El engaño de él, el destino de ella en Londres

El engaño de él, el destino de ella en Londres

rabbit

5.0
calificaciones
Vistas
10
Capítulo

"El puesto ha estado esperándote durante tres años, Elaine. Solo basta tu confirmación para que comiences en tu nuevo empleo". La voz al otro extremo del teléfono llegó en un tono relajado, profundo y familiar. Era Evan Mcknight, su antiguo mentor y quien se convirtió en un arquitecto de renombre mundial. Una hora antes, la chica firmó la autorización para que su hermano menor, Kelsey, fuera trasladado a cuidados paliativos. El tratamiento experimental que podría salvarlo requería un depósito de cincuenta mil dólares, dinero que obviamente no tenía; ya había agotado todos sus ahorros, y a pesar de que su negocio, el cual construyó desde cero con su novio, Brett Vega, era todo un éxito, él le tenía prohibido acceder a los fondos. El día que decidió empeñar su reloj Patek Philippe, se suscitó un gran revuelo. Brett irrumpió por la puerta, llevando en sus brazos a Daniella Chen, quien lloraba dramáticamente porque se había torcido un tobillo. Su novio ni siquiera la saludó cuando llegó, pero en el momento que se percató de su presencia, la llevó a un almacén de suministros vacío y la cuestionó en voz baja: "¡¿Qué haces aquí?! No malinterpretes las cosas. Todo esto es parte del plan. Tengo que hacerle creer que tiene el control". Luego le dio quinientos dólares, ordenándole que se marchara antes de que Daniella la viera. Al percatarse de que su novio creía que estaba ahí solo para pedirle dinero, Elaine dejó que los billetes cayeran al suelo. Él siempre fue muy bueno para mentir y fingir; nunca se preocupó por su dolor o tristeza, viéndola solo como una molestia dentro de su gran plan. En ese momento, la chica decidió ponerle fin a todo esto; lo sabía con una certeza que se sintió tanto aterradora como liberadora. Era hora de ir a Londres.

Capítulo 1

"El puesto ha estado esperándote durante tres años, Elaine. Solo basta tu confirmación para que comiences en tu nuevo empleo". La voz al otro extremo del teléfono llegó en un tono relajado, profundo y familiar. Era Evan Mcknight, su antiguo mentor y quien se convirtió en un arquitecto de renombre mundial.

Una hora antes, la chica firmó la autorización para que su hermano menor, Kelsey, fuera trasladado a cuidados paliativos. El tratamiento experimental que podría salvarlo requería un depósito de cincuenta mil dólares, dinero que obviamente no tenía; ya había agotado todos sus ahorros, y a pesar de que su negocio, el cual construyó desde cero con su novio, Brett Vega, era todo un éxito, él le tenía prohibido acceder a los fondos.

El día que decidió empeñar su reloj Patek Philippe, se suscitó un gran revuelo. Brett irrumpió por la puerta, llevando en sus brazos a Daniella Chen, quien lloraba dramáticamente porque se había torcido un tobillo.

Su novio ni siquiera la saludó cuando llegó, pero en el momento que se percató de su presencia, la llevó a un almacén de suministros vacío y la cuestionó en voz baja: "¡¿Qué haces aquí?! No malinterpretes las cosas. Todo esto es parte del plan. Tengo que hacerle creer que tiene el control". Luego le dio quinientos dólares, ordenándole que se marchara antes de que Daniella la viera.

Al percatarse de que su novio creía que estaba ahí solo para pedirle dinero, Elaine dejó que los billetes cayeran al suelo. Él siempre fue muy bueno para mentir y fingir; nunca se preocupó por su dolor o tristeza, viéndola solo como una molestia dentro de su gran plan.

En ese momento, la chica decidió ponerle fin a todo esto; lo sabía con una certeza que se sintió tanto aterradora como liberadora. Era hora de ir a Londres.

Capítulo 1

"El puesto ha estado esperándote durante tres años, Elaine. Solo basta tu confirmación para que comiences en tu nuevo empleo".

La voz al otro extremo del teléfono llegó en un tono relajado, profundo y familiar. Era Evan Mcknight, el mentor al que conoció mientras estudiaba su posgrado, quien ahora era un arquitecto de renombre mundial y vivía en Londres.

"Todos en la oficina conocen tu nombre. Creen que estoy loco por mantener un puesto de socio mayoritario para una estudiante a la que no he visto en siete años".

Elaine Mccray apoyó la cabeza contra la fría y estéril pared de la sala de espera del hospital.

"Está bien, lo tomaré", respondió con una voz plana.

Tras finalizar la llamada, el silencio del pasillo se tornó pesado, roto únicamente por el distante pitido de la máquina que monitoreaba los signos vitales.

Una hora atrás, firmó la autorización para que Kelsey, su hermano menor, fuera trasladado a cuidados paliativos.

El tratamiento experimental que podría salvarlo requería un depósito de cincuenta mil dólares, dinero que ella no tenía; había agotado sus ahorros por culpa de interminables tratamientos convencionales que fallaron.

Su negocio, la firma que construyó desde cero con su novio, Brett Vega, era un éxito, pero no podía disponer de su parte de las ganancias porque él le prohibió acceder a las cuentas bancarias; primero dijo que era temporal, un simple movimiento de negocios, alimentando esta narrativa con toda clase de excusas inventadas.

Elaine se aisló de sus amigos e incluso de su propia familia, por lo que todos pensaban que llevaba una vida perfecta en Nueva York junto a su novio exitoso; nadie sabía que estaba más sola que nunca.

Intentó de todo para conseguir el dinero, pero los bancos rechazaron todas sus solicitudes de un préstamo y amigos con los que no había hablado en años nunca respondieron sus llamadas; su mundo terminó reduciéndose a esta única y desesperada necesidad.

Su pulgar trazó el frío metal del reloj en su muñeca; se trataba de un Patek Philippe, el cual Brett le regaló en su quinto aniversario. Dijo que era una inversión, un símbolo del futuro que forjarían juntos.

Este artículo tenía un gran valor sentimental, ya que se suponía que simbolizaba su red de seguridad, pero ahora, se había convertido en un recordatorio de una promesa que no significaba nada.

Elaine consultó su precio en internet y una tasación rápida ofrecía ocho mil dólares. Parecía una broma cruel; era dinero suficiente para unas pocas semanas más de tratamientos inútiles, pero ni siquiera se acercaban a los cincuenta mil que necesitaba para salvar a su hermano.

Aun así, era algo. La chica respiró hondo, lista para ir a la casa de empeño más cercana y hacer lo que fuera necesario para superar esta adversidad.

Cuando se levantó para irse, escuchó un gran revuelo que provenía desde el final del pasillo; un hombre cruzó la puerta, llevando a una mujer en sus brazos.

La sangre de Elaine se heló; era Brett, y con él venía Daniella Chen.

La pantalla del celular de Elaine se hizo añicos cuando se estrelló contra el linóleo pulido del suelo; la responsable fue una enfermera, quien golpeó su mano y provocó que soltara el teléfono cuando pasó corriendo en cuanto escuchó el alboroto.

Brett ni siquiera miró a su novia; tenía toda su atención puesta en Daniella, quien lloraba dramáticamente por su tobillo torcido. La acunaba como si estuviera hecha de cristal, manteniendo una expresión que simulaba preocupación.

"Ella está recibiendo toda la atención solo porque se torció el tobillo", murmuró una mujer sentada cerca de su esposo. "Así es. Puedes conseguir todo con un poco de drama".

Elaine rápidamente se agachó para recoger su celular roto, procurando en todo momento mantener oculta su cara; no podía dejar que la vieran aquí, al menos no en su condición actual.

Sin embargo, ya era demasiado tarde; después de acomodar a Daniella con la ayuda de una enfermera, Brett vio a su novia.

La expresión en su rostro cambió al instante; se acercó y la tomó del brazo, llevándola a un almacén de suministros vacío. "¿Qué haces aquí?", siseó con una voz baja y urgente.

"¿Y tú qué haces con Daniella?", replicó Elaine.

Los ojos del hombre se fijaron en el pasillo mientras respondía: "No malinterpretes las cosas. Ya te dije que todo esto es parte del plan. Le tengo que hacer creer que ella tiene el control".

Acto seguido, sacó su billetera y tomó unos billetes, colocándolos en la mano de su novia; eran en total quinientos dólares. "¡Vete de aquí antes de que te vea! Si te descubre, arruinarás todo. Confía en mí".

Elaine miró los billetes arrugados en su palma; su novio pensó que estaba aquí por dinero, como si fuera una limosnera.

Ella casi soltó una risa amarga; estaba en el mismo hospital donde se encontraba su hermano, quien iba a morir por culpa de este hombre, creyendo que con dinero podía comprar su silencio.

Sin decir nada, la chica dejó su mano abierta, dejando que los quinientos dólares cayeran al suelo.

Los ojos de Brett se abrieron de par en par mientras un destello de confusión cruzaba por su rostro; estaba acostumbrado a la obediencia y comprensión apacible de su novia, por lo que su reacción lo dejó atónito.

"Elaine, no compliques las cosas", le dijo, suavizando su voz para adoptar el tono manipulador que empleaba cuando quería algo. "Solo un poco más. Estoy a punto de cerrar el trato. Ese penthouse lujoso en el último piso, ya casi es nuestro".

El penthouse, el plan y su futuro juntos, todo se sentía como la historia de vida de alguien más.

En ese momento, Elaine ya no sentía nada; era como si la parte que la hacía procesar la traición acabara de ser extirpada. Ahora, toda su esperanza estaba depositada en Kelsey, internado en una habitación al final del pasillo, con su vida desvaneciéndose con cada pitido del monitor.

Ella lo perdió todo; la compañía que fundó, el hombre al que amaba y a su familia, a quienes simplemente no podía decirles la verdad.

Ahora, lo único que le quedaba era su hermano.

Fue ahí cuando vio todo con claridad; el Brett al que amaba ya se había ido, o quizás nunca existió.

La puerta del almacén chirrió al abrirse, siendo una enfermera la que se asomó para preguntar: "Disculpen, ¿ustedes vienen con la paciente que acaba de ingresar?".

Brett saltó, sorprendido por la intromisión; rápidamente se volvió hacia Elaine, mirándola con unos ojos suplicantes.

Concentrándose de nuevo en la enfermera, su voz otra vez sonó suave y encantadora cuando respondió: "Sí, yo vengo con ella, es mi... colega. ¿Está bien?".

Brett siempre fue bueno para mentir y fingir, y lo que acababa de hacer fue una muestra de ello.

La voz de Daniella resonó por el pasillo, un grito agudo y exigente: "¡Brett! ¡¿Dónde estás?!".

El hombre tomó a Elaine por los hombros y le ordenó: "Ve a casa. Te llamaré más tarde. Prometo que arreglaremos esto".

La miró, esperando que ella asintiera, que aceptara su historia, que se comportara como la novia paciente y comprensiva que siempre fue.

Sin embargo, ella solo lo miró con unos ojos vacíos.

Brett no percibió lo rota que estaba por dentro ni el dolor que la abrumaba, viéndola solo como una molestia para su gran plan.

La soltó y salió corriendo del almacén, con sus pasos resonando mientras regresaba con Daniella.

Elaine se quedó sola en la tenue luz mientras el aroma del desinfectante llenaba sus pulmones; se agachó lentamente, pero no para recoger el dinero, sino para sacudirse la sensación que dejó el toque de su novio en sus brazos.

En ese momento, la chica decidió ponerle fin a todo esto; lo sabía con una certeza que se sintió tanto aterradora como liberadora.

Era hora de ir a Londres.

Seguir leyendo

Otros libros de rabbit

Ver más
La traición del amor: un matrimonio falso

La traición del amor: un matrimonio falso

Cuentos

5.0

"Quiero el divorcio". Las palabras, tranquilas pero llenas de firmeza, cortaron la tensión del ambiente. Durante cinco años, yo, Harlow Love, fui la esposa de Kaden Barnes solo en apariencia, un matrimonio que existía únicamente para salvaguardar el honor de su familia después de que mi padre muriera salvándole la vida. En todo ese tiempo soporté su crueldad, sus humillaciones constantes y lo vi amar sin reservas a otra mujer. Cuando finalmente reuní el coraje para pedir mi libertad, fue su madre, la cabeza de la familia, quien me informó con frialdad que tendría que aceptar el llamado "castigo físico severo" de los Barnes: treinta latigazos, para demostrar que no estaba siendo expulsada. Pero entonces, Kaden reveló una verdad impactante que derrumbó mi mundo: "Fue una falsificación, este matrimonio jamás fue válido". Cinco años de sufrimiento, de golpes y de vergüenza pública, todo por una mentira. El alivio que sentí apenas duró un instante. Pues Brittaney, la amante de Kaden, me acusó de haber lastimado a su perro, y más tarde, de intentar asesinarla durante un paseo a caballo. Él, enceguecido por su devoción hacia ella, aceptó cada palabra como cierta. Me castigó brutalmente, fracturándome la pierna y dislocándome el brazo, dándome por muerta. Yo no era más que un accesorio, un simple reemplazo, incluso menos importante que ese perro consentido. Mi sufrimiento y mi dignidad no tenían valor. ¿Por qué confiaba en cada palabra y cada lágrima de ella, ignorando la evidencia de mi cuerpo ensangrentado? Y, sin embargo, cuando todo parecía perdido, apareció un salvavidas. Su madre, horrorizada por su crueldad, decidió enviarme en secreto a Londres, concediéndome por fin la libertad que tanto había ansiado. Finalmente era libre, y juré no volver a ver a Kaden Barnes nunca más.

El juego cruel de él, el corazón roto de ella

El juego cruel de él, el corazón roto de ella

Cuentos

5.0

Estaba a punto de casarme con Holden Dalton, quien era el heredero de un vasto imperio inmobiliario. Durante tres años, el mundo fue testigo de nuestro romance de ensueño y de cuento de hadas: la pobre estudiante de arte que había logrado conquistar el corazón de un príncipe. Pero en la víspera de nuestra boda, descubrí la verdad: toda nuestra relación había sido una mentira; un cruel "experimento social" de tres años que él orquestó para humillarme y así entretener a su amor de infancia, Estella. La verdad salió a la luz a raíz de un accidente de auto que reveló mi embarazo de tres meses. Con el corazón destrozado, ingresé sola a una clínica y dejé atrás a nuestro bebé en una fría mesa de operaciones, pero mi dolor solo era parte de su diversión. Luego simularon un secuestro, y Holden eligió "salvar" a Estella sin dudarlo, dejando que yo cayera de un acantilado sobre una bolsa de aire, mientras sus amigos reían. En una gala benéfica para un centro de arte en el que yo había puesto mi alma, él le dio públicamente todo el crédito a esa mujer, señalándome como fraude. El escándalo resultante hizo que mi mentor muriera de un infarto. Ellos simplemente enviaron a su funeral un pastel de "condolencias" que decía en su alegre cobertura: "¡Lamentamos tu pérdida! ¡Otra víctima de la broma!". Y estaba firmado por ambos. En ese momento la última parte de mi corazón se transformó en piedra. Entonces me alejé de la tumba, tomé mi teléfono con manos temblorosas e hice una llamada. "Gael, perdí la apuesta. Estoy lista para irme", alcancé a decir con voz entrecortada.

Tras la traición: la venganza de una esposa

Tras la traición: la venganza de una esposa

Cuentos

5.0

Recibí una llamada a mitad de la noche: mi hermano, Ezra, había tenido un accidente de motocicleta. El doctor, con una escalofriante tranquilidad, me dijo que necesitaban operarlo inmediatamente. Luego recibí una noticia que destrozó mi mundo: le habían amputado una pierna. La cirujana encargada de su caso, Kaitlin Russo, citó "complicaciones", pero yo, como periodista de investigación, intuí que mentía. No había sucedido ninguna complicación, sino que el procedimiento había sido mal realizado. Mi reportaje, en el que detallaba su negligencia, se volvió viral, pero rápidamente desapareció de internet. Además, de repente no podía contactar a mi esposo, Hayden Bridges, un magnate de Silicon Valley. Y por si fuera poco, mi hermana Ivy, desapareció de su apartamento, dejando atrás nada más que un conjunto de huellas lodosas y el aroma del miedo. Decidí confrontar a Kaitlin, y la encontré admirando una nueva pulsera de diamantes. "Hayden me cuida muy bien", ronroneó, con una sonrisa burlona en los labios. La verdad cayó sobre mí como un balde de agua fría: mi esposo no solo era su poderoso respaldo, sino también su amante. Él me obligó a disculparme públicamente con Kaitlin, amenazándome con una transmisión en vivo en la que salía Ivy, aterrorizada y llorando en una habitación oscura. "Estará a salvo, siempre y cuando dejes pasar el asunto", me prometió, con una voz tan fría como el hielo. Yo no tenía elección. Sin embargo, mi decisión no sirvió de nada: Ivy fue torturada por el monstruoso hermano de Kaitlin, Kyle, y murió en mis brazos. Días después, Ezra fue encontrado muerto en su cama de hospital. En medio de un silencio desgarrador, una nueva y fría determinación emergió dentro de mí. Esos dos habían destruido a mi familia, así que yo me encargaría de quemar su imperio hasta los cimientos.

Traicionada por el amor, salvada por el sacrificio

Traicionada por el amor, salvada por el sacrificio

Cuentos

5.0

Mi esposo, Julian Mcgee, una estrella en ascenso de Manhattan y heredero de una familia muy influyente, me fue totalmente fiel. Desafió a sus padres elitistas por nuestro amor y me prometió que estaríamos juntos para siempre. Pero después apareció Katia French. Encontré una carpeta secreta en el portátil de mi esposo, con un montón de fotos de ella y análisis detallados de su vida. Parecía obsesionado. Él me prometió que no era nada, solo "curiosidad", y yo, aferrándome al recuerdo del hombre que me adoraba, elegí creerle. Su manera de "manejarlo" fue comenzar un romance, llevándola a eventos públicos, lo cual fue supremamente humillante. Cuando descubrí que estaba embarazada, esperé que nuestro bebé salvara nuestra relación. De hecho, durante unas semanas, él parecía feliz. Sin embargo, Katia llamó después, diciendo que Julian también quería un bebé con ella, y que yo estaba perdiendo mi "puntuación" en su corazón. Entonces, un día, en un momento de pura frustración, le di una bofetada a esa mujer. El castigo de mi esposo fue terrible: hizo que me arrestaran, con tres meses de embarazo, dejándome en una celda fría. Incluso se inclinó hacia mi vientre y susurró: "Tu madre se portó mal, y este es su castigo". El hombre que una vez movió cielo y tierra por mí ahora me abandonaba en una celda, dándole prioridad a su amante. Mi cuento de hadas se había convertido en una pesadilla, y no podía entender cómo había llegado a esta situación.

Quizás también le guste

Capítulo
Leer ahora
Descargar libro