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Las pinturas de Alan

Las pinturas de Alan

G.s Avendaño

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5
Capítulo

Algunas de las pinturas de Alan se han vuelto muy famosas en el último año, aunque no de una manera positiva, el omega solía pintar paisajes y cosas extractas como otros artistas, pero en el último año había comenzado a pintar todos los trágicos y sangrientos escenarios con los que soñaba cada noche. Poco a poco los rumores de las personas acerca de aquella espantosas pinturas llegan a oído del jefe de la policía Ian, un alfa que lleva exactamente un año buscando un asesino en serie bastante escurridizo; el hombre decide ir a ver de lo que tanto hablan las personas, pero no esperaba encontrar las pistas necesarias para su caso y un bonito omega que aseguraba, era su alma gemela.

Capítulo 1 I

El día afuera de aquel edificio lleno de apartamentos se encontraba particularmente bonito, las nubes se encontraban tapando el sol de manera leve sin indicios de que fuese a llover como los días anteriores; las personas parecían disfrutar incluso de la suave brisa que soplaba por las calles por las que paseaban, todos excepto aquel omega pelirrojo que se encontraba afuera de su casa como todos los días, exhibiendo sus pinturas a todos los transeúntes del lugar, algunas de sus pinturas eran paisajes naturales, flores en jarrones, ojos que de animales viendo a través de los arbustos, fondos de

algunas tiendas que le habían gustado lo suficiente como para mantenerlas en un cuadro, criaturas mitológicas y animales en su habitad natural, algunas de esas eran las que las personas solían comprarle mientras que las otras pinturas que solía hacer cada dos o tres días eran las más criticadas y temidas por las personas, más por los pequeños niños o al menos algunos de ellos.

Y es que desde hacía un año que Alan venía soñando con escenarios demasiado fuertes para alguien como él, todos los sueños se trataban de un asesino que capturaba solamente omegas, los torturaba y luego los mataba vilmente, arrancándole los ojos para su colección personal y por desgracia, en su sueño podía verlo todo con lujo de detalles como si estuviera siendo él mismo el que hacía todas aquellas atrocidades. Y para mucha más desgracia, no tenía a quién compartirle dichos sueños y no era lo suficientemente valiente como para buscar ayuda psicológica, así que prefería contarle todos esos sueños y detalles a sus lienzos, ya que, cuando él plasmaba el retrato de los omegas luego de haber sido asesinados entre pinturas, los sueños se detenían por un corto período de tiempo que lo dejaba descansar y dormir las horas necesarias para seguir sobreviviendo a la vida de adulto casi vago en la que vivía actualmente ya que no había podido terminar su carrera universitaria de arte por culpa de su familia.

Alan no tenía familia alguna, al menos no una que quisiera cerca, su padre había muerto de forma bastante extraña a pesar de haber sido catalogada como "natural" y su madre al no poder aguantar el haberse quedado sin su esposo, se suicidó lanzándose desde el balcón de la casa donde él y ella se habían estado quedando luego del funeral de su padre. Alan creía que la fémina ya venía con cierta tristeza en su corazón desde que perdió a su primer hijo, él era el segundo que tuvo y el único que sobrevivió al parto o al menos eso fue lo que su tío paterno le había contado una vez cuando tenía nueve años, aún no entendía por qué le había contado aquello y sinceramente no le tomó demasiada importancia en ese entonces, mucho menos en la actualidad puesto que era suficiente con él mismo siendo un omega en una familia que lo había desplazado por completo, no creía que fuese necesario tener otro familiar que lo desplazara también, sólo por su casta y menos si esa persona sería su hermano mayor porque estaba seguro que le afectaría más.

Ese día como muchos otros, Alan se encontraba sentado frente a su lienzo con el rostro en una expresión completamente concentrada, una paleta de colores en su zurda y un pincel en la diestra, plasmando un nuevo sueño/pesadilla; esta vez había aparecido en la cubierta de un barco que parecía estar anclado en el puerto, no sabía cuál era exactamente por la hora en la que parecía estar sucediendo todo, era completamente de noche y lo único que podía notar era lo poco que había allí; unos pocos postes de luz con bombillos parpadeantes que habían alrededor del barco, luego de pasear la vista por el lugar a través de los ojos del asesino notó que no estaba solo puesto que allí mismo también se encontraba una omega de quizá unos treinta o cuarenta y tantos años, morena con ojos castaños claros, claramente no era de su país; así que lo más probable es que era una turista que tuvo muy mala suerte al encontrarse a aquel asesino.

Como siempre, la vista que tenía era la misma del asesino por lo que nunca ha podido dibujar el rostro del hombre y éste era lo suficientemente inteligente como para no acercarse a ningún lugar que pudiera reflejar su rostro, pero creía que quizás era un alfa o era lo que solía pensar puesto que eran más fuertes que un beta promedio, tal vez podría ser un gamma, pero no estaba realmente seguro, de lo que sí estaba seguro era que el asesino era fuerte porque todos los omegas eran atrapados fácilmente y cargados con la misma facilidad, así que estaba seguro de que no se equivocaba al adivinar la casta del asesino.

Para su desgracia y también suerte sólo podía observar, más no escuchar lo que el asesino hablaba con sus víctimas antes de cortar la piel de algún lado de su cuerpo sin llegar a tocar ninguna vena ni ninguna arteria, a veces comenzaba rompiéndole los dedos de las manos y luego los de los pies, el hombre gozando de la vista que tenía frente a él -él mismo no era fanático de eso, pero no podía siquiera apartar la mirada ni cerrar los ojos- antes de comenzar a mecer la cabeza de un lado al otro como si cantara alguna canción que se le era desconocida completamente mientras cortaba más la piel ajena con una navaja militar, las reconocía por su abuelo que hacía mucho tiempo había sido uno, así que de seguro el asesino trabajaba como militar en la actualidad o quizá mucho antes de comenzar los homicidios, no estaba realmente seguro.

Con la omega de anoche parecía haber sido más personal puesto que la había torturado por mucho más tiempo que a los demás; había comenzado arrancando las uñas de sus manos una por una, echándole alcohol en los dedos antes de arrancar la otra que le seguía, hasta que ambas manos quedaron sin uñas, el asesino alzó la mirada y fue cuando comprendió la razón de que estuviera tan tranquilo con los gritos de la mujer y es que no había tales gritos porque la mujer tenía una mordaza en la boca que le impedía hablar o en ese caso, gritar, la ropa estaba completamente desgarrada en el momento en el que él mismo se conectó al sueño, debajo del cuerpo había un pequeño charco de sangre que prontamente se haría más grande ya que el asesino había sacado su navaja, rozando la punta afilada de esta por la pierna de la mujer, demostrando que era bastante buena la hoja de la navaja por como cortaba fácilmente la piel de la mujer. El miedo podía verse claramente en los ojos castaños de la mujer, pero también había otro sentimiento allí que no pudo saber en ese momento de cuál se trataba.

En algún punto el asesino se descuidó lo suficiente como para haberse dado cuenta tarde que alguien se estaba acercando a ver qué sucedía en aquel barco, así que el asesino no tardó en degollar a la mujer y sacarle los ojos como parte de su colección, tal como hacía con todas sus demás víctimas; luego de eso pudo despertar del sueño, sintiendo demasiado pánico mientras su cuerpo estaba cubierto de sudor y temblores, su mirada se encontraba nublada y desorbitada por el terror de lo que presenció y su cerebro no parecía querer procesar todo lo sucedido, pero su estómago sí fue más rápido y antes de arruinar el suelo de su apartamento, corrió rápido hacia el baño para vaciar lo que había cenado la noche anterior.

En la mañana antes de salir a trabajar había querido ignorar el sueño, incluso creyó que podría distraerse fácilmente una vez sentado en su puesto de venta de cuadros, pero debió imaginarse que no se le sería posible, las imágenes no dejaban de llegar una y otra vez a su cabeza como si fuera una maldita película de terror, por ello fue que una vez más tuvo que sentarse a dibujar la nueva víctima de aquel desconocido asesino. Acomodó un lienzo nuevo en el caballete y tomó la paleta de colores junto a su cartera de pinceles totalmente limpios antes de comenzar a plasmar todo poco a poco, la pintó en la misma posición en la que el asesino la dejó y el fondo donde la había dejado abandonada a su suerte, al no haber podido ver realmente qué tenía detrás, lo colocó en rojos y negros con algunas rosas a modo de luto para esas víctimas justo como en todas sus demás cuadros, aquellas pinturas se habían vuelto una especie de serie o saga, no tenía idea de cómo se decía realmente, sólo sabía que podrían ser parte de una película de terror que sólo sucedía mientras él dormía y estando despierto se encargaba del póster para la película, o así había comenzado a verlo desde de un par de días después de todo comenzara.

Sus manos se encontraban manchadas con pintura y partes de su rostro también al secarse el sudor frío que le recorría la frente cada que retrataba un detalle de aquella escena, pero no le importó en absoluto ya que estaba más al pendiente de asegurar que a su pintura no le faltara ningún detalle en el cuerpo de aquella mujer y cuando confirmó que tenía todo tal como la vio antes de despertar, colocó el lienzo junto a los demás, firmando la parte de atrás con su nombre y colocando la fecha de la noche anterior, dejando el espacio de «nombre:» que solía colocar en caso de que en las noticias dijeran su nombre y así pudiera llenar ese espacio en blanco, así los recordaba a todos y no sólo por su número como víctima.

Luego de terminar de acomodar la nueva pintura se alejó de esta antes de ver hacia atrás al escuchar los murmullos y se sorprendió al notar un grupo pequeño de personas que habían estado esperando a que terminara para ver el nuevo cuadro, así que dejó que lo vieran, pero tal como sucedía con las anteriores a ella; las personas colocaban una mueca de terror y asco antes de dispersarse para ver las demás pinturas, dejando solamente a un señor de tez bronceada con gafas de sol, observando demás las diferentes pinturas sin expresión alguna antes de acercarse a donde él mismo se encontraba.

—¿Cuánto por las pinturas? —Cuestionó el hombre señalando la serie de pinturas de los omegas muertos que había estado observando.

La cara de Alan era todo un poema luego de escuchar la pregunta y rió nervioso antes de negar levemente hacia el hombre.

—No, ninguna de ellas está en venta —Respondió Alan tranquilamente mientras se quitaba la pintura de las manos con una toallitas húmedas que sacó de su bolsillo. —Son sólo de exhibición, las otras sí están en venta —Señaló hacia el resto de las pinturas que eran observadas por un par de personas.

—Curioso. ¿Por qué querrías exhibir ese tipo de pinturas sin venderlas? —Cuestionó el hombre con curiosidad y una sonrisa asomándose en sus labios. —Son algo grotescas y muchas personas pueden darte malos comentarios o no comprar ninguna de tus pinturas —Señaló, aunque vio al pelirrojo alzar los hombros con una mueca en sus labios.

—Es algo complicado de explicar y estoy seguro que no lo entendería —Respondió Alan sin dejar de negar hacia el hombre, era mejor que nadie más que él mismo supieran la razón por la cual las exhibía.

—Podrías intentarlo —Insistió el hombre.

—No quiero. Mejor váyase si no va a comprar nada más —Pidió Alan apretando los labios antes de seguir con su labor de quitarse la pintura de las manos, el rostro y de seguro también tenía en el cabello, pero no estaba seguro.

—Volveré a intentarlo mañana, así que hazte la idea de que me llevaré algunas de esas pinturas —Aseguró el hombre con una sonrisa ahora más amplia.

—Y yo seguiré negándome a venderlas.

Alan no entendía del todo el comportamiento del hombre frente a él, era demasiado extraño que justamente quisiera esas pinturas que no estaban a la venta, no porque no quisiera deshacerse de ellas, después de todo eran el recuerdo constante de sus horribles sueños, pero había una razón por la cual las mantenía y es que estaba casi completamente seguro de que el asesino las veía y por ello era que tenía aquellos descansos libres de malos sueños por un par de días, a veces llegaban a ser tres o cuatro días seguidos los que podía dormir tranquilo si el insomnio no lo agarraba primero, así que era posible que el asesino sí las viera, era lo que quería creer puesto que de otra forma no entendía la razón de sus descansos, pero realmente no estaba seguro y no creía estarlo en algún punto.

El hombre se fue después de eso y Alan lo agradeció enormemente porque no quería tener que recoger su puesto de pinturas tan temprano por culpa de ese extraño hombre, caminó hacia la pareja de ancianos que le hacía señas desde un trío de cuadros y se detuvo a un lado de estos mientras comenzaba a limpiarse el rostro, disculpándose con los dos mayores por su aspecto y sólo recibiendo la risa de la mujer que negaba levemente antes de hablar luego de que su esposo se lo permitiera, no era algo raro de presenciar, pero sí algo molesto de ver porqué ya no estaban en los tiempos de antes.

—Todo artista siempre debe llevar la marca de su trabajo, ya sea en las manos, el rostro o el cabello, como parece ser tu caso —Comentó la anciana con una sonrisa divertida.

—Ay no me confirme eso —Se quejó Alan tomando otro par de toallitas para comenzar a pasárselas por el cabello, esperando que no se hayan secado rápido las manchas de pintura o sería un fastidio lavarlas luego, soltó un suspiro, quedaría calvo si no lograba quitárselas y dejando eso de lado, vio de regreso hacia la pareja con una sonrisa avergonzada. —Por favor díganme lo que desean.

—Queremos estas tres pinturas —Señaló el anciano los tres lienzos que estaban juntos por culpa de quizás, el viento que soplaba fuerte en ocasiones. —El Pixiu, el Tao Tie y el Fenghuang.

—Oh esa serie de pinturas —Comentó Alan bastante sorprendido al ver que las reconocían y sonrió amplio antes de asentir. —Por supuesto, cada una tiene un costo de $290. ¿Tienen cómo llevárselas?

La pareja se volteó a ver al mismo tiempo y se sonrió antes de voltear hacia el joven omega que no estaba pendiente de sus expresiones ya que estaba buscando su celular entre sus bolsillos y preguntándose entre maldiciones mentales dónde demonios lo había dejado ahora, al menos hasta encontrarlo en el bolsillo en el interior de su chaqueta que estaba acomodada alrededor de su cintura y cuando vio de vuelta hacia los ancianos casi pega un grito sorprendido. Ni siquiera había escuchado u olido la llegada de aquellos enormes alfas con expresión en blanco que ya estaban por tomar los lienzos y los detuvo antes de que los tocaran.

—¡No pueden tomarlas así como así! —Exclamó antes de resoplar y caminar hasta su mochila para tomar uno de los spray y tres papeles envoltorios junto a su cinta embaladora. —Primero tengo que acomodarlas para que no se dañen en el camino, sería una lástima que terminaran rompiéndose o rayándose —Explicó bajo la mirada curiosa de los mayores. —Me ha tocado un par de veces rehacer pinturas por esos mismos descuidos, así que ya sé qué hacer para que se mantengan sin problemas.

Alan se colocó frente a una de las pinturas para rociarle el spray con el fijador antes de hacer lo mismo con las otras dos y después comenzarlas a embalar con el papel, asegurándose de que este no tocara la pintura en ningún momento y todos aquellos detalles lo vieron la pareja junto a los tres hombres, así que cuando tuvieron el visto bueno para llevárselos, los tomaron por las orillas para guardarlas en el auto que estaba en las afueras del parque y Alan suspiró tranquilo por ello.

—La cuenta bancaria la tienen allí colgada —Señaló hacia un pequeño cartel que colgaba de su caballete principal mientras volteaba a ver a la pareja y volvió a sorprenderse. —No puede ser. ¿En efectivo? ¿En serio? —Cuestionó sin poderlo creer antes de tomar el sobre con el dinero para contarlo y asintió luego de asegurarse que los $870 estaban completos. —¡Gracias por su compra!

—Gracias a ti por vendernos las preciosas pinturas —Respondió el anciano con una sonrisa antes de despedirse junto a su esposa. —Vendremos de vez en cuando para ver si tienes más de esas hermosas criaturas, hasta pronto.

Alan asintió rápidamente antes de despedirse de la pareja de igual manera, agradeciendo tener un parche que evitaba que sus feromonas se salieran en descontrol por la emoción que sentía luego de aquella gran venta, normalmente solía vender una pintura a la semana, incluso a veces era una por un mes y después nada, era a veces realmente frustrante vivir así, no había muerto todavía puesto que había una herencia a su nombre que se le era depositada poco a poco por su abuelo materno, pero hasta que el hombre no muriera, no la tendría completa y todo por ser un omega que no terminó la universidad y por no haber escogido la misma carrera de su madre.

Se negaba completamente a ello porque tendría luego que casarse con algún alfa idiota que lo tendría de decoración y lo obligaría a ser completamente pasivo, se negaba a ello, no quería ser un muñeco sin vida de nadie y por ello era que no tenía pareja a sus veintitrés años de edad, estaba bien solo mientras su celo no llegara, cuando este llegaba pasaba tres agotadores días peleando con su omega interno para que no saliera a buscar a cualquier imbécil a la calle que pudiera morderlo... Sip, eran los días complicados.

Se olvidó por completo de ese detalle al ver llegar nuevos clientes y no tardó en acercarse a ellos con una sonrisa, guardando el sobre de dinero dentro de los bolsillos de su pantalón azul prusiano casi despintado de tantas lavadas que había recibido el pobre con los años, pudo vender un par de lienzos más antes de que el cielo se llenara de nubes grises y luego de hacer las ventas, recogió todos los demás lienzos, poniéndolos sobre el carro de carga que su casero le alquilaba para que pudiera llevar sus cosas, tomó todo y luego de asegurarse que nada se le quedaba, corrió por el parque donde se sentaba a exhibir y vender sus pinturas, despidiéndose de su amigo el guardia del parque para dirigirse hacia su apartamento que quedaba a sólo una cuadra de aquel parque.

Cruzaba los dedos para que todavía no lloviera y se detuvo cuando su cabeza pareció recibir un golpe, pero nada había chocado con su cabeza y nadie estaba lo suficientemente cerca como para golpearlo, así que no entendía qué había sucedido realmente e iba a comenzar a caminar de regreso, pero por puro reflejo observó el callejón a su izquierda con una mueca en su rostro y se tensó visiblemente al ver el cuerpo de una persona tirada en aquel lugar.

—No puede ser...

Alan no podía creer lo que estaba viendo, se suponía que el asesino sólo atacaba omegas en las noches, pero aquel omega había sido atacado en plena luz del sol, la poca que había hasta hace poco antes de que las nubes grises se adueñaran del cielo y le extrañaba realmente aquel detalle ya que no creía que pudiera soñar algo que ya había sucedido. Estaba seguro que había sido aquel hombre el que había hecho aquello por la forma en la que se encontraba el hombre joven, éste se hallaba sentado con la espalda en la pared, llevaba una mordaza en la boca y las manos amarradas entre sí frente a él, la ropa rasgada, la piel cortada en diferentes equis que a veces creía que eran cruces por el ángulo en las que las veía, había una marca en su cuello, lágrimas secas en sus pálidas mejillas y donde deberían ir aquellos ojos que mostrarían el dolor y el terror de lo que le había estado sucediendo, estaba completamente vacío, habían sido arrancados por cuatro dedos con experiencia, tal como había hecho con las demás víctimas.

Cayó sentado sobre el suelo con las lágrimas bajando por sus mejillas mientras a tientas buscaba su celular para llamar a emergencia y explicarle lo que estaba viendo, escuchando que la policía estaría pronto allí y luego de dar su tipo de casta fue mandado a ir al hospital más cercano para que pudiera calmarse, luego de eso, colgó. No le pareció extraño que no le pidiera quedarse a dar declaraciones acerca de lo que estaba aún viendo, después de todo, todos creían ciegamente que los de su casta eran débiles y aunque había unos que sí lo eran, odiaba que los pusieran a todos en la misma bolsa. Se limpió las lágrimas antes de levantarse, sintiendo sus piernas temblar levemente mientras se sostenía del manubrio del carro de cargas y se secó las lágrimas poco después, decidiendo que se quedaría, ese fue su principal pensamiento, pero no esperó ver una cosa circular completamente extraña rodar hacia sus pies y al ver que era uno de los ojos soltó un chillido aterrado al pensar que el asesino estaba escondido entre la oscuridad y no dudó en salir corriendo lejos de allí, dirigiéndose hacia su casa.

No se detuvo por nada en el mundo, ni siquiera cuando entró al edificio y prontamente al ascensor donde picó el botón de su piso repetidamente para que las puertas se cerraran más rápido, las lágrimas habían vuelto a hacer su recorrido por sus mejillas y sus manos picaban desde que observó aquella escena, poco a poco su respiración se desestabilizó aún más y no era por la carrera, era por el miedo que le recorría. Salió del ascensor hacia su apartamento y entró a este luego de abrir la puerta, prontamente se aseguró de cerrar con llave y los diferentes seguros que tenía la puerta antes de adentrarse para asegurarse que todas las ventanas estuvieran cerradas, aunque vivía en un piso siete, nunca se estaba seguro qué loco podría llegar a escalar nada más para entrar a su casa.

Los nervios eran suficientes como para hacerlo tropezar cuando trataba de caminar hacia los lienzos nuevos del carro de cargas, pero no cayó en ningún momento por suerte, tomó uno de los lienzos y sus pinturas, colocando el caballete y encendiendo las luces, agradecido de que todavía hubiera electricidad, para poder acomodar todo antes de sentarse para comenzar a pintar la nueva escena que esta vez había presenciado físicamente, la mano que sostenía la paleta de pinturas temblaba por el miedo que todavía recorría su cuerpo, pero la mano que sostenía el pincel estaba bastante firme, quizás era porque era su trabajo no flaquear o la pintura quedaría mal y no le iba a gustar ni un poco.

—N-No soy cobarde por no quedarme... No lo soy... Fue, fue instinto de supervivencia...

Fue lo que se mantuvo repitiendo una y otra vez, sacudiendo la pierna izquierda en un movimiento nervioso mientras observaba de vez en cuando hacia la puerta y luego hacia la ventana más cercana antes de volver la mirada hacia el lienzo para seguir con su pintura, pasándose la diestra por el rostro sin importarle llenarse de nuevo de pintura, era lo de menos, necesitaba terminar esa pintura antes de que la tormenta llegara; no era porque le tuviera miedo a los truenos ni nada de eso, era por el simple y llano hecho de que la luz se les era quitada para, según, ahorrar la energía en caso de necesitarla luego. Aunque no creía que sucediera nada, en las últimas dos semanas nada había sucedido y era cuestión de tiempo para que todos los omegas que allí vivían comenzaran a quejarse por la falta de luz, ya que la tormenta duraba toda la noche incluso y a nadie le gustaba hacer sus cosas en plena oscuridad con sólo velas alumbrando su hogar, era incómodo y molesto.

Ni siquiera a él mismo, pintar sin luz era algo que le estresaba completamente puesto que tenía que utilizar velas y ya estas se le estaban terminando, debía ir a comprar otra caja, pero sería para el día siguiente puesto que sus nervios no lo dejarían siquiera acercarse a la puerta, debía calmarse, lo sabía, pero eso sólo pasaría cuando lograra terminar la pintura de aquel chico con todos los detalles que había visto al momento de estar frente a él, además de colocar el detalle del ojo rodar a sus pies, porque sí, hasta eso había decidido colocar, sentía que era un detalle necesario.

Y de pronto se detuvo, observando el lienzo con la respiración atorada en el pecho, sus ojos escociendo por las lágrimas retenidas mientras un pensamiento cruzaba su cabeza de forma veloz y este terminó de confirmar todas sus sospechas.

—Entonces el asesino sí ha visto mis pinturas...

Por supuesto que decirlo en voz alta lo hizo mucho más creíble que el sólo pensarlo como venía haciendo los últimos meses, pero aun así no evitaba que los nervios y el miedo le recorriera cada célula de su cuerpo, decidió que tendría que estar más al pendiente de las personas a su alrededor para saber de quién se trataba y si se detenía a pensar, ya tenía un sospechoso en mente y ese era aquel hombre de esa misma tarde que tenía lentes de sol, aquel que quería comprar los cuadros de los omegas; si realmente era él, había estado muy cerca de ser la siguiente víctima... Tal vez.

Aunque le parecía sospechoso que el mismo asesino haya querido comprar los cuadros de sus víctimas, quizás era un asesino ególatra, no estaba realmente seguro y tampoco le importaba, sólo le importaba saber que estaba a salvo por los momentos. ¿Pero hasta cuándo lo seguiría estando?

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