Maylin, desde niña ha tenido que atravesar las dificultades puesta en su camino, para lograr el éxito y poder ocupar el lugar que le corresponde en su familia va a tener que hacer cosas impensables, para probarse a sí misma que es merecedora, va tener que ser dura, manipuladora, misteriosa e incluso fingir ser frágil e indefensa, con la finalidad de robar un gran proyecto comercial de los rivales en los negocios de su familia y convertirse en la mujer empresaria número uno.
Era una noche tenebrosa, con una tormenta oscura, la ciudad de Hong Kong se había quedado sin luz, haciendo más imponente la oscuridad, los truenos de la tormenta que acobija esa noche a la ciudad.
Los rayos y truenos se escuchaban en el cielo, en ese momento un enorme trueno seguido de un relámpago alumbró el despacho de Fu Yang, que miraba la lluvia caer por su enorme ventana sentado en su silla atrás de su escritorio.
Fu Yan era un hombre de 65 años edad, se encontraba solo en esa enorme mansión, solo le quedaban sus recuerdos y sus sueños frustrados; todos sus planes de vida fueron tirados a la basura, la desgracia toco a su puerta, entro a su casa y decidió quedarse a su lado.
El hombre estaba pensativo, triste, recordando a su única hija y su desgracia.
Unos años atrás "El pasado de Fu Yan"
Fu Ming estaba feliz porque acababa de terminar su segundo año de la universidad, estaba por empezar sus prácticas en la empresa de su padre; cosas que no se aprendían en el aula de la universidad las iba a prender con su padre y estaba emocionada, porque su vida como profesionista iba a empezar
Fu Yang estaba orgulloso de la hija que tenía, pronto la convertiría en la mejor CEO del mundo, quería hacerla un tiburón en los negocios, fuerte y dura, despiadada, tanto así que esperaba que ella fuera la primera mujer de todo el mundo en ser reconocida como despiadada en los negocios.
Fu Yang llego a la empresa con su hija, entro con un orgullo, presumiéndola a todos y como no hacerlo si esa mujer era una belleza; su hija Fu Ming era su mayor orgullo, tenia tantos planes y proyectos para ella, que solo estaba esperando que terminara su universidad para hacer su presentación oficial ante la sociedad.
Fu Ming era delgada, alta, su cabello tenía un color negro intenso, con un brillo que las mujeres envidiaban.
Su color de piel era blanco como la nieve, y sus ojos, a pesar de estar rasgados, eran grandes, con pestañas largas.
Su ceja no ocupaba ser tratada, eran perfectas como las tenía, tenían el tamaño perfecto para el hermoso rostro que tenía.
Sus labios eran delgados, pero estaban bien formados, con esas líneas bien definidas, y su nariz pequeña, bien formada, perfecta, con su rostro afilado.
Fu Ming no solo era una mujer inteligente, también era bellísima, tenía todo para ser la mujer perfecta y su padre lo sabía, algo que pensaba aprovechar muy bien en el mundo de los negocios, pensaba mostrarle como usar esa belleza que la vida le dio para que fuera mas feroz en los negocios que seguro iba a realizar.
Él tenía todo planeado para la vida de su hija: convertirla en la CEO de su empresa, con ella a su lado, convertir esa empresa en las primeras del mundo y, una vez logrado eso, pensaba casarla con el hijo de CEO, Zhang; ese matrimonio fortalecería las empresas y la riqueza de ambas familias.
El joven Zhang era único hijo, el heredero de la familia, aparte que su empresa ya era una de las mejores.
Al estar al nivel, su hija y Zhang se casarían y formarían el imperio perfecto; planeo un solo hijo para ellos, que llevara ese imperio a lo más grande de todo el mundo, que jamás haya conocido en el mundo empresarial.
Fu Yang, cada vez que miraba a su hija, pensaba en el hermoso futuro que tenía preparado para ella y ese primer día solo lo confirmó, porque Fu Ming le mostró lo inteligente que era.
Le dio grandes ideas para los siguientes negocios, hasta le habló de lo que ella ya tenía pensado, eso solo hizo que su padre se enorgulleciera aún más de ella; los dos trabajaron todo el día en la empresa, en algunos proyectos olvidados que su padre tenía, que ella le dio un punto de vista más novedosos, que podía hacer que se llevaran a cabo.
Era sábado y salieron de la empresa a la 1 pm, Fu Ming le dijo a su padre que iba a ir al cine con unas compañeras de la universidad; a su padre no le agradaba mucho que saliera con nadie, la prefería en la casa estudiando, sus salidas si lo molestaban y se lo hacia saber, pero al final siempre la dejaba salir, ya que ella era persistente, siempre lograba convencerlo.
Su padre nunca dudó de su palabra, pensaba que ella era consciente de los planes que tenía para su futuro y que los aceptaba, por eso le daba esa libertada solo mientras estuviera en la universidad, porque una vez que saliera tenía que enfocarse solo en la empresa.
Fu Ming se despidió de su padre con un abrazo y un beso en la mejilla, subió al carro, que su padre designó especialmente para ella, y tenía su chofer, que solo estaba a su servicio.
Cuando ella estuvo en el carro, le pidió al chofer salir de ahí, no pregunto a donde iba, solo puso en marcha el carro, como si ya supiera a donde iba y después de 30 minutos llegaron a un barrio de clase humilde.
El chofer estacionó el carro enfrente de un edificio, bajó rápidamente y le abrió la puerta. Una vez que ella estuvo afuera, lo abrazó del cuello, dejó un beso en sus labios; en ese momento le dijo.
-Zhao Feng Ponle, te extrañaba, ya quiero estar en tus brazos, disfrutar de nuestro amor, fue un día largo con papá, no me dejo descansar un solo momento.
Pero tienes que felicitarme, lo hice muy bien, lo dejé impresionado. Si sigo haciéndolo bien, pronto le diremos lo nuestro y te va a aceptar, porque yo pienso hacerlo bien en la empresa, para que no se oponga a nuestro amor.
Zhao Feng Ponle le sonríe con tristeza, la abraza con dulzura, deja un beso en su cabeza y con una voz decaída le dice.
-Mi hermosa princesita, yo realmente deseo creer en todo lo que me dice, pero no creo que tu padre nos deje estar juntos.
Yo soy un don nadie, alguien que nunca debió ver el cielo y mucho menos tocar la luna, solo espero que tengas razón, que tu padre acepte nuestro amor; prometo hacer lo que me pida, con tal de estar a tu lado.
A Fu Ming no le gustó nada lo que dijo, frunció su ceño y molesta le replica.
-Tú estás muy mal y odio que te menosprecies, recuerda que yo te amo, eso es lo único que debe de importarte, porque no pienso dejarte, siempre vas a estar a mi lado, aunque mi padre no quiera y si él se opone, entonces renuncio a su apellido, a su empresa, a todo para irme contigo.
Yo no tengo miedo a empezar desde cero contigo, tengo mas miedo a seguir mi vida sin ti; pienso luchar por nuestro amor, espero lo mismo de tu parte, lo único que no te perdonaría es que tú me abandones por tonterías como el dinero.
Fu Ming después de decir esas palabras dejo un beso en sus labios para evitar que le dijera algo más, lo toma de la mano y entraron juntos al edificio.
Era un lugar humilde donde había departamentos que eran habitadas por familias de bajos recursos, trabajadores del diario.
En ese lugar, Zhao Feng Ponle, tenía su pequeño departamento en el último piso; los dos tenían que subir 12 pisos para llegar.
Era pesado para ella, ya que no estaba acostumbrada hacer ejercicio y las zapatillas que siempre cargaba eran de tacón alto, pero a pesar de que llegaba cansada al último piso nunca se quejaba, siempre entraba con una enorme sonrisa al departamento.
Los entraron al departamento, ella dejo su bolsa en la pequeña mesa que tenía ahí pegada a la pared a lado derecho de la puerta, cerca de una pequeña cocina, donde estaba una pequeña barra, donde tenía un quemador donde podía calentar su comida.
Tenía aun lado del quemador tres platos, dos vasos, una tina donde tomaba agua del baño para lavar los trastes y todo era de plástico.
la mesa tenía dos sillas, enfrente de la barra donde tenía lo que era la cocina, estaba una puerta donde estaba un baño completo, aunque era pequeño apenas cabía una sola persona.
Al lado izquierdo de la puerta de entrada estaba una silla donde estaba doblada la poca ropa que tenía, en el suelo a un lado de la silla en la esquina estaba tendida una colchoneta individua que era donde dormía.
Cuando Zhao Feng Ponle cerro la puerta, ella se acercó a él y empezó a besarlo con pasión; ellos cada que llegaban a ese pequeño espacio era para entregarse a su amor, a su intimidad.
La ropa pronto caía al suelo, no hacían falta palabras para saber que entre ellos había un amor puro y sincero.
Los terminaban en esa colchoneta, haciendo el amor, recorriendo sus cuerpos desnudos, entre beso y caricias, los dos llegaban a esa liberación, a esa satisfacción que los hacia unirse más como pareja.
Zhao Feng Ponle amaba a Maylin tanto, que cada que la llevaba a su departamento le entregaba su alba, había dejado su corazón en sus manos; si le tenia miedo a su padre, pero era mucho mas grande el amor que sentía por ella, que a pesar de que su cabeza le decía que tenia que alejarse, su corazón se negaba a renunciar a ese amor.
Los dos disfrutaban de su compañía en ese pequeño departamento cada que podían, olvidaban sus problemas, se enfocaban solo en ser felices, sin importarles nada.
Esos momentos que estaban a solas, solo era para amarse, para entregarse a ese amor tan apasionado, tan intenso y desbordado que tenían.
Cuando ella regresaba a casa, los dos tenían que ocultar su amor de su padre, ocultar sus miradas llenas de amor, el deseo de su cuerpo queriendo estar juntos, tenían que ser muy discretos, para que nadie los descubriera.
Fu Yang amaba a su hija, era su adoración y desde el día que nació hizo los planes perfectos ella, para su vida.
Era un hombre fuerte, que miraba a los demás hacia abajo, no le gustaba la gente humilde, era déspota, orgulloso, altanero y un clasista; nunca permitió que su hija se relacionara con personas de bajo nivel.
Las escuelas que escogió para ella eran de elite, hasta que entró a la universidad fue que le puso un chofer para ella sola, porque en la primaria y preparatoria era él quien la dejaba y la recogía.
Él nunca sospechó de lo que estaba pasándole a su hija, siempre pensó que era igual que él y que entendía la diferencia entre las personas con riqueza a las que no tenían dinero.
Siempre le dijo que la gente sin dinero no valía nada, que tenía que mantenerse alejada de esas personas, tratarlo solo para lo que eran trabajadores insignificantes, un mal necesario para las empresas.
Muchas veces los considero parásitos que sangraba su empresa y eso se lo decía a su hija.
Fu Yang, si era un hombre cruel con los que no tenían nada, siempre los humillaba, los hacía sentir basura y si tenía la oportunidad pisoteaba al que estaba más abajo; tenía ambición de poder y más riqueza, que pensaba que su hija era el tesoro perfecto, que la vida le dio para lograr sus sueños.
¡Sí! Era su adoración, lo único que amaba, ni siquiera a su esposa o a sus padres, amo tanto como amaba a su hija; su joya más valiosa en la que había depositado todos sus sueños, sus esperanzas, pero sobre todo quería verla brillar como las mismas estrellas en una noche despejada.
Eso era lo que Fu Yang pensaba de su hermosa hija; la amaba tanto y la idolatraba; la miraba como una perfecta estrella, la más grande del universo.
Nunca se imaginó que todos esos planes, todos esos sueños se irían a la basura, que su pesadilla estaba a punto de empezar.
Esa perfecta estrella, que parecía brillar en lo más alto del cielo, que parecía resaltar entre las demás estrellas se convirtió en un pequeño asteroide rocoso, seco y sin vida, que muchas veces destruye planetas al chocar con ellos.