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La Novia del Hijo del Presidente

La Novia del Hijo del Presidente

Abd

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Capítulo

Existe una teoría muy conocida. Es llamada "La inevitable atracción". Es la creencia de que los polos opuestos se atraen, es decir, que dos personas totalmente opuestas, sienten una fuerte atracción la una por la otra y, es más, se complementan y consiguen ser una relación "perfecta". ¿O no? Maximiliano es todo lo contrario a lo que debería de ser el hijo de un candidato a la presidencia y cuando su padre consigue su meta, el equipo presidencial le aconseja hacer algo con su primogénito de mal comportamiento. La cosa era clara: Necesitaba una novia que le diera esa apariencia de normalidad a su desbocada vida y así dejará de arruinar a su papá. Él ama la fiesta, la rumba y los tragos. Ella es un alma vieja con un inmenso amor por la naturaleza y el arte. Tan distintos, tan opuestos... Quizás esa es su similitud: Lo que no tenían en común. Obligados a fingir una relación, esa hippie y ese viejo gruñón empiezan a darse cuenta de que forzandolo o no, los opuestos terminan atrayendose entre sí. Y aunque la gente se oponga... La novia del hijo del presidente llegó para quedarse. ROMANCE +18. STEAMY STORIES.

Capítulo 1 -1-

Y cuando te besé, yeah

Sentí que toqué el cielo, uh-oh, oh-oh

Y no me equivoqué, no-no-no, no-no-no

Porque lo haría de nuevo, ay de nuevo, ay de nuevo

Forever alone pero te vi a vo' y el mundo cambió

Ya no pienso en na'

Siento una emoción y bailar con vos

Es lo único que ahora me importa

–¡Sí! –Alzaba las manos al aire mientras bailaba disfrutando de las luces que empezaban a marearle y de la música que inundaba sus oídos.

He ahí al hijo de el recién electo presidente.

Y es que mientras la familia Terracota celebraba junto a todo su equipo de trabajo el haber conseguido la Presidencia de la República Independiente de Portealí, el primogénito y descarriado Maximiliano estaba de juerga con sus amigos en una disco de la ciudad alejado de todo lo que le resultara familiar.

Belén tomó su camisa y lo jaló mientras él sonreía a todo el mundo.

–¿Qué te tomaste, Max? – le preguntó ella y él bufó.

–¿Qué?¿No puedo estar feliz por la victoria de mi padre? – sonrió burlón y besó la mejilla de su amiga– Vamos, no seas amargada, ¿Quieres?

–Lo soy porque te cuido– afirmó ella tomando su mano y él la ignoró saludando a Pía y a Erick que lucían tan embriagados como él.

-¡Maxi!

-¡Maxsor!

Él se rió de ambos. Belén era la única amargada ahí y debía de encargarse de que cambiara el semblante.

–¿Por qué no vamos a otro lado, chicos? – sugirió y sus amigos le miraron a la expectativa de que sugiriera algún buen sitio a dónde pudieran ir– ¿Y si vamos a la playa?

–¡No! ¿Cómo crees? – dijo Belén horrorizada– Mejor vamos a tu casa, debes descansar de una vez, Max, tu padre te matará por la mañana- apostó y Pía hizo bulla.

-¡Ay, qué aburrida eres, enserio, eh! – dijo haciendo que Belén le enseñara el dedo del medio.

-¡Belén, pero si la idea de Max es buenísima!- apuntó Erick y ella bufó.

–¿De qué me perdí? –dijo Carlos uniéndose a la charla mientras abrazaba el pecho de una chica.

–De nada, nos vamos a la playa– dijo Maximiliano sonriendo y Belén alzó las manos.

–Excelente, me voy sola entonces.

Todos alzaron la mano despidiendola a excepción de Max quien envolvió su cintura para no dejarla marchar y aunque ella tuviera cara de enojo eso le gustaba demasiado, el sentirse importante para él cuando era el mayor patán de el mundo al estar sobrio se hacía un poquito más ligero cuando tomaba alcohol, eso si no fuera por sus ideas alocadas y estúpidas.

–Vamos, hermosa, no sería lo mismo sin ti– aseguró él enseñándole un puchero.

–Claro que será lo mismo, sólo no estaré yo regañandote como si fuera tu abuela– replicó furiosa y él la abrazó haciendo que su corazón latiera con fuerza.

–Si no vas, ¿Quién estará ahí para cuidarme? – preguntó él usando todas sus artimañas.

–¿Así que eso soy para ti? ¿Una salvavidas?- preguntó ofendida y él suspiró dejando de lado la diversión.

–No me cagues la noche, Belén, que sabes que no tengo paciencia– dijo con total seriedad y ella tragó grueso– ¿No quieres venir? ¡Pues bien! Tampoco voy a rogarte, estás pasada de loca– aseguró y no tardó más de cinco pasos en sentir su mano rodear la suya mientras caminaban ambos de vuelta al grupo que esperaba para ir o no a seguir con el desorden en otra parte.

Así era nuestra relación: Algo tóxica, algo dependiente pero muy, muy honesta y sincera.

–¿Y bien? ¡Vamonos! –dijo alzando ambas manos y animando al resto a seguirle como siempre hacían, era, después de todo, un líder.

.

.

.

La familia Terracota tomaba el desayuno junta. Bueno, a excepción de uno de ellos.

–¿Dónde está tu hermano que no baja a comer? –Emilio le preguntó a Danna y la chica se encogió de hombros. Utilizaba aún su uniforme escolar pero no por mucho tiempo, en apenas unos tres meses se graduaría por fin y dejaría a un lado las camisas blancas y las faldas a cuadros, anhelaba dejar de verse como una muñeca de anime.

–No lo sé, debe de tener algún daño estomacal– dijo ella sin parpadear y su madre, Mabel, lanzó frente a ella la tablet.

–¿Por qué le encubres? –reclamó a su hija quien empalideció y miró a su esposo– Ni siquiera durmió aquí, Emilio. Nos mintió, de nuevo– dijo furiosa– Prometió que iría a la fiesta y cuando llamó para decir que le dolía la panza esto fue lo que pasó– El Presidente veía las fotos con los dientes apretados. Salía su hijo sin camisa, rodeado de su grupito de amigos de siempre en una discoteca, bailando, disfrutando. En la siguiente se veía que estaban en la playa, él bufó lanzando el aparato de nuevo a la mesa.

–¿Tú sabías algo de esto? –le preguntó a Danna quien negó con la cabeza– Claro, ¿Cómo ibas a saberlo? –murmuró Emilio resignado– Si tu hermano es un jodido dolor de cabeza por su cuenta, ¿Para qué involucrarte a tí, no es así? –hablaba con ironía, era su refugio para no explotar de cólera. Necesitaba paz mental, sobre todo ahora que todo el estrés de su cargo le caería encima.

La puerta principal se abrió. Escucharon unos pasos y Emilio se puso de pie con paciencia, secando su boca dando por finalizada la primera comida del día.

-¡Buenos días familia!- dijo Maximiliano con una sonrisa, saludando a los tres completamente empapado y con una cruda palpable a kilómetros de distancia- ¡Eh, Presi! ¡La buena, señor Terracota!- dijo aplaudiendo a su padre quien suspiró pesadamente mientras Danna anticipaba un tsunami en esa casa.

–¿Disfrutaste anoche, hijo? –preguntó con enojo disfrazado. Max besó la frente de su hermanita antes de responder.

–¿Eh? Sí, es que... A eso de las doce me sentí mejor– rascó su cabeza mientras daba aquella barata excusa- Entonces llamé a los muchachos, todo se planeó de golpe, pa' – se excusó y Emilio asintió pensativo. –Voy a dormir un poco, ¿Bueno? Es que la barriga me está doliendo de nuevo- dijo apretandose el abdomen mientras se alejaba con paso veloz a las escaleras.

–No puedo creer que no le digas nada– dijo Mabel ofendida con su marido quien la miró sobre el hombro.

–Tú cállate, que yo sé lo que hago– aseguró Emilio saliendo de la casa a hacer de su primer día como Presidente de la Nación algo fabuloso.

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