Haru tiene un secreto que podría costarle la vida: es gay y está enamorado de Akira, el hermano de su mejor amigo. En el país donde vive, la homofobia es rampante y violenta, y Haru se ve obligado a ocultar su verdadero yo. Pero cuando una chica de un grado menor le confiesa su amor, Haru se ve envuelto en una espiral de mentiras, celos y peligros que pondrán a prueba su corazón y su valor.
El recuerdo de las primeras veces siempre persiste más que otros recuerdos. El primer abrazo, el primer libro leído, él primer regaño de mamá, ah, y sobre todo, el primer amor.
Mi primer amor estaba maldito desde un inicio, y aun así, hasta el día de hoy, no he podido olvidarlo. Recuerdo con claridad esa noche en aquel balcón, maldito balcón, bendito balcón, me asomé con nostalgia por no encontrarle un propósito a mi vida, y lo vi. Esa fue mi perdición, bajo un hermoso rayo azul de la luna, Akira estaba parado, su joven rostro se iluminaba, sus ojos brillaron así como las lágrimas que le acariciaban las mejillas.
Mi corazón dio un vuelco, me entró un escalofrío, sentí que él voltearía a verme en algún momento. Me sentí tan avergonzado que me escondí tras la cortina. Akira era el hermano de Maro, mi mejor amigo desde que tengo memoria. No podía hacerle eso, y tampoco quería que mi vida corriera peligro, pues vivía en un país con altas tasas de crímenes homofóbicos. Toda la noche estuve pensando en eso, no iba a negar mis sentimientos, pero tampoco iba a demostrarlos.
Al día siguiente fui a la casa de Maro como de costumbre para irnos al colegio, él me recibió con cierta molestia. No habló en todo el camino, cosa que no era habitual en él. No fue hasta el primer receso, entre la clase de sociales y la de química que hablé con él sobre lo que le sucedía.
-Esto es una mierda, Haru, mis padres se están divorciando, ayer mi padre salió de la casa y no ha vuelto.- Me confesó, apenado .-Aunque creo que a la nena de mi hermano le afectó más, incluso lo vi llorar.
-Bueno, en cierto punto es normal, el convivía más con tus padres que tú..
-Meh, como sea, ¿Quieres saltarte la siguiente clase?
-Sabes que no lo haré. Pero ve, te cubro.
-Haru, eres el mejor.
Tras eso, lo ayudé a saltar la reja sin que nadie se diera cuenta.
Al día de hoy han pasado algunos años desde aquel día, Akira ya tiene novia, una bonita, he de admitir. No tengo nada contra Niki, si ella puede hacer feliz al hombre que amo, lo apoyo totalmente, pero eso no va a quitar el hecho de las palabras que ahogan mi mente, palabras que mueren en mi interior al no haber visto la luz nunca.
Un golpe en mi cabeza me hizo aterrizar nuevamente, giré molesto y dispuesto a reclamar, pero me encontré con la sonrisa burlona de Maro, me límite a darle un jalón de orejas, también a reír.
-Lo siento, lo siento, es que te vi muy disperso, ¿En qué demonios estabas pensando?
-Nada importante
-Ah, que malo eres, ¿No me lo dirás?
-No. -Sonreí. -Mejor dedícate a que tus calificaciones mejoren
Estábamos en su casa, estudiando para el examen de historia. Maro era inteligente, pero extremadamente procrastinador, así que tenía de las peores notas de la escuela. Yo en cambio era un alumno más del promedio. Me fijé en la hora, en mi celular, ya era tarde, y no veía señales de que hubiera alguien más en la casa. Me las ideé para preguntar de manera discreta si Akira no estaba.
-La casa está más tranquila que de costumbre, ¿A qué se debe el milagro que nos concede tu hermano de no hacer tanto ruido?
-¿Verdad que es muy molesto? Ese bastardo está con Niki, últimamente se la pasa con ella.
Oculté con certeza la molestia que me causaba ese hecho. Continuamos estudiando toda la tarde, o bueno, Maro lo hizo, yo en cambio no logré concentrarme pues mi mente divagaba entre pensamientos y recelos. ¿La estará besando justo como quiero que haga ahora? ¿Le tocará con la delicadeza de su voz? ¿La mirará con el mismo amor que yo le tengo?
Al final del día regresé a casa con un dolor fuerte de cabeza, así como el corazón destrozado. Me dirigí a mi habitación, dispuesto a descansar, pero una voz femenina bastante conocida se escuchó desde el patio de la casa vecina.
-¡Basta, Akira! Me haces cosquillas, ¡Para!
-Oh, cariño, no seas tan frágil, es tan solo que no has reído en todo el día
-Amor, no se puede reír en los museos
Observé, sabiendo el riesgo a mi felicidad que conllevaba esto, desde un agujero entre las cortinas. Ellos estaban juntos, juntos y felices. Yo era un egoísta, cosa que debía cambiar de una vez por todas.
Esa noche apenas y dormí, pasé platicándole a la almohada acerca de mis planes, mi futuro, mi incertidumbre. Había decidido deslindarme de ese amor imposible, y como si de un milagro se tratara, algo pasó.
Estaba en mi pupitre, esperando a que llegara el profesor, cuando llegó Maro muy contento con un sobre en la mano, me miró con una pícara sonrisa que me hizo preguntarme que planeaba ahora. No tardé mucho en averiguarlo todo.
-Toma, suertudo. -Dijo, mientras me entregaba el objeto. -Ahora sí que eres un galán.
-No entiendo nada de lo que tratas de decir, ve con tus bromas a otro lado.
-Oye, ¡Gruñón desagradecido! Te estoy haciendo un favor
-¿Favor?
-¿Por qué no en vez de reclamarme, miras el contenido?
Con una visible confusión abría aquel sobre con delicadeza, comencé a leer cada párrafo, y mi expresión se tornaba cada vez más desconcertada, pues se trataba de nada más y nada menos que una carta de confesión.
-Me estás diciendo que Ari, del salón de abajo, se me declaró, ¿Esperas que crea eso?
-Mira, se que no eres la definición precisa de guapo, pero tan poco estás mal, ¿Por qué no lo intentas? Siempre andas tan concentrado en los estudios que te olvidas de ti, ¡Ánimo!
-Me lo pensaré.
-Agh, como digas. -Expresó su desagrado.
Esta vez no había mentido, necesitaba meditar la situación, nunca he sido de tomar desiciones precipitadas, por más fáciles que estas sean.
Finalmente otro día había acabado, uno normal y rutinario, o eso pensaba, pero Ari me estaba esperando en la salida, pidió acompañarme hasta la parada del autobús, yo acepté, pues no le vi lo malo. Caminamos juntos y hablamos un rato, nunca mencionó la carta, y yo tampoco.
Antes de subirse al transporte, intercambiamos nuestros números, no me negué debido a que la chica tenía temas muy interesantes, también variados, de conversación.
Seguía caminando hacia mi casa, sin embargo, Maro me alcanzó.
-Haru, ¿Quieres venir a mi casa a jugar videojuegos?
-Tú lo que quieres es que te cuente lo que platiqué con ella, ¿Verdad?
-Bueno, si ya lo sabes supongo que ya no tengo que ocultarlo, ¿Entonces?
-Ah. -Suspiré. -Solamente porque no tengo nada mejor que hacer.
Maro estaba muriendo de alegría, cosa que me causó gracia. Nos encaminamos hasta llegar a nuestro destino. Ahí estaba su hermano, regando los rosales. Se veía sexy.
-Ah, Haru, ¿Cómo has estado? Hace tiempo que no te veo
-Está muy bien. -Respondió mi mejor amigo por mí. -Incluso tiene novia, ¿Puedes creerlo?
-No es mi novia.
-No aún, ¿Verdad?
Sin decir una sola palabra, Akira tomó su chaqueta de la banca a su lado y se dirigió a la calle. Cuando su hermano le preguntó a dónde iba, solo respondió un "no te incumbe, mocoso". Cosa que lo hizo bufar de rabia. Pasé el resto de la jornada jugando mario bros, zelda, y también hablando de lo que opinaba de Ari.
Cuando volví a mi hogar, revisé el correo, mi sorpresa fue ver que había una carta más de lo habitual. Me llevé la correspondencia adentro para leerla, había un recibo de luz, otro de agua, una carta de mis padres y, una carta de mi prima Meri. Dejé los recibos a un lado, me interesaban más las cartas. La de mis padres decía lo siguiente:
"A nuestro querido Haru.
Esperamos que te esté yendo bien en la escuela, tu madre recibió un bono en su trabajo y yo seré ascendido pronto, por lo que te aumentaremos la mesada, ¿No es maravilloso?
Sabemos que sabrás repartir el dinero dependiendo de tus necesidades personales. Ah, y no creas que hemos olvidado tu cumpleaños, no. Iremos a verte el próximo mes.
Con cariño, tus padres"
Ese mensaje me llenaba el alma, me alegraba aun poder ser un buen hijo. Me quedé observando la otra carta, miré con cierta paranoia alrededor, para asegurarme que nadie viese el contenido. Finalmente la leí.
"Haru, ha pasado un tiempo, ¿Verdad?
¿Cómo te está tratando la vida? A mi y a mi esposa nos va bien, así es, me casé con Amelie. Gracias por no haberme dado la espalda en aquel entonces. Si alguna vez necesitases un refugio de ese mundo tan cruel en el que vives, puedes venir a vernos a Ámsterdam. Aunque, de todo corazón espero que no pases por algo como lo que yo pasé.
Te quiero mucho, pero evitaré mandarte cartas más a futuro para no meterte en problemas. Te adjunto mi número de teléfono, así como mi dirección.
Te amo, Meri"
Ese texto me había puesto algo nostálgico. Cuando era pequeño, a parte de juntarme con Maro y su hermano, también incluía a mi prima Meri. Crecimos juntos, hasta que un día comenzó a actuar extraño. Sus padres la empezaron a vigilar, descubriendo que ella tenía una relación a distancia con otra mujer. Ella me lo confesó, pero no la rechacé. Sus padres no dudaron en meterla a un sanatorio, sin embargo escapó, trató de huir del país, pero el pueblo cercano la retuvo, estaban dispuestos a matarla, le prendieron fuego. Ella se lanzó a una colina y en la caída apagó el fuego, sin embargo quedó con heridas graves. Es bueno saber que finalmente fue feliz. Ojalá fuese mi caso, ¿Verdad?
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