Jeanne estaba nerviosa mientras intentaba preparar todo perfectamente para la llegada de su nuevo jefe: el Sr. Dubois.
La gente decía que era un hombre frío, que siempre tenía algo malo que decir de manera gruñona, pero ella estaba dispuesta a soportarlo, ya que necesitaba desesperadamente el dinero.
Las facturas no dejaban de acumularse, y su padre había comenzado a sentirse mal, por lo que debía llevarlo al médico lo antes posible.
—Recuerda decir solo lo necesario y siempre ser servicial y amable —le habían advertido sus compañeros de oficina.
El coche de Émile Dubois llegó al edificio Heathrow después de un largo vuelo y de haber estado atrapado en el tráfico durante más de una hora.
Su ánimo estaba peor que nunca.
—Odio Nueva York —dijo fríamente y de manera impersonal, obteniendo una respuesta monosílaba de su conductor.
Como inglés acostumbrado a Londres, encontraba esta ciudad llena de ruido y gente completamente sobrevalorada.
Se dirigió a la entrada y, sin esperar más, fue directo al ascensor, suspirando cada dos segundos debido a su lentitud.
Aún no había conocido a su secretaria, pero le habían descrito a una joven con ojos color miel y cabello ondulado y sedoso tan oscuro como el café, eficiente y muy inteligente.
Este último punto era el que más le importaba; sus características físicas le eran indiferentes de todas maneras, porque no era su tipo.
El hombre imponente caminaba hacia su oficina cuando ella salió bruscamente de la sala, chocando de lleno con él. Émile, teniendo buenos reflejos, la atrapó rápidamente antes de que cayera al suelo.
Ella se apartó de él y se disculpó sin levantar la vista, sintiéndose muy avergonzada por lo que acababa de suceder. Su mirada permanecía fija en esos zapatos de cuero negro impecables.
—Señorita, ¡tenga cuidado! ¿No ve por dónde va? —dijo, dándose cuenta de que ella se quedaba inmóvil, comenzando a sentirse algo irritado.
Jeanne dedujo inmediatamente que este hombre debía ser rico. No hacía falta ser un experto para saber que una persona con pocos recursos no podría permitirse un par de zapatos como esos.