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Historias paranormales

Historias paranormales

Amine

5.0
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1.2K
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5
Capítulo

Este libro esta basado en relatos de terror algunos son reales.

Capítulo 1 EL PERDON DE UN ALMA EN PENA

Doña Susana una mujer de 70 años, vivía sola en su casa en el sur de la ciudad, solo tuvo un hijo el cual, en vida solo le dio dolores de cabeza, desde muy joven, mostro sus instintos hacia lo malo, haciendo padecer terriblemente a su mamá, pronto se juntó con la gavilla de la colonia, robando a los colonos y metiéndose al narcomenudeo.

Seguido iba a ver su mamá, para llevarle dinero, el cual casi siempre rechazaba, debido a la procedencia ilícita del mismo.

—Lárgate con tu dinero lleno de sangre, me sobra y me basta con mi pensión y con eso tengo

—Mamá, mira se lo que hago porque te hace falta para tus medicinas, sé que ha andado enferma y no es bueno que sigas así

—Ya me las arreglaré, como siempre te digo, yo quiero a un hijo pobre y honrado no a un delincuente

Sin decir nada, Octavio su hijo, se iba triste, sin embargo, siempre ambicionaba vivir bien, de más chico era un problema tras otro, no duraba en ninguna escuela, siendo el penar de Doña Susana, aun a pesar de ello, siempre lo amo como toda madre.

Su angustia creció cuando ya en su mayoría de edad, participo en un atraco a un banco, visitando por primera vez la cárcel, asustada, su mama casi a diario lo veía, pero su hijo lejos de mostrar pena, se ponía más y más duro y difícil, los mafiosos a quienes ayudaba Octavio lograron sacarlo rápido.

Una de tantas tardes él iba a ver a su mamá, la cual, lo abrazaba y charlaba largo rato con él.

—Hijo, ¿Hasta cuándo sentaras cabeza? Mira que un día de estos no veras la luz de un nuevo amanecer

—Mira mami, ya estará de Dios, yo no puedo renunciar a esta vida, además pues ya tengo mujer y nos iremos para otro lado a vivir mejor, lejos de la pobreza y amarguras

—Pero hijo, yo no vivo infeliz, si es verdad que voy al día, pero, yo no ando con miedo en la calle o brinco si veo venir una patrulla, ¿Cómo es posible que esa vida te guste?

—Pues es mi destino, pero recuerde que, si algo me pasa, todo el dinero está en una cuenta, que nadie sabe solo usted en caso de que yo pase a mejor vida

—A mi ese dinero no me importa, solo tú, preferiría que fueras un hombre humilde que un matón lleno de lujos

Mucha lágrima derramaba Doña Susana, ante la carrera delictiva de su hijo, constantemente caía en el reclusorio y así como entraba salía, curtiendo su alma cada día más oscura y perdida.

Una noche, tocaron a su puerta, asustada ella fue a abrir, entro su hijo herido de bala, aterrada lo ayudo a entrar.

¡¡¡ Hijooo!!! ¿Qué paso?

La policía mami, estábamos metiendo unas cajas con mercancía de contrabando y nos madrugaron, como pude llegue aquí, no creo durar mucho, pero, solo vengo por tu bendición

Su mamá, lo acomodo en su cama, fue por su biblia y rosario, empezó a orar mientras sus lágrimas no dejaban de salir, unos fuertes toquidos la asustaron, pero cuando miro a su hijo, él ya había fallecido, abrió la puerta y en un instante un ejército de policías y médicos estaban, ahí.

Antes de que el servicio médico forense se lo llevara, Doña Susana lo persigno por última vez, beso su frente y solo sería esperar, el tiempo marcado por la polica para poder velar el cuerpo de Octavio.

Después de mucho papeleo y preguntas y más preguntas, para comprobar que su mama nada tenía que ver en los actos delictivos de su hijo, le entregaron el cuerpo, al velorio asistieron pocos familiares y la policía mando gente para protegerla, en caso de que desearan hacerle algo.

Y tal como se lo prometió Octavio, había una cuenta en el banco en la cual, parte del dinero que aparto su hijo lo puso a su nombre, lo utilizaba para sus medicamentos, momentos muy amargos vivió ella, cada noche era verlo, se refugió más que nunca en la religión, para encontrar consuelo y paz.

Una tarde que caían las primeras sombras de la noche, venia de comprar su pan, en eso vio unos tipos que la seguían, al darse cuenta de ello, apuro el paso, pero los hombres la agarraron y recargaron contra la pared.

—Desde hace tiempo la venimos siguiendo, sabemos que su hijo tiene dinero que no le corresponde, ¿Más le vale que diga dónde está? Al tiempo que le apuntaban con una pistola

Pensando Doña Susana que acabarían con su vida, una voz conocida por ella les grito:

—¡¡¡Aléjense de ella o les pesara!!

Al mirar, observaron que era Octavio, que pistola en mano los apuntaba

—¡¡Pero si tu estas muerto!! Dijeron asustados

Al dispararle, las balas nada le hacían, aterrados miraban esa mirada perdida en los ojos de Octavio, el cual descargo su arma matándolos a todos, presa del pánico su mama lo miraba sin entender.

—Calma mi Jefita, le jure que nunca la dejaría y aquí estoy, ya sabe aquí tiene a su ángel guardián, aparte es un modo de pedirle perdón, usted siempre fue santa, buena, noble, yo solo un mal alma

—Hijo, tu sabes que una madre siempre perdona, porque sé que tú eras bueno, solo Dios puede juzgarte yo no, para mí siempre serás mi hijo muy querido

Sonriendo y llorando muy conmovido Octavio abrazo a su madre, despidiéndose y perdiéndose en las calles, mientras Doña Susana, caminaba emocionada de haberlo visto.

Los años pasaron y Doña Susy, más grande y cansada se veía, una noche que rezaba ante la imagen de cristo, hizo esta petición:

—Señor, espero me lleves pronto a tu lado, para que pueda estar con mi hijo, ves que soy un costal de huesos viejos, perdone a mi hijo y sé que tu harías lo mismo, aunque él no se lo mereciera

Al terminar de orar, se acostó y al dormirse, unos pasos se acercaron a su cama, al abrir sus ojos, miro alegre a su hijo el cual le extendía su mano.

—Jefecita chula, vengo por ti, para que me acompañes allá arriba, dijo sereno Octavio

Sonriente, Doña Susana, camino junto a su hijo, una luz caída del cielo los seguía, en esa calle vacía y finalmente el perdón de un alma en pena llego y así en gran parte redimir su dura y pesada existencia de Octavio.

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