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Capítulo

Jacob Maslow es un psicólogo con una vida muy aburrida, día tras día se la pasa lamentando el hecho de haber elegido esa profesión por presión de su padre, y escuchar los malditos problemas de la gente. Pero todo cambia cuando un día la conoce a ella, Peython Lewis, una joven que ha sufrido maltrato intra-familiar durante toda su vida, llegará a su destino para poner su mundo de cabeza. Él hará todo por ayudarla porque ella es especial. Ella provoca esa sensación que James jamás creyó posible sentir. Él hará hasta lo imposible por sanar sus miedos porque ella es tan banal... tan...Diferente.

Capítulo 1 Capitulo 1

Jacob Maslow.

Otro dia mas de trabajo.

Otro día más agobiado con el problema de las personas.

Otro monótono día lleno de mierdas ajenas.

Siempre la misma rutina:

Llegar, saludar a la secretaria y escuchar problemas tras problemas.

¡Qué genial! ¡Carajo, amo mi profesión! ((Nótese el sarcasmo por favor))

Diablos Jacob ¿por qué tuviste que elegir esta profesión? Ah ya lo grabé, por complacer a tu padre...

Y ni tanto apareció el gusto, espero que desde la tumba estés orgullosa, papá.

Mi maldita vida es un martirio rutinario.

No asisto más a fiestas y ni siquiera me interesa salir a follar a mujeres como antes, solo quiero encontrar a una chica, enamorarme de ella y tener una hermosa familia.

¿Es tanto pedir?

Pfff mierda, sueño como un maldito desesperado.

Hasta romántico y todo me volví....que tontería.

Si tan solo hubiera elegido ser pintor quizás esta porque no me estaría pasando, por supuesto que no, sería miserablemente feliz.

Suelto un suspiro y veo el nombre de la paciente que atenderé hoy:

Nombre y apellido: Peython Lewis.

Edad: 18 años.

Nacimiento : 26-09-2001

Número de cita: inicial.

Descripción: la paciente prefiere no dar detalles.

Vaya, ahora tendré que lidiar con una adolescente hormonal.

Vuelvo y repito: ¡Yei! Amo mi profesión.

Maldito seas Maslow.

Nuevamente respiro hondo y trato de mentalizarme:

Bien, ya sabes Jacob sonríe y trata de caerle bien a la chica. Sé amigable y trata de ganarte su confianza. Asiente a todo lo que ella te diga, hazla sentir como en casa.

Siento como golpean la puerta.

—Adelante—me limito a decir con voz firme.

—Señor Maslow, la paciente Peython Lewis ha llegado— el tono de mi secretaria resuena en mis oídos.

—Perfecto, hazla pasar— contesto cortés.

Oigo unas leves pisadas.

—Adelante— dice Gissel.

Siento un leve caminar hacia mi.

—Pasa y toma asiento por favor—

—De acuerdo— responde una voz levemente aguda.

—Ahora dime, Peython que es lo que te presentó hasta aquí...—no termino la frase ya que al levantar la mirada me quedo embobado.

Tiene un cabello castaño, unos ojos color á hermoso inocentembar increíbles, y una cara bellísima, tan angelical e. Parece ser de una estatura medianamente pequeña...le queda perfecto.

—¿E-está bien?— pregunta ese ser quien me dejó sin hablar.

-¿Ah? Si mmm lo s-siento—

Tartamudeando ¿yo?

Sacudo mi cabeza por mi poco profesionalismo. Nunca me ha pasado una cosa así, y debo evitarlo a toda costa. Si no me controlo pensará que no soy nada serio.

—Dime Peython ¿por qué estás aquí? ¿Que es lo que te llevó a tomar la importante decisión de acudir a terapia?—traté de sonar lo más formal posible.

—¿En resumen? Mi vida es un asco, según mi madre y mi hermana soy un desperdicio, y ni hablar de mi padrastro—su tono frío ya la vez triste hace que algo dentro de mi se conmueva.

Me siento inquieto. Esto no debería ocurrir.

—¿Por qué dice eso? Si para tu madre fueras un desperdicio, no te pagaría la consulta—interrogo desde la lógica comunal, es decir, apenas tiene 18, aún debe ser estudiante.

—La consulta no la paga ella—se queda en silencio—yo-yo trabajo ya que ella se niega a darme un solo plato de comida—me quedo sin palabras, no tengo que decir.

Simplemente no lo puedo creer.

Es decir ¿quién se niega a darle de comer a su propia hija?

Y menos si es a ella que parece ser tan..linda.

Decido no hacer comentario alguno, a medida que exploremos más su historia sabré si verdaderamente la historia que me cuenta es real.

No es que diga que está mintiendo... pero...

—Oh....¿Por qué crees que ella es así contigo? dime ¿Para que estás aquí el día de hoy? ¿Que es lo que buscas¿—

No sé si he elegido las palabras correctas, pero al oír su respuesta creo que no lo he hecho

—¿No es rara su pregunta?— me observa arqueando una ceja.

¿Qué es lo que buscas? ¿En serio? .

Imbécil...

—Me refiero a... Que me cuentes más, quiero saber como te hace sentir eso—

—Pues mal... Desde que tengo memoria mamá siempre me ha tratado mal, mi padre falleció cuando yo tenía 6, era él único que me entendía y... Me quería— su tono baja poco a poco.

Puede ser posible ¿que me afecte de una u otra manera esto? Verla así, tan vulnerable me hace querer abrazarla y no soltrla nunca más.

Eso sonó tan estúpido...

Ya basta Jacob, es una niña por Dios...

—Me siento sola, estoy sola, mi mamá se casó con un tipo a las dos semanas de haber muerto mi padre y con ello, llegó mi "hermanastra" quien es dos años mayor que yo y me odia—

Sus manos se aprietan con fuerzas en puños.

Su ira se puede percibir a kilómetros al igual que su impotencia.

Sus gestos la delatan en su totalidad. Desea estallar al mencionar a dichos sujetos.

—Siempre me han tratado como basura..—

Eres de todo menos eso..

Es decir... Ya mejor ni hablo.

—¿Y tu padrastro? ¿Qué hay de él?—

Noto que con mi pregunta Peython se tensa y su respiración se hace cada vez más rápida.

—Es alguien tan... Asqueroso, no tiene idea de cuanto lo desprecio—

Me sorprende el tono envenenado que usó, pues la joven parece totalmente inocente y pura.

Es totalmente inocente y pura... Un pobre Ángel caído que ha tenido que sufrir... diría algún poeta torturado por el amor.

Parezco un total demente pensando de esta forma...

Que irónico. Los psicólogos estamos más locos que los pacientes mismos.

—¿Por qué lo odias tanto?—por primera vez en toda la sesión, me ve a los ojos.

Y la observo. Me tomo ese privilegio.

Observo ese hermoso color y ese brillo de tristeza que lo acompaña.

Me encantará sanar ese dolor.

Si es que ella me lo permite.

—Es algo de lo cual no quiero hablar—dice negando—al menos no por ahora —

Dejándome con la intriga decido cambiar de tema, y comenzar con todo esto.

—Bien Peython, primero que todo quiero que sepas, que a partir de este momento no estás sola y que aquí estoy yo, para ayudarte y escucharte— me digo las palabras claves las cuales les trasmito a todos mis pacientes al comenzar la terapia.

—Por supuesto que lo hará, es decir, para eso le pago ¿no?—

Suelta esas palabras con seguridad y un hilo de inocencia, sé que no quiso sonar brusca y de un modo u otro, tiene toda la razón.

Quiero reír por su respuesta pero no me lo permito.

No sé cómo será su reacción.

Pero al mismo tiempo, quiero que sepa que aquí estoy, que ella a partir de este momento se convertirá en mi prioridad, o al menos una de ellas, el sanarla.

Porque este sentimiento es lo que he estado buscando sentir hace tiempo.

Esto que siento es algo nuevo y único que jamás he sentido y no voy a dejar que se escape.

A partir de ahora, por más loco que suene. Peython Lewis será aquella razón por la cuál vendré y estaré esperando.

Porque sé que es ella la indicada y sé que sus ojos brillantes de tristeza y molestia son mis ganas de resurgir y vivir algo nuevo.

Aunque esto parezca loco.

Así será.

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