2da parte. La niña del morichal. Una semana ha transcurrido desde el bautizo de Ana Cristina, conocida por todos como [La niña del morichal], sus orgullosos padres están muy contentos con la nueva reina del hogar y no paran de dar gracias a Dios a cada momento. Amanece un nuevo día y como de costumbre José Miguel, se levanta muy temprano y tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa ni a la pequeña que duerme plácidamente en su cuna de madera, abandona la confortable habitación, para dirigir sus pasos hacia la cocina a preparar el café de la mañana. Transcurridos unos minutos y después del aseo personal, lo encontramos sentado en la cocina saboreando una humeante taza de café. Despunta aquel lunes 14 de mayo, con un cielo despejado bajo un sol radiante José Miguel dobla el lomo sobre la maleza y machete en mano despeja el camino hacia las siembras de hortalizas, esta rutina semanal que realiza con agrado consciente de que gran parte de la comida tanto de su esposa como de su niña dependen de su arduo trabajo. El llanto de Ana cristina se escucha por toda la habitación ocasionando que su madre se despierte del profundo y reparador sueño. Seguidamente se incorpora sobre la cama y calzando las finas sandalias de goma se dirige hacia la cuna y tomando entre sus brazos a su pequeña la lleva hasta su cama y nuevamente se acurruca debajo de las sabanas para amamantarla. Es ya media mañana cuando Cristina desayuna sentada en uno de los bancos de madera de la cocina, son minutos que aprovecha al máximo mientras su pequeña duerme en la confortable cuna. Luego del exquisito desayuno como ella le dice a una rebanada de pan tostado juntado de mermelada de guayaba y acompañado con una taza de café. Pasados unos minutos prende las hornillas de la cocina y coloca entre las ollas los ingredientes para el almuerzo. Entre sus pensamientos resalta la imagen de su querido esposo, al cual vislumbra sudoroso mientras quita la maleza de las siembras de hortalizas. Sus hermosos ojos color esmeralda se fijan en las manillas del reloj que cuelga de la pared del comedor, son ya las once y media de la mañana por lo que tiene el tiempo justo para preparar el almuerzo y esperar a que su esposo regrese del trabajo en el campo.
Una semana ha transcurrido desde el bautizo de Ana Cristina, conocida por todos como [La niña del morichal], sus orgullosos padres están muy contentos con la nueva reina del hogar y no paran de dar gracias a Dios a cada momento. Amanece un nuevo día y como de costumbre José Miguel, se levanta muy temprano y tratando de no hacer ruido para no despertar a su esposa ni a la pequeña que duerme plácidamente en su cuna de madera, abandona la confortable habitación, para dirigir sus pasos hacia la cocina a preparar el café de la mañana.
Transcurridos unos minutos y después del aseo personal, lo encontramos sentado en la cocina saboreando una humeante taza de café. Despunta aquel lunes 14 de mayo, con un cielo despejado bajo un sol radiante José Miguel dobla el lomo sobre la maleza y machete en mano despeja el camino hacia las siembras de hortalizas, esta rutina semanal que realiza con agrado consciente de que gran parte de la comida tanto de su esposa como de su niña dependen de su arduo trabajo. El llanto de Ana cristina se escucha por toda la habitación ocasionando que su madre se despierte del profundo y reparador sueño. Seguidamente se incorpora sobre la cama y calzando las finas sandalias de goma se dirige hacia la cuna y tomando entre sus brazos a su pequeña la lleva hasta su cama y nuevamente se acurruca debajo de las sabanas para amamantarla. Es ya media mañana cuando Cristina desayuna sentada en uno de los bancos de madera de la cocina, son minutos que aprovecha al máximo mientras su pequeña duerme en la confortable cuna. Luego del exquisito desayuno como ella le dice a una rebanada de pan tostado juntado de mermelada de guayaba y acompañado con una taza de café. Pasados unos minutos prende las hornillas de la cocina y coloca entre las ollas los ingredientes para el almuerzo. Entre sus pensamientos resalta la imagen de su querido esposo, al cual vislumbra sudoroso mientras quita la maleza de las siembras de hortalizas. Sus hermosos ojos color esmeralda se fijan en las manillas del reloj que cuelga de la pared del comedor, son ya las once y media de la mañana por lo que tiene el tiempo justo para preparar el almuerzo y esperar a que su esposo regrese del trabajo en el campo.
Capítulo 1 2da Parte de la niña del morichal
16/11/2021
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