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La ciencia de conquistar a un deportista

La ciencia de conquistar a un deportista

HollyGeist

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3
Capítulo

Brianna Lowell quiere conquistar al jugador de basquetbol, pero es demasiado tímida y torpe para interactuar con él. Austin Finnegan es un experto en las chicas. Es el capitán del equipo de basquetbol. Pero muy malo con los números. Física, química, matemáticas, si, eso no es para él. Y Brianna, uff, es la mejor. Tiene los mejores promedios en esas materias. Se necesitan el uno al otro para completar sus propios objetivos. Él necesita aprobar sus materias suspendidas para que no lo saquen del equipo y perderse la capitanía. Ella desea con el alma conquistar a su amor platónico. Austin la ayudará a conquistar a Connor, a cambio de que Brianna sea su tutora. ¿Podrán cumplir sus objetivos juntos? ¿O sus planes comenzarán a cambiar a medida que se vayan conociendo más a fondo?

Capítulo 1 El frío

BRIANNA

Creía que el frío era lo mío. Éramos uno. El frío y yo contra el mundo. Brinny y un gorro de lana. Guantes y abrigo de felpa con Brianna, como el título de un espectáculo de comida en vivo. Pero estaba equivocada, muy muy equivocada. El frío es traicionero. Apenas salí del club me atacó.

Después de mi sesión en la pista como todas las tardes, recibí el llamado de mamá avisándome que debía volver a casa porque tenía que salir y alguien debe quedarse con Maya. Es nuestra perra, está vieja y la operaron de la vista hace unos días, tenemos que cuidarla siempre para que no se haga daño. Por lo que mi vuelta a la pista terminó antes de lo previsto. Una vez vestida salí al estacionamiento por mi auto sin especular que la temperatura había bajado como, no sé, ¿doscientos grados?

El viento helado rugió y me movió hacia la derecha involuntariamente. Había olvidado mi abrigo -mamá me mataría, por cierto- y mis guantes por lo que me estaba congelando. Solo mi gorro tapaba mis orejas y agradecía a mi sentido común por haberlos traído.

Conduje a casa con cuidado, comenzaba a nevar y odio conducir con nieve. Y con lluvia. Y de noche. Y de día también. Odio conducir, en resumen. Me aterra tener un accidente y morir, o quedar paralítica. Mejor ser precavido.

Apenas entré a casa mamá me esperaba enfadada. No estaba preparada para echarme un regaño, pero justo cruzaba por el pasillo cuando ingresé temblando y cubierta de nieve, por lo que no fue muy difícil deducir lo que había ocurrido con mi torpeza y yo.

—¡Brianna Sophia, dime por el amor a Cristo que no vienes así de desabrigada de la calle!— ya estaba con las manos en la cintura y un pie golpeando el suelo.

—Salí tan apurada que se me olvidó el abrigo.

—¿Cómo se te va a olvidar el abrigo? ¿Estás demente?— me acerqué a ella con una sonrisa inocente—. No, no, no me sonrías así. Me a darte una ducha caliente y que sea rápido que ya me tengo que ir.

—¿Qué ocurrió?

—Encontraron a la madre de la niña de mi caso, quiero estar presente.

Mamá es policía. La mayor parte de su trabajo la enviaron a las oficinas del sector de registro de evidencias. No porque mamá sea mala en su labor, sino porque se involucra demasiado y eso le trae problemas. Por ello su jefe prefiere tenerla archivando evidencias en vez de estar en las calles. Sé que ella ama su trabajo, pero también sabe muy bien que estar en el banquillo también le hace bien.

En cambio, papá no. Él no se involucra en nada y eso también está mal. No siente nada de nada y aunque para él y su salud mental está bien, para los demás no. Y a veces no está bueno, porque es cirujano ortopédico y su trabajo se basa en conectarse con las personas.

Por ejemplo, ahora está en cirugía hasta la medianoche y volverá a casa más tarde, él nunca se queda con el paciente para supervisar que todo haya salido bien, tiene muchos estudiantes que hacen ese trabajo por él. Lo bueno de todo esto, es que pasa más tiempo conmigo.

Mamá toca la puerta del baño para avisarme que se irá y rato más tarde salgo de la ducha - ducha caliente y relajante - para ir en busca de Maya, mi perrita.

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