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La constante

La constante

Ale KC

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Capítulo

Después de dos años en una empresa, Mónica logra ser aspirante a una vacante de rango superior pero al no tener el certificado técnico en contabilidad su jefe la obliga a regresar a la escuela; a regañadientes ingresa a una preparatoria donde destaca por su rápido aprendizaje y su mal comportamiento, el cual es notificado a su tutor y profesor de Matemáticas, el maestro Aarón, quien es un hombre estricto, serio y malhumorado, sin embargo, al mirarla rápidamente queda enamorado de ella. Aarón intenta mantener la relación alumna-maestro con ella pero cada vez es más difícil para él pues su rebeldía, su belleza y su inteligencia lo vuelven loco hasta que un día por azares del destino se encuentran en un antro donde beben hasta quedar completamente ebrios, se besan apasionadamente y tienen sexo esa misma noche. Después de ese desliz tratan de no tomarle importancia al suceso pero poco a poco Mónica se va enamorado de Aarón apesar de estar comprometida, pues no puede evitar comparar a su novio con su profesor.

Capítulo 1 El desafío

— Diez, nueve, ocho…

Se escuchaba una voz femenina suave en un susurro, el reloj de la pared decía que las dos de la tarde estaban por llegar.

— Siete, seis, cinco, cuatro…

Los segundos se volvían eternos para Mon quien continuaba seleccionando botellas de PET por colores en una barra industrial para que se pudieran reciclar

— Tres, dos, uno… ¡Por fin, dos años!— dijo en voz baja mientras lanzaba un pequeño brinquito, la chicharra del cambio de turno sonó, la barra paró su movimiento y los operadores fueron saliendo en órden. Una vez en los vestidores de mujeres, Mon se comenzó a retirar su uniforme: un overol de mezclilla con el nombre de la empresa de plásticos, sus guantes, su cofia y sus lentes de seguridad. Una sonrisa adornaba su rostro ligeramente maquillado que resaltaba sus ojos cafés y su piel apiñonada; soltó su larga y gruesa cabellera color negro que enmarcaba su carita adolescente, se puso de inmediato una blusa morada que resaltaban sus redondos pechos y un pantalón de mezclilla que marcaba sus pompas y sus piernas torneadas.

— Mon, felicidades, ya cumpliste dos años aquí— le decía una compañera suya que le llevaba unos diez años, Mónica era la más jóven.

"Felicidades, échale ganas, muy bien" se escuchaba en el vestidor por parte de sus compañeras, ella solo agradecía, de repente en el altavoz se escuchó: "Mónica Castillo Trejo favor de pasar a recursos humanos".

Mónica terminó de vestirse y se marcó el delineado para verse más presentable, tomó su mochila y se fue muy contenta a la oficina de recursos humanos, ella sabía que cuando era el día del cumpleaños de un trabajador, el día de su profesión o su aniversario laboral, esa área les entregaba un pastel individual y una bolsita de dulces, pero, después de cumplir dos años en la empresa, los trabajadores podían aspirar a un puesto más alto, ya sea en su área o en otra, por lo que su emoción estaba al tope; en el camino todos la saludaban pues era de las más queridas en la empresa.

— ¿Puedo pasar?— preguntó amablemente luego de tocar la puerta y asomarse discretamente.

— Oh, Mónica, pasa, por favor— dijo el jefe del área fijando sus ojos alegres en ella.

Mónica pasó y al estar dentro se percató de que estaba ahí el gerente del área de contabilidad, era un hombre alto, fornido, de cabello café cano y barba café, sus ojos eran azules con una nariz pronunciada, su nombre era Federico González, un hombre de origen Argentino. Mon tragó grueso pues aquel gerente tenía un semblante muy serio, luego pasó.

— Buenas tardes— saludó con un poco de vergüenza y tomó asiento frente a Rogelio Rodríguez, el jefe de recursos humanos, un hombre de estatura media, moreno, delgado y con anteojos que no superaba los treinta años de edad, ambos caballeros contestaron al unísono, posteriormente Federico tomó asiento al lado de Mon.

— Mónica, te hemos llamado porque sabemos que hoy cumples dos años de antigüedad en la empresa y quisiéramos ofrecerte un cambio temporal de área— comentó Rogelio diplomáticamente— una de las auxiliares del área de contabilidad se fue de licencia de maternidad entonces pensamos en ti para este puesto, pues has demostrado compromiso y fidelidad para la empresa.

Mon se quedó atónita.

— ¿Pero esto qué implica?— preguntó serena.

— Bueno, cubrirás tres meses el área en lo que regresa la auxiliar, harías lo que te pida el contador y ya— respondió Rogelio

— ¿Pero qué obtengo de beneficio?— preguntó Mon, de inmediato Federico pensó que Mon era astuta, entonces le agradó más para estar en su área.

— Bueno, como es temporal, se haría un contrato paralelo a tu contrato de planta y se te pagaría un extra como apoyo, una vez terminado el contrato, regresarías a tu área y ese bono ya no se te pagaría más; tu horario ya no sería el mismo, cambiaría un poco y te entregaríamos vales de despensa al mes— agregó Rogelio.

A Mon le agradaba la idea de tener más dinero por lo que su respuesta inmediata fue un rotundo sí.

— Claro que sí, Licenciado Rogelio, ¿qué debo hacer para aplicar al puesto?— Preguntó Mon entusiasmada y entonces Federico respondió.

— Solo tienes que presentar un examen de conocimientos, si lo pasás, estás dentro.

Mon sintió un escalofrío recorrer su cuerpo y un picor en su brazo izquierdo la molestaba, se sentía nerviosa pero aceptó.

— Sí, está bien, lo haré— dijo tratando de demostrar seguridad, Federico sonrió un poco y sacó de un folder manila un compendio de hojas engrapadas por un lado y un lápiz.

— Tenés dos horas para entregarlo— replicó Federico, a veces se notaba su acento.

De inmediato Mon lo empezó a leer, Federico salió y Rogelio siguió checando unos pendientes que tenía; una vez terminado de leer ella se dio cuenta que eran ejercicios matemáticos, algunos acertijos y un par de preguntas sobre la empresa por lo que empezó a responder lo que sabía, al cabo de una hora con veinte minutos terminó, entonces se lo entregó a Rogelio, él llamó a Federico y unos minutos después ingresó a la oficina, tomó el compendio y lo revisó de reojo, Mon moría de nervios.

— Bien, empezás mañana— contestó Federico sin más y salió de la oficina, Rogelio y Mon se quedaron impresionados, luego Rogelio se recompuso y platicó con Mon.

— Bien, Mónica, te debes presentar con ropa formal-casual, mañana tengo listo tu contrato a esta hora. Un consejo: No llegues tarde, Federico es muy estricto con la puntualidad.

Mon seguía impresionada, no sabía si lo que estaba escuchando era real o estaba soñando.

— Ok, muchas gracias, licenciado— respondió en automático, se levantó y salió de la oficina, olvidó por completo que le darían un presente, incluso Rogelio lo había olvidado.

Ella caminó por el pasillo y justo antes de llegar al ascensor Rogelio la alcanzó para entregarle su pastel y su bolsa de dulces, solo los tomó, agradeció secamente y salió de la empresa, miró su teléfono y ya eran las cuatro de la tarde, tenía varios mensajes y llamadas de Evan, su novio, fue entonces que decidió llamarlo.

— ¿Bueno, Evan?— dijo ella en cuanto él respondió.

— Amor, te he estado llamando porque no me has contestado, no me has dicho si ya saliste o algo.

Ellos tenían la costumbre de llamarse por teléfono cuando salían del trabajo para poder pasear en el centro de su comunidad por la tarde, además para comunicarse pues la situación con homicidios e inseguridad estaba muy complicada.

— Lo siento, amor, es que me sucedió algo increíble— le dijo ella aún anonadada.

— ¿Qué sucede Mony?, ¿estás bien?— preguntó muy preocupado.

— Sí, solo que creo que me acaban de ascender.

— ¿Ascender a supervisora?— preguntó él intrigado.

— No, bueno, mejor te explico en un rato, cuando te vea en el kiosco, ¿Te parece?

— Va, te veo en el kiosco. Te amo.

— Yo también te amo, Evan.

De inmediato colgaron, Mon se apresuró y tomó un autobús que la dejaba en el Kiosco pues ya no había alcanzado a sus compañeras para irse caminando con ellas a casa. Cuando llegó ahí, Evan la esperaba parado con los brazos cruzados, era un hombre alto, delgado, moreno de cabello ligeramente largo de color negro, ojos café oscuro y labios voluminosos, era muy atractivo físicamente y en el ámbito personal, era un hombre sincero, trabajador y muy comprometido aunque no a mucha gente le gustaba su compañía. Tenía diecinueve años igual que Mónica y trabajaba en una empresa automotriz de ensamble, ganaba un poco más que Mon.

De inmediato él fue hacia ella y la abrazó.

— Amor, me tienes preocupado, ¿qué sucedió?— preguntó con zozobra.

Mon le contó todo lo que había sucedido con lujo de detalles.

— ¡Amor, esto es increíble, en serio es increíble!— dijo saltando de alegría.

Mon se dio cuenta de lo increíblemente buena que era la noticia entonces empezó a saltar junto a Evan, ella se sentía muy contenta.

— Ok, entonces iremos a la tienda del centro para comprarte unos conjuntos y puedas ir a trabajar con un atuendo formal— dijo muy contento Evan y la abrazó tiernamente— me siento muy orgulloso de ti, Mon y te voy a apoyar siempre, te lo prometo.

Mónica sentía que todo estaba saliendo bien, se sentía importante en su trabajo, se sentía amada y protegida por su novio, entonces fueron a la tienda del centro para comprar su ropa, luego Evan la acompañó a su casa y finalmente él regresó a su departamento.

Ahí en su casa, Mónica saludó a su mamá, ella estaba sentada en el comedor.

— ¿Cómo estás, mami?— preguntó Mónica arrodillándose frente a ella.

— Me duele la cabeza, Mony, pero estoy bien— dijo intentando sonreír con dificultad.

— Ay mamita, mejor ve a la cama y descansa, en un rato más salgo por medicamentos para que se te pase el dolor.

— Hija, pero salen muy caros— le contestó preocupada.

— No te preocupes, mamá, me ascendieron, entonces no te preocupes por el dinero.

Su mamá, quien se llamaba Rita, escuchó lo que Mónica le contaba sobre su empleo, ella se puso muy contenta y luego se comieron el pequeño pastel entre las dos.

*

*

*

Al día siguiente, Mónica llegó puntual, para su sorpresa, el gerente ya se encontraba en su lugar de trabajo, también sus compañeros.

— Muy bien, señores, les presento a Mónica Castillo Trejo, ella estará cubriendo su permiso de maternidad de la compañera Ángeles, bla, bla, bla. A trabajar.

Todos se fueron como maquinitas hacia su escritorio de trabajo.

— ¿Pero señor, qué hago?— preguntó ella sin entender nada, Federico la miró despectivamente mientras los demás hacían una cara de asombro.

— ¿Alguna vez has trabajado en el área de contabilidad?— preguntó él.

— No, señor, es mi primera vez— respondió Mónica seria y con un poco de temor.

— Bien, cuando no sabes cómo usar el shampoo, ¿qué haces?— preguntó con un tono sangrón, pero Mónica mantuvo la calma.

— Leo la etiqueta— contestó ella con seguridad.

— Entonces ya sabés lo que debes hacer— se dio la vuelta y siguió caminando hasta su pequeño cubículo.

Mónica se sintió enojada y una compañera suya con corte de honguito le señaló un librero donde estaban los manuales de procedimientos, por lo que Mon agradeció, luego se fue a sentar y comenzó a leer todos los manuales, en la sala sala todo lo que se escuchaba era el sonido del tecleo en calculadoras y computadoras, pero llegó un momento en el que el gerente salió a desayunar, como tenía un puesto alto se encontraba prácticamente todo el día ahí, por lo que se iba a desayunar a las ocho con treinta minutos, luego pasaba a cualquier área que le tocara o cosas así, en realidad era muy poco el tiempo que estaba en su cubículo por las mañanas, por las tardes era más frecuente que estuviera en su cubículo después de la comida. Entonces, cuando cruzó la puerta todos se levantaron, los becarios fueron por café y la misma mujer del corte de honguito puso música guapachosa para amenizar la jornada de trabajo.

Todos formaron una fila y saludaron a Mónica, le dijeron que sí tenía que leer los manuales pero que mejor fuera con la contadora del corte de honguito pues ella le iba a enseñar cómo funcionaba el área, además le dieron consejos para sobrellevar al jefe como: Siempre llegar temprano, no tomarse sus comentarios de forma personal y solo hacer lo que él dijera, ella pensó que eran cosas simples entonces pensó que podía con ese desafío.

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