introdu
**
las estrellas y los planetas en el cielo se ven tan claros que parece, que se pueden tocar con la yema de los dedos. Scott y Khloe se lanzan miradas coquetas cada cierto tiempo mientras la carretera serpen
nta se ha pinchado. Lentamente el joven ap
Scott sonriente - ?Traje
ontestó Khloe jugando c
ra cambiar la llanta. Khloe se baja del carro y camina
cia Khloe, y queda fascinado al ver como la silueta de el
ijo Scott tomando suavement
estó ella c
idad, Khloe, tenerte aquí y
én – Cont
e intercambiando saliva. A lo lejos, entre las ramas de uno
de aspecto aterrador mirándola fijamente
mó al se?alar en dir
onos – Contestó tranquilo Scot
e tornan azules a medida que s
**
u padre, y la usa para escaparse de la sociedad y sus máquinas parlanchinas de vez en cuando. Nunca antes había traído a una mu
cargó hasta la habitación del segundo piso. Allí la desnudó y le hizo el amor sin descanso por dos horas sin inter
los lobos se levanta en dos patas y arrastra la peque?a maleta roja de Scott para afuera. Toda la manada muerde la maleta hasta abrirle un huec
nado. El lobo, aun con el teléfono en su hocico, mira hacia la escalera. El teléfono detiene el ruido. El sonido propio de una nalgada se escucha en el segundo piso "?Splash!". El animal deja el aparato s
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lera rubia esta desordenada, un mechón le cubre su ojo izquierdo. El maquillaje que adornaba su juvenil rostro, está ahora esparcido p
un celibato no buscado, que está dispuesto a enterrar para siempre. El joven está empe?ado en que