Cayetano Lumbi un exitoso hombre de negocios, conoció a su ahora esposa Sara Esquivel, una mujer aristocrática, con un buen desempeño educativo, potencial heredera de los acomodados Esquivel de la Mantra, una prestigiosa familia del Oeste de México.
Su fortuna se basó mayormente en la ganadería de extensas tierras llenas de riquezas y minerales de mayor demanda, sumado a qué Cayetano Lumbi era un fuerte Empresario creador de autos de última generación
Siendo Cayetano Lumbi el único hijo de sus padres, no tenía con quién competir por la enorme fortuna de la familia.
Así cuando él y Sara Esquivel se conocieron, contrajeron matrimonio, ámbas fortunas se sumaron y se engrandecieron la fortuna familiar en más del doble que era.
Solo les haría falta algo que adornara el pastel de la vida de estas dos personas.
Tener hijos...
Estando casados por cinco años, por fin Sara Esquivel quedó embarazada, era tanta su alegría que no quiso saber el sexo del bebé y se retiró a las Selvas entre Brasil y Venezuela.
Allí al cuidado de una partera, Sara se refugió para estar en un ambiente tranquilo y saludable.
A la hora del parto, esto fue de imprevisto, unas hordas de calor punzante la asaltaron en medio de la noche.
Sara se hallaba sola, pues su esposo Cayetano se encontraba de paseo por el interior del Amazonas.
Cuando llegó el momento del parto, primero nació un hermoso niño de ojiz verdes, muy buen estado físico a simple vista, unos dos minutos después Sara volvió a quejarse para dar a luz a otro hermoso niño, casi igual al primer niño, o mejor dicho era tan idéntico al primero, Sara estaba extasiada, ella sollozó de alegría y euforia, pero sintió más dolores de parto, ya habían pasado cinco minutos desde el parto del segundo niño.
Ella se quejó tanto de dolor insoportable, hasta que otros dos minutos más nació un tercer niño varón, éste no lloró, tampoco se movió, lo dieron por muerto.
Sara estaba infeliz por el suceso, sin embargo pronto olvidaría su tristeza colmado por dos hermosos niños.
Media hora después apareció su esposo Cayetano Lumbi, al ver semejante acontecimiento, él pidió su jet privado y surcó los cielos de regreso a casa con sus dos hijos varones.
Sara sintió algo de culpa al dejar el pequeño cuerpo de su tercer hijo tras si.
Creyendo que estaba muerto, resulta que el tercer bebé no estaba muerto, solo había tenido algo de atraso en dar pataletas y llantos.
La vieja curandera se dió cuenta justo cuando entró después de despedir a su patrona Sara Esquivel.
Ella cargó al bebé, el bebé sonrió lo cual esa sonrisa conquistó su corazón a lo inmediato.
Ella sonrió y su corazón se calentó mucho, ella era una anciana solitaria, nunca había tenido descendencia, así que siempre vivió sola, al cabo que debía esperar para poder llamar a la Ciudad de México para hablar con los padres del niño, debía esperar.
Aunque conforme iba pasando las horas, se le hacía más difícil decidir llamar a la señora Sara Esquivel para decirle que regresara por su tercer hijo.