Marylise
Corrí lo más rápido que pude, necesitaba encontrar un lugar para esconderme, pero no encontraba ni uno que estuviese cerca; me alejé lo más posible, caminé sin rumbo por horas, lloré hasta quedar seca por dentro, derramé lágrimas hasta que mis ojos me rogaron que parara, recordé momentos vividos a su lado hasta que mi mente me dijo que era suficiente, me hice daño a mí misma hasta que mi corazón me suplicó tregua; y le hice caso...
... Dejé de huir, dejé de llorar, dejé de lastimarme, dejé de sentir.
*
Hoy soplé las velas de un pastel hecho por mis amigos, me dijeron que pidiera un deseo mientras cantaban alegres al unísono una canción dedicada para mí, no supe qué pedir entre tantas opciones.
¿Dinero? ¿Cosas materiales? ¿Amigos? ¿Permisos? ¿Salud? ¿Amor? ¿Felicidad?... ¿olvido?
Soplé hacia la última, la número 17, pero no deseé nada, no lo hice porque lo que deseaba que pasara no se cumple apagando velas de cumpleaños.
*
Un chico se acercó a mí, le interesé, vio algo en mí que le pareció atrayente, él solo era un año mayor; era lindo, atractivo, respetuoso y algo cariñoso a mi parecer.
Mis amigas me animaron a aceptar su invitación, me animaron a aceptarle entrar a mi vida.
Le di una oportunidad, nos conocimos, salimos un par de veces, me pidió que fuese su novia y yo acepté.
A su lado todo era genial al principio, él era un chico lindo y atento, se preocupaba por mí, por mi bienestar. Me procuraba todo el tiempo, era detallista, amable, me hacía sentir como si fuese una persona por la cual deberían preocuparse y brindarle afecto.
Parecía por un momento que todo era perfecto, hasta que logré darme cuenta que, no porque algo sea perfecto significa que esté bien.
Lo intenté, en verdad lo intenté, pero no funcionó, no estábamos listos, no nos conocíamos lo suficiente...
... Terminamos a las pocas semanas.