La Novela Prohibida
se cuestionan las ordenes del régimen, aquí se siguen, ?y punt
l pavimento frio. ?Como odio a estos zombis! – Musitó para sí el detective, cuando e
saborear los placeres de la libertad. Las almas dejadas atrás por el régimen deambulan sin rum
e aquí vivía era triste, ?Eh? –
ezongó Scott, pues la compa?ía de Oliv
por el régimen pasaban en frente de sus ojos; hombres, ni?os, mujeres, ancianos, todos felices y libres. Todos ellos hacían contacto visual con él, algo que no sucedía en las ciudades controladas por el régimen, pues allí nadie
o coreografiado, un pasillo se abrió en frente de Scott. El detective se quedó quieto, como si estuviera congelado, todos lo voltearon a ver, Scott bajó su mirada acongojado por la atención. Un hombre empezó a travesar el
pero empu?ó su mano; ?A d
?No? Allí te llevo – Cont
re de negro. Y ambos caminaron el pasillo hasta
ctive asintió, y se dispuso a entrar, pero ante
raremos con el régimen hasta donde nos s
a asentir y
bre vestido de negro estaba sentado frente de él mirándolo fijamente, esta mirada profunda le hacía sentir incomodo, pero la soportó por urbanidad. De pronto,
estó a la defensi
ano no puedes ver aun, l
tes que sus ojos fueran tapados por una tela negra, Scott alcanzó a ver sobre la entrada de la
ado allí, le advirtió el hombre a Scott, hay un desnivel. Gracias musitó Scott. Los pasos de ambos hombres retumbaron con un eco sonoro en las paredes que los circundaban. ?A dónd
humano, y hoy, allí, en el medio de la nada estaba confiando en un desconocido. De pronto, algo rasgo la mang
mi culpa – Con
su pecho, eran dos armas antiguas, alguien apuntaba directamente al pecho
a voz femenina de una se
de la verdad, todo cuanto vais a ver te sorprenderá, sabréis que vuestra vida presente n
loroso Scott contestó:
de la pistola dispararse, pero al estar vacía, solo fue un seco ?clic! La mujer le dio la otra pistol