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Diosa de la Muerte

Diosa de la Muerte

Morgan Mikaelson

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Capítulo

Hela Lombardi ejemplo de mujer sumisa, compañera y ayudante de su esposo, buena hija, empresaria. Y el mayor fraude de todo Italia, detrás de esa fachada de buena mujer, se esconde uno de los Capo más importantes de la mafia Italiana, sanguinaria, manipuladora, egoísta, cruel y uno de los delincuentes más buscados. Con ella como Capo di tutti Capi la Cosa Nostra estaba encabezando la lista de las mafias más peligrosas del mundo, sus soldados la llaman la Diosa de la muerte debido a su historial sanguinario. Pero un enemigo regresa a intentar bajar a la Diosa de su altar, el pasado toca su puerta, trayendo un viejo amor que creía perdido. Stefano Rinaldi regresó de entre los muertos con intenciones de acabar con el reinado de la Diosa. ¿Lo conseguirá? ¿Podrá el viejo amor de juventud provocar algo en el frío corazón de la Diosa de la muerte?

Capítulo 1 Prólogo

La noche es fresca y el ambiente de la fiesta un poco aburrido, Frank, como es normal se está pasando de copas y está tornándose un poco pesado.

Inhala, exhala, inhala, exhala

Repito mi mantra una y otra vez, hasta calmarme.

—Cariño, creo que ya bebiste suficiente por hoy —le comento con una sonrisa, alejando la copa que planeaba beber.

—Tú no eres nadie, para decirme lo que puedo o no puedo hacer —responde alzando la voz, provocando que todos giren hacia nosotros.

Aquí vamos otra vez, maldito borracho.

Mi subconsciente no le tiene mucho cariño a mi esposo.

— No te estoy mandando, solo creo que ya fue suficiente por hoy, que te parece si nos vamos y continuamos en la casa.

Justo antes de que diga algo lo interrumpe su secretario y su hermano.

—ministro, deténgase antes de haga una escena, acuérdese que estamos en etapa de votaciones, no le conviene.

—Frank por amor de dios, no vallas a arruinar todo el trabajo y el tiempo invertido en tu campaña electoral, te juro por dios que si lo haces te mató y no me importa que seas mi hermano —luego Jake, deposita sus ojos en mí o mejor dicho en el escote de mi vestido y luego de par de segundos que le toma reaccionar, se dirige a mí con una voz más cariñosa. —Hela cariño, creo que mejor se retiren, vamos los acompañó afuera.

Realiza un ademán de colocar su mano en mi espalda y Frank se la detiene en el aire.

-No toques a mi mujer. —gruñe

Me toma del brazo y me lleva fuera a la recepción del Hotel, Mientras esperábamos que Tobías fuera por nuestro coche.

—Te dije que no me gusta que te vistas así —señala mi vestido — pareces una maldita ramera, no una esposa de un ministro.

—No entiendo que te incómoda, mi vestido es recatado y bastante largo.

— Y te atreves a contradecir lo que digo. — alza la mano para pegarme y cierro los ojos esperando el impacto, pero nunca llega.

Abro paulatinamente mis ojos y me encuentro con esos ojos café que atormentan mis sueños.

— Stefano —, pronuncio en un susurró con un hilo de voz y mis ojos se llenan de lágrimas

— La mia piccola principessa —me dedica una de esas sonrisas que son capaces de alumbrar el más oscuro de los días. —No creo que este sea el cuento de hadas que querías vivir principessa.

— Y quien Carajos eres tú, suéltame antes que te mande a matar — Amenaza Frank sin saber con quién se está metiendo.

Stefano lo suelta y lo arroja al piso y saca una Sig-Sauer P-226 y lo apunta

—Deberías ser más amable con la dama que te acompaña y tratarla como la diosa que es o de lo contrario te voy a enseñar modales.

Guarda el arma y le da algunas patadas, mientras Frank se retuerce en el suelo de dolor, miró a mi alrededor y veo que las personas están empezando a notar lo que sucede y decido interceder y me pongo frente a Stefano.

—Detente por favor, es mi esposo, no le hagas daño.

—Esta merda no merece tú compasión principessa, esta no es la vida que quería para ti.

—Quién te crees que eres para opinar de mi vida, tú estabas muerto, yo te creí muerto, lloré tú partida y te olvidé, no entiendo este regreso desde la tumba a querer disponer de mi vida. Así que puedes largarte por donde viniste.

— Sigues siendo la misma de siempre princessa, me alegro de verte.

Lo veo alejarse y siento otra vez como se rompe mi corazón con su partida. Solo que está vez tengo la certeza de que lo volveré a ver y que ya no soy la misma de antes.

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