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Placeres culposos

Placeres culposos

Marycruella

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76
Capítulo

Draco Mac Donald es un hombre cruel, calculador, despiadado que siempre ha deseado a la mujer de su socio y enemigo, ahora el susodicho a muerto y por eso no pierde oportunidad de ir en busca de su trofeo, sin ningún tipo de consideración se le presenta el mismo día del entierro de su marido para hacerla suya a la fuerza, el hombre la desea, la mujer despierta las más insanas sensaciones, quiere su cuerpo, dominar su espíritu y llegar a su corazón. Ava Wilson Lawless sin embargo es una mujer que ha crecido en una comunidad religiosa, es recatada, generosa, bondadosa y fiel creyente de Dios, tiene costrumbres religiosas que no piensa romper,  ama a su familia la cual debe proteger aceptando la petición del malvado hombre que la engaña para saciar sus más bajos instintos. Mentiras, secretos, traiciones, enredos y una pasión que se desencadena en ella porque el hombre es sencillamente una bala de fuego que la incendia sin ella proponérselo. Ingredientes como el cinismo, la maldad, la pasión y el desenfreno se enfrenta contra la inocencia, ingenuidad y pureza de una mujer que cae en el pecado, porque el infierno no esta tan lejos, cuando es su boca descubre que el fuego muchas veces no quema.

Capítulo 1 capitulo 1

PROPUESTA INDECENTE

════════֍═══════

AVA

El cadáver de mi esposo no termina de enfriarse, como tampoco las lágrimas se han secado en mi rostro porque nuevas lagrimas terminan por bañar mi piel, siento el pecho inflamado como un zepelín de tanto sentimiento encontrado, el dolor es grande con la pena que me acompaña volviendo mi corazón añicos, su muerte es tan resiente que lo único que deseo en este momento es morirme para estar a su lado.

El peor día de mi vida no ha terminado cuando ya tengo a su socio ofreciéndome un trato que a mi parecer es completamente descabellado, sin sentido alguno y es una completa falta de respeto con el dolor y la situación tan dura por la cual que estoy atravesando.

Su partida me oprime el corazón, su muerte muele cada parte de mi ser, estoy tan triste y destrozada con su repentino fallecimiento que aún no logro procesar las palabras de este sujeto, me ha dejado sola con un desastre que ahora me toca enfrentar sin la más mínima idea de cómo defenderme, apenas lleva 24 horas de muerto, unos minutos de enterrado y el mundo ya se me viene encima con una mirada que estremece cada parte de mi ser.

—No puedo hacer tal cosa—mi labio inferior tiembla—comprende por favor—limpio mis lagrimas—conseguiré el dinero para pagarte cada centavo que te debemos—ni siquiera sé de qué va esta deuda—solo dame un tiempo para conseguir el dinero.

—Con ventas de pasteles y postres al frente de tu patética iglesia no te alcanzara esta vida o la otra para pagar la deuda que tu marido tiene conmigo.

Trago con dificultad, no solo por sus palabras, su mirada recorrer mi cuerpo de una forma tan extraña que me causa repulsión, es severo al hablarme, su mirada oscura me aterra y todo lo que sale de su boca me pone a temblar.

—Escucha bien Ava—su dedo intenta tocar los míos, pero los quito ganándome una fuerte mirada que me congela—es la única forma de salvar a tu familia y tu patética comunidad.

El corazón se me detiene con sus palabras, con el tono que emplea, el semblante malvado que no disimula, su aura cargada de algo que no se como describr.

—No tienes el derecho de hacer esto, legalmente no puedes simplemente desalojar a toda una comunidad.

Sonríe de una forma que hiela mi sangre.

—Construiré un centro comercial en este sector, o simplemente desalojare a esta gente de mis tierras, de mis casas —enfatiza —y a ti junto con toda tu familia se irán a vivir debajo de un puente, solo por un maldito capricho—me tira los documentos—soy ese hombre que puede hacer lo que se le da la puta gana solo porque quiere, pero en tus manos esta salvar a muchas familias, incluso la tuya.

Me desconecto de la realidad, imposible que una persona pueda pasar por encima de las leyes de los hombres así porque si, ademas..

— Y no pienses en herencia— es como si leyera me mente —todos los bienes de tu maldito esposo fueron a parar a mi cuenta y ni así logró saldar la deuda.

Con mis manos temblorosas tomo los documentos descubriendo que ahora donde vivo, donde crecí y me crie toda mi vida, le pertenece a este ser tan malvado.

Le miró yo esta vez a los ojos buscando un deje, un ápice de piedad, pero lo que consigo en su ojos oscuros me hace sorprender de mi propio descubrimiento, parpadeo varias veces desviando mi mirada de nuevo a los documentos, el miedo me acompaña cuando vuelvo a posar mis ojos en los papeles que en mi ignorancia no alcanzo a dimensionar el problema, leo y releo entendiendo una sola cosa.

La casa de mis padres, está casa donde tengo tantos momentos hermosos vividos con mi familia, con mi esposo y vecinos allegados, incluso todas las del sector le pertenece a la constructora que maneja Draco, no entiendo como todos estos terrenos pasaron a su poder, no entiendo que negocios realizo mi esposo con este señor para vendernos y dejarme a merced del diablo.

—Esto es injusto, es una arbitrariedad, esto no puede ser verdad—me niego a mi realidad, no soy capaz de verle a los ojos, le temo demasiado—llevare esto al juzgado, la justicia estará de mi lado.

Escucho nuevamente su risa burlona, es tan cínica pero el hombre es veloz porque en menos de nada lo tengo tomando mi cuello y estampándome contra el estante donde están los recuerdos, los retratos que tengo con mi difundo esposo.

—Escúchame bien princesa—las lágrimas se me salen del miedo que me provoca —soy un hombre de poca paciencia, me enerva tener que repetir las cosas, esperar saca lo peor de mí y soportar las mierdas de los demás me exaspera, quieras o no esta es tu mejor opción así que no le des más vueltas a este asunto y firma, entrégate a mí, cásate conmigo.

—Noooo—su mano captura mi seno derecho y me remuevo aterrada de su agarre, los retratos caen fragmentándose en el forcejeo intenso de querer huir de su toque impropio, es pecado lo que hace, logro por un instante alejarme intentando correr hacia la puerta, pero su fuerza se impone dominándome contra la mesa—nooo auxili…..

Cubre mi boca inmovilizándome cuando se mete entre mis piernas, rasga el vestido negro que representa el luto que estoy viviendo en este momento y entro en pánico al ver que libera mis senos del brasier.

—Déjame terminar—sus ojos negros toman una tonalidad más oscura petrificándome—soy un hombre directo—no despega los ojos de mis senos, mientras mis manos sujetan su brazo intentando apartarlo, quiero liberar mi boca para gritar, pero es grande y fuerte, no soy capaz con el—que consigue lo que quiere y tú vas a ser mía, porque soy un hombre hambriento que necesita una mujer y ya te elegí a ti.

Siento asco, repulsión cuando su dedo hace círculos en mi aureola, es pecado y mi religión lo prohíbe, acabo de enterrar a mi marido y va contra toda moral permitir que otro hombre toque mi cuerpo, sobre todo de la manera en que Draco el socio de mi esposo lo hace con una indecencia mal vista.

—UMMMM—intento pedirle que me deje hablar—ummm..

Me quedo fría cuando su boca caliente atrapa mi pezón para chuparlo con severidad, chupa y se sacia como un nauseabundo de mi pezón que va tomando dureza debido a su continua estimulación.

Es rudo, no está siendo cuidadoso ni tierno cuando muerde con fuerza, me duele su forma brusca de tocarme, me siendo sucia y desgraciada cuando succiona mi pezón como si ahí pudiera salir algo, luego el otro, se entretiene mientras sufro queriendo desaparecer.

La lujuria es pecado, pero, aunque mi mente lo sabe, mi cuerpo reacciona a eso que hace con su boca cálida, «DIOS» nunca mi esposo llego a tocarme de esta forma, con fuerza, rudeza, sin nada de delicadeza, su otra mano se entretiene un rato con mi otro pezón y su lenga traza un recorrido por todo mi seno para volver a tomarlo.

«Dios ayúdame»

Las sensaciones avasallan mi cuerpo y el agite toma mi pecho cuando algo se aloja ahí en mi intimidad asustándome de mi propia reacción, quiero que la tierra me trague cuando se despierta el deseo al sentir algo duro maltratar mi vientre bajo.

—Vas a gritar tan duro cuando te folle que te escucharan en Alaska princesa—lame mi cuello—eres tan deliciosa como lo imagine Ava, mi Ava.

Mis gritos mueren en su mano, su erección se pega a mi intimidad desencadenando una ola de pánico, de temor que me pone a temblar mientras inútilmente quiero quitarme el peso de su cuerpo, va a violarme y no hay nadie en casa que pueda ayudarme.

Continúa centrando su atención en mi cuello chupeteando la carne con ardor, dejara marca si continua con esa forma desquiciada de succionar, ya de por si el pezón me duele debido a sus fuertes atenciones, ahora no solo chupa, sino que piñizca y muerde mi pezón donde ahogo un grito con la rudeza con la que ejerce queriendo arrancarlo.

—Vas a firmar de acuerdo—sus ojos sombríos se conectan con los míos—porque si no, hare recaer todo mi poder contra toda tu familia, y luego con tu maldita comunidad de hipócritas—asiento sin más remedio, solo quiero que se aparte de mi—pero quiero mi premio por ser un buen ciudadano.

Su mano se desliza por mi cuerpo alertándome, sé a dónde se dirige y niego suplicándole que se detenga, pero no lo hace, continua lentamente aumentando la agonía con una sonrisa en su rostro que me indica que está disfrutando de mi sufrimiento, levanta el vestido y cierro mis ojos esperando el contacto en mi intimidad que no ha sido tocada por más de cinco meses.

—Ava—abro mis ojos de golpe al escuchar la voz de mi hermana mayor Arya—Ava te estamos esperando en la iglesia—el hombre bufa—aquí esta mama ¿qué haces mujer? Sal ya que no tenemos todo el día.

Rápidamente me suelta y me organizo los botones del vestido negro, tiemblo y lloro al tiempo, me limpio las lágrimas en tanto mis ojos se desvían cuando se organiza la asquerosa erección que restregó en mí.

—Si dices o insinúas algo me conocerás—amenaza señalandome—abre y compórtate que aquí no ha pasado nada—me giro, pero vuelve a tomarme del brazo pegándome a él, hasta su colonia costosa me fastidia—esta demás decirte que ni una sola palabra sobre lo que sucede entre tu y yo—no muestra expresión alguna, mientras que yo estoy a punto que un ojo se me estalle—porque toda tu familia de porquería me las pagara.

Es frio, es una bestia que odio tanto en tampoco segundos, asiento a todo queriendo solo alejarme de su cuerpo, controlo mi respiración, mis nervios y camino hacia la puerta con mis piernas temblando.

Nadie nunca me había tratado de esa forma, nadie en toda mi vida, mientras camino los pensamientos de culpa me tambalean,

«Dios va a castigarme» perdóname mi amor, mi esposo se viene a mi mente, «perdón amor de mi vida» ¡pero no es mi culpa! me apresuro abrir la puerta con mi corazón a mil, no sé qué dirán cuando vean al socio de mi esposo a solas conmigo, una mujer no puede estar a solas con un hombre que no sea su esposo, hermano o padre, cualquier otra persona está mal visto por nuestra religión, pero lo único que quiero es no estar sola con ese animal.

—Por Dios Ava ¿qué estás pensando? —Arya es muy severa, tiene un temperamento demasiado volátil, tiene la fortaleza que a mí me falta—todos te estamos esperando en la iglesia, eres la viuda y estas aquí encerrada haciéndonos esperar como si fueras a una fiesta y no al velorio de tu difunto esposo.

No tengo voz para contestar.

—No la hostigues Arya por todos los cielos—dice mi padre—¿qué sucede hija?

Estoy nerviosa y ellos pueden notarlo, sobre todo mi hermana que empuja la puerta reparando mi estado ansioso, ingresa dando unos pasos quedando sorprendida al encontrar sentado al socio de mi difunto esposo.

—¿Que sucede aquí?—su rostro se desfigura al verlo—¿Ava?

Su mirada de reproche me asusta, no tengo ninguna explicación ante esto y solo juego con mis dedos nerviosa mientras las lágrimas se desbordan.

—No es lo que piensas—me apresuro a decir.

—Aquí no pasa nada señorita Arya—el hombre se acerca y retrocedo tomando la mano de mama—era socio de Cristóbal—le ofrece la mano, cosa que mi hermana rechaza—es normal que quiera venir a darle el sentido pésame a la viuda.

Sínico, descarado.

—Podría dárselo en la iglesia o en el cementerio, ¿porque aquí?

Cuestiona alarmándome.

—Porque tenía cosas importantes que hablar con la señora—arruga su entrecejo—cosas que a usted no le importa.

Le devuelve la hostilidad.

—No le permito que le hable a mi hija de esa forma—dice mi padre.

—Usted a mí no me impide nada señor—se organiza el traje—todos se pueden ir al mismísimo infierno si les place—mi madre después de persignarse varias veces, cubre su rostro y mi hermana abre los ojos—Ava, hablaremos después.

Dice sin expresión.

—¿Pero quien se cree usted para hablarnos de esa forma?—cuestiona Arya mi hermana enfrentándolo nuevamente.

—¿Y quienes son ustedes para no hablarles de otra manera? —trago con dificultad—me valen todos ustedes—es un grosero—y por lo que veo no sabe con quien esta tratando señorita—la repara de arroba debajo de mala manera—le recomiendo que mida sus palabras, no soy el imbécil de Cristóbal.

Deja perplejos a todos, es un descortés en toda la extensión de la palabra. no respeta a nadie, mis padres me observan indignados y el corazón se me acelera cuando va por su maletín negro dejando los documentos que debo firmar.

—Si no vas—me dice y tiemblo—vengo a buscarte.

Se va sin despedirse dejándome con un lio emocional, mi familia me observa y Amit mi hermano menor es quien me salva por el momento, me abraza con amor llenándome de buenas energías, de una buena sensación.

—Hermana mía—es el menor de los tres—¿quién es ese hombre que acaba de salir de aquí?

Mi hermano se prepara para ser pastor de nuestra iglesia, es un hombre santificado que cumple con las leyes de Dios a cabalidad, por lo menos queja alguna no hemos tenido de él, y su vocación la sintió desde niño, es un hombre que a sus 20 años, es seguidor de las leyes divinas.

—Esa no es la pregunta—es Arya—¿ese hombre que hacía aquí? ¿ o mejor dicho que quería contigo?

—No es nada—intento irme, pero toma mi mano.

—A mí no me engañas Ava.

—Hija contrólate—pide mama.

—Ya basta Arya, tu hermana está pasando por un momento muy duro para que ahora la quieras fastidiar con algo sin importancia.

—¿Sin importancia papa?—no me suelta—¿porque tienes que ir a verlo? Yo escuche muy bien lo que te dijo Eva, así que no trates de engañarme.

Sus ojos azules me fusilan, Arya siempre ha sido severa conmigo, es la mayor, nos llevamos solo dos años y a sus 27 años aun esta soltera.

—Déjame en paz—me suelto ya abrumada de todo—no eres nadie para venir a interrogarme Arya, te amo como no tienes idea, eres mi hermana, pero acabó de enterrar a mi esposo y ni así puedes tener un poco de consideración conmigo, lo único que haces es abrumarme más de lo que ya estoy.

Intento irme, pero ahora es mi padre quien me toma de la mano, solo quiero escapar, déjenme ir por favor.

—Te comprendemos mi amor—mi hermana bufa—vamos que tenemos que ir a la iglesia, las oraciones ya empezaran.

Quiero darme una ducha para quitarme el olor a ese hombre, pero termino tomando la bufanda negra que cubre mi cabello para salir de la casa con las lágrimas bañarme la cara nuevamente.

Elmira es una pequeña ciudad ubicada en el condado de Chemung, (Nueva York) aquí nací en una comunidad seguidora de Dios, camino con mis brazos entrelazados a mi padre y mi hermano Amit, mientras que mama y Arya vienen a unos pasos detrás de nosotros.

Llegamos al templo donde recibo más condolencias de vecinos y amigos muy allegados, caminamos entre las personas que nos observan con compasión, la primera banca frente al altar de nuestro señor está reservada para nosotros y en fila nos acomodamos, estoy en medio de papa y mi hermano, mama a la derecha de Amit y la última es mi hermana, las oraciones comienzan sin yo poder sacarme las palabras de ese hombre que martillan mi mente desconcentrándome de lo importante, me ponen nerviosa y aprieto la mano de papa queriendo salir de esta pesadilla.

La partida de mi esposo duele, me destroza el corazón, amaba a mi marido sinceramente, y ahora me ha dejado sola con un problema que no sé cómo resolver.

Tampoco me atrevo hablar con mi familia, no podrían entender que están a punto de perder todo por lo que lucharon por años, que todas las personas que conocemos quedaran en la calle si no accedo a la petición de ese degenerado.

—Es triste—comienza el pastor—despedir un hombre ejemplar como lo era Cristóbal Wilson Lanister—siento que el corazón se me fragmenta, nunca pensé que el dolor de una partida se sintiera así de feo, de doloroso—dejando sola a una mujer buena mujer como Ava Wilson, una esposa hermosa, como bondadosa—limpio mis lagrimas con la mirada de todos los presentes—estamos contigo Ava, con toda la familia, porque ellos eran un ejemplo para esta comunidad, pero debemos alegrarnos porque ahora mismo Cristóbal como el buen ciudadano que fue en vida, está al lado de nuestro señor.

Las oraciones, plegarias y el banquete se celebran detrás de la iglesia, nuestras creencias son muy diferentes, mientras que otros velan a sus seres queridos por una semana o más, nosotros cuando una persona parte no es motivo de tristeza porque está al lado de nuestro señor, sin embargo, lloramos y dejamos salir nuestro dolor con su partida, mientras una mesa está repleta de comida para que todos los creyentes se acerquen y coman.

Soporto la actividad perdida con un nudo en la garganta, el olor de Draco lo siento como si estuviera a mi lado, cierro mis ojos y aprieto las manos debajo de la mesa no queriendo llorar, el recuerdo de sus besos, su lengua pasar por mi cuello, la forma descarada con la que toco mis senos y acaricio la piel de mis aureolas me repugna.

Es un asqueroso, un cruel y despiadado que no tuvo reparo en tocarme sabiendo por la pena tan grande que estoy pasando, ¿Quién en su sano juicio hace algo semejante? Solo un desquiciado, una persona sin escrúpulos.

—Era un buen esposo y vecino hija—la señora Margarita es una de las personas más antiguas del condado—te cuidara desde el cielo, rezare demasiado por él, pero sé que ahora mismo está gozando del paraíso.

—Gracias señora—no sé qué más responder.

Nosotros somos una comunidad religiosa con costumbres arraigadas, intento cumplir con los mandatos de Dios para vivir siempre en gracia del señor, es muy importante para mí seguir no incumplir ninguna de estas reglas, es pecado, me condeno y cuando llego a faltar busco penitencias que me ayuden a absuelvan de la culpa.

Ahora mismo me siento sucia, indecente, mi esposo debe estar muy decepcionado de mi, unas horas de enterrado y ya otro hombre a tocado mi cuerpo, soy una pecadora Dios, las lágrimas se me salen, y todos piensan que es por mi esposo, en gran parte es asi, pero ahora mismo, en este momento me siento una…

—Hija—nuestro pastor me saca de mis pensamientos—si deseas desahogarte puedes hablar conmigo hija—el pastor de nuestra iglesia es un hombre santificado que vive en casamiento como lo manda la ley, es un hombre ejemplar, justo y siempre tiene las palabras justas para levantarte el ánimo—ven mañana a la iglesia—acaricia mi mano que tiembla con el recuerdo de Draco—te escuchare hija mía.

Necesito confesarme y una penitencia, el hecho de haber sentido calor en mi parte intima por un hombre que no es mi esposo, es un pecado imperdonable, no puedo seguir viviendo con esto, los ojos azules del pastor Fernando son cálidos, me observan con ternura, no como esos ojos oscuros, su forma de mirarme era deshonrosa.

—Lo hare pastor, créame que lo hare—le digo limpiando mis lagrimas con mi mano libre, su toque no me incomoda—necesito sacar esto que quema dentro padre.

—Oh hija—sollozo con fuerza, llamando la atención y recibiendo un abrazo por parte de mi hermano—ven mañana y sé que te sentirás mejor.

—Necesito hablar pastor, tengo algo atorado en el pecho, pero mañana no se abre la iglesia, es jueves y ayunamos pastor—suelta mi mano

—Estaré solo para ti hija, puedo hacer una excepción contigo por el momento tan duro que estas pasando.

No me parece raro, el pastor siempre es muy cordial, siempre preocupándose por el cuidado de cada uno de sus feligreses.

—Está bien pastor—tomo su mano para besarla —gracias por su apoyo.

Mas personas se acercan y para cuando todo termina solo quiero meterme debajo de las cobijas, no sin antes quitarme su olor, sus besos y las caricias que aun cosquillean con asco en mi piel.

—Quiero dormir—dejo la Pashmina en la mesa—voy a mi recamara.

—¿Puedo quedarme? —pide mi hermano—además te ayudo a recoger este reguero, ¿Qué paso hermana? —lo dice por los fragmentos de vidrio y los retratos en el suelo—¿quieres que los bote.

—Solo recógelos por favor—le digo con el pecho cargado— y no necesitas pedir permiso, saben que esta casa es su casa.

Respondo subiendo las escaleras con los documentos en las manos sin mirar nadie, quiero descansar, necesito apagarme un momento para poder pensar con claridad, no puedo dejarme de ese señor, no puedo firmar sin darle la pelea.

Abro la puerta y tiro los documentos en la cama, me quito los tacones, busco la pijama en el closet tirándola también a la cama, comienzo con lágrimas bañar mi rostro a desasir los botones del vestido pero mi hermana Arya ingresa y me cubro con las manos.

—Perdón no demorare—asiento, sé que me quiere, pero es muy dura conmigo muchas veces—no quería hablarte como lo hice hermana, te amo y de verdad siento lo que estas pasando en estos momentos.

Me derrumbo en su hombro llorando, sacando esto que me quema con miedo de contarle lo que sucede, acaricia mi cabello mientras intenta tranquilizarme.

—Estoy aquí contigo—toma mi rostro y anclo mi mirada a su suya—somos hermanas, somos inseparables—corre el cabello que recae al frente—soy tu hermana mayor. —nota algo en mi cuello cuando tira el cabello atrás—¿Ava que es esto que tiene aquí?

El miedo se dispara y retrocedo cubriendo lo que sea que tengo ahí.

—¿Eva que es eso? —insiste caminando detrás de mí, llego hasta el espejo para mirar que tengo y siento que el aire me falta cuando en mi cuello yace un chupetón del tamaño de Asia, «me marco», «el degenerado de marco»

—¿Ava?

—No lo sé—grito alejándome de ella—no se y vete que quiero estar sola.

—No puedo creer Ava—se acerca con una mirada que me intimida cuando se asusta con sus propias conclusiones—tú y ese señor.

Niego cubriendo el morado.

—Eres una promiscua—grita asustada de su propio hallazgo—una hipócrita, inmoral—niego porque no soy nada de eso—tuviste encuentros pecaminosos con ese señor el mismo día que entierras tu esposo Ava—sus conclusiones me parten en dos—degenerada, sinvergüenza, indecente.

Caigo en la cama con el rostro ardiendo porque sin preverlo la palma de su mano me golpea con tanta fuerza, sin ningún tipo de consideración que por primera vez pruebo el sabor metálico de mi sangre.

—Sucia—camina de un lado a otro mientras lloro tirando mi cabello negro a un lado—eres una vergüenza Ava.

—déjame explicarte por favor—me incorporo temblorosa—no es lo que piensas.

Me acerco, pero vuelve a darme otra cachetada que deja ardiendo mi rostro, sus golpes no son nada dolorosas, no se comparan con el dolor que ocasionan sus palabras.

—No me toques que me das asco—me rechaza fragmentando más mi corazón—mis padres van a saber de esto.

—No Arya no—me arrodillo suplicándole—que no se enteren por favor, déjame explicarte hermana te lo suplico.

—¿Qué vas a explicarme? —su mirada son puñaladas en mi corazón—que tenias encuentros con ese hombre incluso cuando tu esposo estaba vivo—niego arrodillada mientras su mirada y palabras mi acribillan—eres una deshonra para la familia.

—Arya no—tomo la punta de su vestido desesperada al ver que se acerca a la puerta—déjame arreglar esto, pero no le digas nada a mis padres por favor, por favor Arya, eres mi hermana—rodeo su cintura con mis manos estando arrodillada—no te comportes como mi enemiga y dame una oportunidad, te necesito mas que nunca hermana, no sabes por lo que estoy pasando.

—Suélteme—me empuja alejándose de mi—no diré nada porque confió que recibirás el castigo por parte de nuestro señor—su mirada duele demasiado—que decepción Ava, eres una mentira.

Sale dejándome más que destrozada, perder a mi esposo y ahora el amor de mi hermana son dos golpes en menos de 24 horas que me avasallan como si recibiera el impacto de un planeta, lloro sin saber que hacer tirada en el piso no sé por cuánto tiempo, me siento desorientada, perdida, sola, sucia, tantos sentimientos que hacen emerger más lágrimas de mis ojos.

Me levanto después de un tiempo al sentir el malestar de estar tirada en el piso y la posición, me dirijo a pasos lentos con más lágrimas en mi rostro y al quedar desnuda y bajo el agua restriego mi cuerpo queriendo no solo quitarme el olor de ese hombre, si no la maldición que recibí en cualquier momento.

«Perdóname señor» es pecado pensar de esa forma, estas son pruebas del señor, debo afrontarlas con valentía, pero me siento perdida en este camino, los minutos pasan y salgo del agua al notar la piel de mis manos arrugadas.

La toalla cubre mi cuerpo mientras me desplazo hasta la cama, aplico las cremas a mi cuerpo y me pongo la pijama metiéndome a la cama, solo quiero descansar, dormir, para despertar de esta pesadilla.

—Edmon—de repente el mejor amigo y abogado de mi esposo se me viene a la mente—Edmon puede ayudarme.

Alcanzo el teléfono de la mesa de noche, abro la cojonera buscando la libreta y su contacto guardado en ella, marco el numero rezando que se encuentre y que pueda atenderme, es mi única salvación.

—Edmon—escucho la voz gruesa detrás de la línea.

—Edmon con Ava—le hablo—discúlpame por hablarte a esta hora Edmon pero necesito de tu asesoría.

—Ava mis condolencias y discúlpame por no ir al entierro, lo siento mucho de verdad, apenas acabo de llegar a la ciudad, pero pensaba hablarte más tarde.

Explica y no debería de hacerlo.

—Esta bien—el recuerdo provoca mas lagrimas—no te preocupes, pero podemos vernos mañana, podrías atenderme por favor.

—Si no tengo problema, ven a mi despacho a primera hora.

—Gracias Edmon, hasta mañana.

—Hasta mañana Ava.

Cuelgo la llamada con una esperanza, no puedo simplemente rendirme sin dar la pelea, miro el retrato que tengo en la mesa de noche y es el día de nuestra boda, por primera vez esta habitación se siente demasiado grande, la soledad me da miedo, pero más miedo me da la propuesta de Draco, sus intenciones y esa forma descarada de mirarme.

Me hago bolita en la cama dejando que las lágrimas mojen la sabana, sus palabras muelen algo dentro, le temo, todo el me da pánico «ayúdame amor mío, ayúdame a salir de esta» le pido cerrando mis ojos, quiero solo descansar, agradezco que mi hermano no venga y si mis padres no han venido a recriminarme es porque mi hermana no dijo nada, eso es bueno porque mañana será un nuevo día, una oportunidad para arreglar las cosas.

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