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Entre susurros y caricias

Entre susurros y caricias

Bombshell

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Capítulo

Mabel, una joven y brillante estudiante de física, la noche de Halloween trabajo en uno de los clubes más exclusivos de la ciudad donde se encontró con un hombre enmascarado como un diablo. Arrodillada junto a él, dominada por su misterio y autoridad, el hombre diablo pudo robare un beso entre susurros y caricias. Para Mabel fue algo único que no volvería a repetirse, pero para Thomas fue algo que no pudo saciar su hambre de deseo. *** Advertencia: Historia +18 y con contenido DDLG

Capítulo 1 Noche de Halloween

MABEL

Termino de acomodar mi disfraz de conejita para esta noche de Halloween. Estoy muy nerviosa al saber en lo que meteré en esta noche. Solo es por el dinero, pienso. Lo necesito mucho.

-Mabel -Roxana entra a mi habitación y sonríe al verme -ya nos vamos. El Uber acaba de llegar.

-En un momento bajo.

Asiente y sale.

Termino por llevar mi identificación y mi celular. Es lo único que llevare esta noche.

Salgo de la casa y subo al taxi que ya nos encontraba esperando. Empezamos a alejarnos de la residencia de la universidad. El clima en Nueva Orleans no es tan frio como en Seattle, es una de las cosas que mas me gusta.

-Atraerás a muchos clientes esta noche -dice Roxana.

Trato de bajar más la fata negra y acomodo los pantis que traigo puesto.

-Me siento nerviosa -confieso.

-Son buenos en el lugar. Aun así, trata de tener cuidado. Estarás en un box y dan buenas propinas.

Después de treinta minutos llegamos al club. Bajamos y entramos de manera directa, el tipo de la entrada conoce a Roxana así que no perdemos tiempo. Al entrar encontramos a un hombre de piel morena que lucia un traje rojo y una máscara.

-Roxana, llegan tarde.

-Lo siento, Max. Ella es Mabel, es la amiga que te comenté.

-Parece menor de edad -dice el hombre. Frunzo el ceño ya que esta vez si me maquille y espere lucir a alguien de mi edad -identificación.

Le entrego mi identificación, la revisa a detalle y asiente. Va detrás del demostrador y nos entrega dos carpetas.

-Ofrezcan las bebidas mas caras. Recuerden hacer la transferencia al momento de entregar los tragos -asentimos -. Roxana, que a tu amiga no se le pase ningún billete faso como a la anterior.

-No volverá a pasar.

-Son quinientos dólares por noche más las propinas, eso es todo suyo. Vayan y hagan a los clientes felices.

El hombre de nombre Max abrió dos cortinas de color vino tras de él, enseñando la gran fiesta que hay en el club por Halloween, hay mucha gente en la primera planta, bailando y bebiendo, todos disfrazadas.

Sin embargo, Roxana y yo no nos quedamos en esta zona. Subimos las escaleras y se abrió una pequeña reja, dejándonos entrar a una plataforma donde había casi seis personas.

-Mabel, intentan que te pague con transferencia, verifícalas como te enseñe -me entrega un pequeño aparato -. En el caso de billetes, avísame y te ayudare.

-Si, Roxana.

Me acerque al primer cliente que me llamaba, le enseñe la carta y él junto a una chica casi de mi edad escogieron un whisky que costaba cerca de 200 dólares. El pago fue por transferencia, al igual que la propina. Al pasar la tarjeta por el aparato, el miedo que tenia en mi interior, fue desaparecieron al ver la cantidad de mi propina.

Necesita dinero para pagar la mitad de la beca de la universidad. Aun no podía completar el pago y Roxana me ofreció ayudarla esta noche. Dijo que en la noche de Halloween había mas clientes y necesaria ayuda.

La mayoría de los presentes estaban acompañados de chicas. Por lo que mi miedo a que alguno me toque o intente sobrepasarse conmigo, no sucedió.

Roxana estuvo conmigo en todo momento. Cuando ninguno me llamo para pedir mas tragos, me detuve a un lado y vi mi teléfono, revisando que tenia varias llamadas de mi novio.

-Mabel -Max se acerca y entra en el box -, tengo a una de mis chicas enfermas. Necesito tu atención en otra panta.

-¿Otro box?

-No, es una planta superior. Es un piso mas privado y con pocos clientes.

-Puedo ir en su lugar -dijo Roxana.

-Tu estas bien aquí.

-Max estoy bien aquí. Lo siento...

-Te pagare el doble.

Abrí los ojos como plato al oír eso. Seria 1000 dólares, podría completar el pago de este mes de la universidad y tener una parte extra para el siguiente mes.

-No soy buena con los billetes.

-No te preocupes. Dejan una tarjeta como garantía.

Asentí y salí del box. Voltee a ver a Roxana que no me dejaba de ver mientras que me alejaba con Max.

¿Debía sentirme nerviosa?

Max dijo que era una zona más privada con pocos clientes. El poco tiempo en el que estuve en el box, todo salió bien. Seguramente seria lo mismo en esta segunda planta.

Max abrió la puerta y me dejo entrar. La música en el lugar era diferente a la que hubo en el primer piso. Ni bien entre, Max cerro la puerta y me dejo sola. Solté el aire que tenia contenido y avance en el lugar.

Me acerqué a la barra y vi a una mujer.

-¿Eres Mabel? -asentí -. Soy Guliana, Max dijo que subirías. Necesitamos mas chicas, gracias por aceptar.

-¿Cómo puedo ayudar?

-Acércate con la carta a los clientes, ve por donde no haya chicas. Así te puedes quedar en ese mismo circulo y tendrás mas propinas. Cuando ellos decidan, traes aquí el pedido y lo alistare para que lo lleves.

-Gracias.

Mire por toda la planta, de las pocas chicas que había, todas iban a diferentes espacios para atender a los clientes. Desde donde estuve vi que un par de hombres recién llegaban, así que antes de que las chicas me ganaran decidí ir hacia ellos.

-Hola soy Mabel y les servirá esta noche.

Dos de los tres hombres levantan la mirada hacia mi.

-Hola conejita -dice uno de ellos -déjanos tu carta para leerla.

Le entrego a hombre la carta. Uno de los hombres alza la mirada, dejando a la vista una máscara de diablo. Sentí escalofríos al verlo por primera vez, parecía tan real. Preferí voltear la mirada, ya que si seguía viéndolo creo que... huiría.

-Señor, las dos primeras opciones son la mejor.

El hombre con mascara de diablo mira la carta y sonríe, una sonrisa completa de maldad.

-¿Hechizo de sangre? Suena curioso el nombre. Tráenos tres de ellos.

Asentí. Deje la carta para que puedan seguir escogiendo y me acerque a la barra. Con los minutos mas hombres fueron llegando al espacio donde estaba sirviendo.

-¿Quién es ese hombre con mascara de diablo? -pregunte a Guliana.

-Es el señor Kingsley -trae la bandeja con tres tragos -es uno de los mejores abogados de la ciudad. Da buenas propinas. Una noche dejo quinientos dólares de propina y no se queda mucho tiempo.

-Solo sere buena mesera.

Tome la bandeja y lo lleve hacia el espacio de mis clientes. Servi primero a los dos hombres y por último con el de mascara de diablo, aún seguía dándome escalofríos su disfraz.

Me pare al lado de su silla y espere alguna otra orden, intente ver bajo su rostro pero el hombre que me pidió la carta, hizo una seña con la mano para que dejara aquella curiosidades.

Agache el la mirada hacia mis tacones. Kingsley, ese apellido no lo he oído jamás en Nueva Orleans. Trato de buscar algo más en mi cabeza sobre él ya que estudie muy bien la ciudad antes de venir pero no encuentro nada. Mis pensamientos fueron interrumpidos ante la voz varonil.

Otros hombres llegaron e hicieron otras órdenes. Estuve ahí todo el tiempo atenta, dando lo mejor de mi en este trabajo. Sin embargo, la mirada del hombre con máscara de diablo permanecía aun en mi.

Llega un momento en que todos los hombres se van... menos el hombre diablo. Lo dejan solo y él vuelve a revisar la carta.

-Trae dos wiskis de medianoche.

Asentí. Me levanté e hice el pedido a Guiliana, no tardo mucho en prepararlos y volví con ambos al espacio del hombre diablo.

-Sus bebidas, señor.

-Uno es para ti, linda.

Señala la parte de al lado del mueble donde estaba sentado. Me senté a su lado y él no dejaba de verme de arriba abajo.

-No bebo -dije colocándome en la posición que él quería.

-No tienes que beber si no quieres, esta bien -se acerca y me toma de su mentón. Aun tenia puesta su mascara de diablo y provocaba miedo en mi -¿Me tienes miedo?

-Si -susurre sin pensarlo.

¿Por qué carajos lo dije?

-¿Por qué?

-Su mascara -seguí -me provoca miedo.

-Nunca conocí a alguien tan directa.

Sonríe otra vez de forma malévola y se acerca a mí.

-Eres hermosa, me provoca interés conocerte.

-¿Hermosa yo?

Es claro que la mascara de diablo le hacia fallar. Yo no soy hermosa, soy aburrida y un poco nerd. Aquello se lo hice saber.

-No creo ser hermosa. Tengo un tipo de belleza común.

-Lo físico no es solo importante, conejita -se acerco más y me hizo sentir un cosquilleo que recorrió todo mi cuerpo -veo más en ti de lo que crees.

Sus ojos empezaron a verme de manera detallada. Miro mi cabello, mi rostro y bajo hacia mi cuerpo. Me intrigaba saber que ve en mí.

¿Qué es esto lo que siento? Es extraño y desconocido, pero aquel sentimiento indescriptible que aparece con él, me gusta.

-Ya me voy, conejita.

El hombre diablo se levantó y salió del lugar. Tuve que quedarme unos minutos en el sofá, tratando de calmar mi respiración agitada.

-¿Estas bien? -levanté la mirada y sostuve la mano extendida de Guiliana -¿Te hizo algo malo?

-N-no -trague grueso -nada.

Ella asintió y camine con ella la barra. Durante el resto de la noche seguí sirviendo algunas mesas más, pero nada se comparaba a lo que sucedió hace rato. Cerca a las cinco de la mañana ya el lugar se encontraba vacío.

Baje de la última planta y en la recepción se encontraba Roxana, cobrando su paga. Max al verme, una sonrisa enorme se formo en su rostro y me extendió un sobre mas grande que el de Roxana.

-Gracias.

-¿No te gustaría volver los fines de semana, Mabel? -ofreció -. Traes buenas ganancias.

-No lo sé. Te confirmare después.

-Claro. Roxana dale mi número a Mabel -ella asintió -. Hay una nota para ti en el sobre -agrego -. Cuídense chicas.

Max se alejo de nosotras y yo empecé a contar el dinero a detalle. Eran cinco mil dólares. Busqué en el sobre y encontré la nota: "Disfruta la propina, conejita. Pronto sabrás mas de mi".

-¿Mabel? -Roxana me habla, así que guarde la nota.

-Vámonos a la hermandad. Estoy muy cansada.

-Si, vamos.

Ambas salimos del club. El sol ya empezaba a salir así que nos fuimos caminando hacia la hermandad.

La nota de este hombre no me preocupaba. Habrá disfrutado de saborear mi lengua, pero después de eso no sabe más de mí, lo cual era un alivio... o al menos eso creía.

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