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Linda, gordita.

Linda, gordita.

B.Jeremy

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Capítulo

Linda, una joven de 24 años que vive en Nueva York junto con su mejor amiga René, ambas cargan un pasado tormentoso del que creen haber escapado, llevan una vida libre con compañeros sexuales de una sola noche, creen poder con el mundo, apostarían su vida a que ya no necesitan de un hombre que las defiendan. Williams y Deivid, amigos y socios que viven burlándose de las mujeres y apostando quien tiene más conquistas, el compromiso no es para ellos, apostarían lo que sea a que jamás le rogaría a una mujer. Sus vidas colisionan cuando la nueva asistente se presenta ante ellos, una joven de grandes curvas para muchos gorda, pero muy apetecible. la Linda, gordita cambiará la vida de ellos y la propia sin quererlo.

Capítulo 1 ¿Linda

Linda Brown es una joven con una mente brillante, y un cuerpo voluptuoso, a sus 24 años se ha sabido ganar la vida en Nueva York, tanto con su inteligencia como con su cuerpo, vive el sueño de toda mujer independiente, tratando de vencer prejuicios, esos mismos que alagan al hombre por ser mujeriego, pero encasillan a la mujer de fácil si tiene una vida sexual muy activa, en su piso del 242 Broome valuado en 2.8 millones de dólares en el corazón de Manhattan, donde vive junto a su mejor amiga René.

¿Qué Como lo consiguió? fácil, fue el juguete de un hombre por un año, al mejor estilo Christian Grey, pero sin el final feliz de la protagonista, ella antes de conseguir ese trabajo y conocer al señor frío, como lo llamaba, había tenido una vida miserable, jamás besada por amor, solo la besaron para burlarse de ella en el colegio, blanco de todas las bromas por su sobre peso, siempre soñando con el amor, y el príncipe azul que el mundo les hace creer a las mujeres que necesitan y que algún día llegara, pero no fue así, hasta que decidió mudarse a Nueva York a los 18 años y aún sin tener estudios universitarios en su primer trabajo demostró lo capaz que era, ascendió rápidamente, hasta que conoció al señor frío y él le propuso un trato, no solo le dio su virginidad a ese hombre mayor y bien parecido, le entregó todo, creyendo que podría enamorarlo y así vivir feliz por siempre. Obviamente no sucedió, el trato termino, ella renunció y él como al fin y al cabo le había agarrado cariño, como el que le puedes llegar a tener a un perro fiel, le regalo la suma de 2 millones de dólares, con los que él creía que viviría bien, y el pedido de que nunca se volviera a cruzarse en su camino, el cual era más una amenaza que un pedido. Así de fácil, fue desechada.

Pero no era la única que sufría en un mundo de hombres, René también tenía su historia, a diferencia de Linda, ella si era perseguida por el sexo opuesto desde siempre, la joven rubia de ojos azules tenía un cuerpo de modelo, aunque la estatura no la ayudaba con su metro y medio y un poco más con tacones, pero su belleza era su condena, acosada por su padrastro decidió huir con Linda a Nueva York, tenía el sueño de ser una gran artista, pero también era buena con los números como su amiga, pero se enamoró joven, los hombres con tatuajes la enloquecían, creyó encontrar a su caballero de negra armadura, peligroso, pero amoroso, y por un tiempo fue así, hasta que casi la mata, Linda la rescató y volvieron a ser dos contra el mundo.

Linda se encargó de René, la ayudo a tratar de ser la misma de siempre, algo que quizás jamás sucedería, pero fue su bastón de apoyo, cuando Erick Mark o como ella lo llamaba el señor frío le quitó su apoyo decidió tomarse un tiempo, para surgir de las cenizas como un verdadero Fénix y lo hizo, luego de ser miserable por un año decidió que ya era suficiente y se dispuso a vivir la vida, tomo el dinero que el señor frío depósito en su cuenta y compró el piso que tanto le gustaba, con muebles a medida y una hermosa vista, dos habitaciones y con una iluminación única, dejo su currículum en la bolsa de empleo con indicaciones de lo que buscaba que al fin y al cabo era lo que merecía, el tiempo paso, fueron 6 meses más viviendo de lo que le quedaba de los ahorros, y disfrutando de la noche neoyorquina, si, ella se había convertido en una mujer fatal, la seguridad que había ganado sabía que no era mérito propio, eso se lo debía al señor frío que le mostro como lucir su cuerpo sin vergüenza alguna y como disfrutar del mejor sexo sin prejuicios. Pero aún debía trabajar, ya que debía 800 mil dólares para que su hogar fuera suyo definitivamente además de cubrir los gastos de ambas.

— Bien Linda, hora de comenzar a trabajar de nuevo, ¿cómo te sientes? — pregunto curiosa su amiga desde la cocina.

— Aunque no lo creas René estoy bien, ya superé absolutamente todo, el señor frío quedo en el pasado, ya ves año y medio y jamás nos cruzamos. — respondió con una sonrisa de puro alivio.

— Cambiaste de número, te mudaste y abriste otra cuenta bancaria luego de retirar el dinero.

— Es solo por precaución, Erick dejo en claro que jamás debíamos ni siquiera cruzarnos, ahora dime como me veo.

— Como una mujer independiente y fuerte.

— Perfecto, deséame suerte.

— No la necesitas, solo ve y demuestra lo capaz que eres.

René es la mejor amiga de Linda, viven juntas y se apoyan mutuamente, son dos almas libres, y es por eso por lo que pagan la renta de un pequeño departamento donde llevan sus conquistas de una noche, ya que Linda no quiere a ningún hombre en su casa, su refugio, ese era su lugar seguro, de todos, incluyendo su familia, de la cual hacía años no sabía nada.

Tomo un taxi y se dirigió a Rouge Grup. Una de las mejores empresas de cosmética del país, es ahí donde trabajaría de asistente de presidencia. Mientras el taxista la llevaba a su destino ella memorizo todo lo recibido por Email.

“Bien, Deivid Smith 25 años, Dios estos tatuajes lo hacen ver como un chico malo, espero que no sea así, y no me moleste, René pagaría lo que sea por dormir contigo” — pensó mientras veía su foto.

“Williams Jones 30 años, vaya que tienen estilo, me pregunto si tendré que asistir a ambos o solo a uno de ellos, por la paga creería que serán los dos”

Al llegar a la empresa se dirigió a recursos humanos para registrarse y así poder recibir las agendas de sus jefes.

Mientras, en una de las oficinas de presidencia esperaban ansiosos su llegada.

— ¿Y? ¿Todavía no llega? — pregunto ansioso el rubio, apenas ingreso en la oficina de su mejor amigo.

— A no ser que la tenga debajo de mi escritorio chupando mi pene… no, aquí todavía no hay nada. — respondió con una sonrisa socarrona el tatuado.

— Vamos Deivid, que Ariadna te allá dicho que te ama no te da por ganado el juego, hasta ahora vamos nueve a nueve.

— Te puedo asegurar que esta también llorará por mí, ya sabes el currículum, dice que tiene 24, va a querer sangre joven sobre ella.

— O quizás a alguien con más experiencia, que le muestre como moverse, aún me molesta el hecho que su currículum no tenga foto, así sería más fácil leer lo que necesita.

— Bueno dejemos que ella decida.

Los hombres seguían recordando viejas conquistas, desde hacía 3 años dirigen la compañía que sus padres fundaron, lo hacen bien, pero todavía les falta dar lo mejor de ellos, si prestaran más atención a sus obligaciones y no discutiendo en que pose hicieron gritar más a la asistente les iría mejor.

¿Como comenzó este cruel juego? se los contaré, el padre de Deivid y la madre de Will se dirigían a una reunión de trabajo en el avión de la empresa, lamentablemente tuvieron un accidente y murieron, hasta ahí, era una situación triste para ambas familias, pero cuando la asistente de presidencia filtró a la prensa que supuestamente tenían un amorío todo se fue por un caño, la madre de Deivid entro en depresión y el padre de Will se reusó a volver a la compañía, poniendo en sus lugares a sus únicos hijos, cuando la asistente fue confrontada negó sus dicho, alegando que todo fue un mal entendido, la muchacha que a estas alturas nadie recordaba su nombre era joven y hacía poco que ocupaba tal puesto, ella creyó que como sus jefes habían muerto ella quedaría sin trabajo, una completa idiotez, por lo que inventó esa historia y la vendió a una revista de chimentos, como no tenían pruebas para despedirla, los jóvenes planearon hacer que ella renuncie, la sedujeron y al final se rieron de ella en su cara, provocando que ella presentara su renuncia, desde ese entonces mantenían en discusión de quien se había enamorado la muchacha, por lo que decidieron hacer una apuesta, seducirían a cuanta asistente trabajara con ellos y el primero que lograra llegar a las 10 enamoradas ganaría, ¿el premio? nada, solo satisfacer sus enormes egos, nunca creyeron que irían cabeza a cabeza, algunas caían en la primera a los coqueteos de los ahora hombres, otras les tenían que hacer probar el dulce néctar de sus cuerpo hasta que se confesaban, pero algo era seguro, todas caían una vez que las llevaban a la cama, pero siempre existen las excepciones y ellos pronto lo sabrían.

Unos golpes en la puerta de la oficina de Deivid terminaron la discusión de los amigos.

— Adelante. — Ambos prepararon su mejor sonrisa, pero se quedaron de piedra cuando Linda entró.

La joven castaña, de piel bronceada y más de un metro setenta, no se veía como el prototipo de mujer a los que ellos estaban acostumbrados, era grande, muy grande.

— Buenos días, señores Smith y Jones, mi nombre es Linda Brown, y seré su asistente. — se presentó de forma educada y elocuente

— ¿Linda? — Deivid comenzó a reír de inmediato, la mujer frente a él lo miraba con total seriedad, enfundada en su vestido negro ajustado sin miedo a que se marque sus grandes curvas y zapatos del mismo color con sus brazos cubiertos con una chaqueta color crema.

— De Linda solo tienes el nombre, ¿verdad? — continuo con su burla cando la risa se lo permitió.

— Depende de sus gustos señor, además si nuestros nombres realmente describieran como somos, usted se llamaría idiota y no Deivid. — Concluyó la joven mientras esbozaba una sonrisa perfecta, mostrando unas lindas perlas blancas como dientes.

— ¿Me acabas de insultar? — El asombro tomó la cara del más joven de los empresarios.

— Para nada señor, solo daba mi punto de vista, que es lo que un asistente también hace, ahora si me disculpan iré a trabajar que es para lo que me pagan, por cierto, ya ingresé en el servidor de la empresa y vincule sus correos a el mío, también me agende en sus contactos por si me necesitan y no me encuentro fuera de sus oficinas. Ahora sí, me retiró.

— Espera.

— ¿Si, señor Williams?

— ¿Tú sola hiciste todo eso?, bueno por lo menos eres buena en informática. — el rubio parecía sorprendido, pero a la vez compartía la molestia con su amigo.

— Señor Williams, yo soy buena en todo, créame.

La forma en la que habló y el brillo que adquirieron los ojos de Linda, sumado a la pequeña sonrisa que dibujó en esos carnosos labios provocaron una erección inmediata en Will, quien la miraba casi con miedo, ella se dio cuenta, y le sonrió de costado más ampliamente, para darse la vuelta y salir de aquel lugar, moviendo su gran trasero, el cual era bastante tonificado.

“¡No puede ser!, como es posible que esa mujer me caliente de esta forma con solo unas palabras, ¡¿qué mierda me pasa?!"

Williams estaba asustado, jamás le había sucedido tal cosa.

— Estúpida gorda, ya rogara por mí y le haré recordar este momento. — Deivid estaba más que furioso por la audacia de la nueva asistente.

— ¿De qué hablas?

— ¿Como de que hablo? de la apuesta por supuesto.

— Olvídate de esa estupidez, acaso no tienes ojos ¡¿o te atreverías a follar con ella?!

— En su defensa tiene linda cara, en fin, solo sería un polvo y listo seré el campeón.

— No, no, yo no puedo ni imaginarme, olvídalo es demasiado gorda para mi gusto.

— ¡¿Entonces abandonas?! ¡Sí, soy el rey de Rouge Grup! — el tatuado comenzó a festejar como si de un crio se tratará.

— ¡Nunca dije que abandonaría! sabes, de acuerdo, quieres continuar será así, hasta que ella se confiese enamorada de mi o de ti, y este juego se termina, creo que ya nadie quiere trabajar para nosotros, el próximo puede ser un hombre y eso sí que no.

— Bien, ahora sal tengo que idear mi plan.

— Sí, lo que digas Deivid. — Williams salió de la oficina de su mejor amigo y agradeció que Linda estuviera ocupada en el computador, no estaba seguro de que cara tenía.

“¿Qué carajo paso en esa oficina, no puede ser falta de sexo, anoche estuve con una de las secretarias del segundo piso, ¿que está mal en mí?, algo me dice que me alejé de ella. Ya sé, ¡la asustare para que renuncie!”

Will tomo el teléfono y si, como ella dijo ahí está el número de su nueva asistente.

— Linda ven un momento.

“¿Me habrá escuchado? Debí esperar a que contestara."

La puerta se abrió en ese segundo. Mientras la castaña entraba con paso confiado.

"Valla que tiene confianza, ni siquiera toco la puerta."

— ¿Que se le ofrece?

— Mira, no sé cómo decir esto, toma asiento. — Ella hizo lo que le pedía. Mientras un nervioso Williams se paseaba de un lado al otro sin poder estar quieto.

— Debes renunciar. — dijo y espero un escándalo, en cambio obtuvo una mirada seria de la joven.

— ¿Por qué sería?

— Deivid y yo somos personas difíciles de manejar, a veces explotamos, pareces una buena chica, pero nosotros somos muy crueles, creo que tu apariencia te pondrá en un lugar difícil, no queremos que nos demandes por discriminación cuando salgas llorando por burlarnos de tu cuerpo...

— Disculpe, se refiere a que me dirán, gorda, señorita mantequilla, etc... Eso lo podemos solucionar, redactare un contrato donde se estipule que los apodos que me den no serán motivo de demanda alguna. — Ella no se veía alterada ni molesta, hablaba con una tranquilidad inquietante.

— ¿Tanto necesitas el trabajo? ¡¿Además de gorda eres pobre?! — dijo el rubio sin poder contenerse.

— Se podría decir, en fin, si solo era eso, estaré en mi escritorio.

Linda se dirigió a la salida y Will estaba con los nervios de punta, quería que ella renunciara, no quería tener que enamorar a esa mujer grande y gorda, algo en él le decía que eso no era buena idea.

Por lo que la tomo del brazo y la giro con brusquedad.

— Espera, maldita gorda. — Linda, lejos de asustarse avanzo sobre él, haciéndolo retroceder hasta acorralarlo entre ella y el escritorio, se aseguró de que sus grandes y redondos pechos chocarán con el fornido tórax de su nuevo jefe.

— Dígame señor Williams ¿qué quiere de mí? — Al sentir el dulce aliento de la joven sobre su rostro, Will sintió deseos de probar a que savia esa boca, y cuando sintió los pechos de ella aún sobre la ropa, la erección se hizo presente nuevamente, él estaba aún más duro que antes.

— Esto está mal. — dijo el hombre en un susurro.

— ¿El que señor? Que usted me insulte o que yo, alguien gorda ¿lo caliente de esa forma? — Williams no podía creer que ella se hubiera dado cuenta de eso. — No se preocupe señor, guardaré su secreto, y no se sienta afligido, a decir verdad, es mi culpa, muchos dejan volar su imaginación cuando me ven, pero suelo ser demasiado para ellos. — El que ella dijera eso sonriéndole de una forma condescendiente lo enfadó de sobre manera.

— Tú no provocas más que asco en mí. — trato de mentir, pero la castaña era una reina del engaño, por lo que se dio cuenta de inmediato.

— Claro, seguro, bien en ese caso, si no me va a necesitar para que lo ayude.... me retiró. — Linda giro sobre sus talones y cuando llego a la puerta antes de abrir lo volvió a mirar, para decirle con una voz sumamente sexi. — Un consejo, si se va a tocar en el baño y no tiene lubricante use jabón, de paso se ahora un paso para limpiarse luego. — Le guiño un ojo y salió, como si no hubiera dicho nada.

“¡Maldita gorda!”

Williams tenía ganas de arrojarle algo pero en lugar de eso, terminó en el baño, estrangulando a su pene, dándole sacudidas tras sacudidas, tratando en pensar en alguna de las infinidades de mujeres que pasaron por él, sin embargo solo pudo disfrutar de su acción cuando cerró los ojos y visualizo a esa mujer tan descarada como para darle consejos de cómo masturbarse y en ese momento que se imaginaba llenando la boca de Linda con su pene, él tuvo el mejor orgasmo de su historia, hasta tal punto que no pudo refrenar el grotesco gemido que salió de sus labios.

— ¡Que mierda hice! ¡¿Acaso me volví loco? como pude pensar en ella chupando mi pene!

Si, él estaba furioso. Mientras que Linda disfrutaba de su tiempo de descanso, bajo a la cafetería y se sentó sola, como era su costumbre, ella no confiaba en las personas, le aquejaba de cierta forma como todos la miraban, algunos con pena, otro con desagrado, ella sabía lo que pesaba cada uno a su alrededor gracias al entrenamiento del señor frío, nadie la veía como realmente era.

Una sonrisa surgió en sus labios al recordar a Williams Jones, en el momento que vio al hombre rubio con cara de inocente y bien vestido frente a ella, supo que era de los que les gustaba llevar el control, que lo más probable es que tuviera un carácter del diablo, y con mucha experiencia en la cama, si, su forma tan pulcra de vestir así lo mostraba, y eso provocó que ella atacara primero, se notaba que estaba acostumbrado a llevar las riendas de todo, pero ella le mostraría que era mejor dejarla tranquila, si quería que su pene siguiera siendo útil con otras mujeres.

"Maldición Erick, aprendí demasiado bien tus técnicas, ¡me arruinarte por completo!”

Ella se lamentaba que el señor frío había cambiado su esencia, pero no era así, Erick Mark, solo le había enseñado a liberarse, sin miedo ni culpa.

— Hola, eres la nueva asistente de presidencia ¿verdad? — Una joven de unos 25 años rubia de piernas largas estaba parada frente a ella.

— Hola, sí, soy Linda Brown. — se presentó mientras extendía su mano.

— Un gusto soy Clara. Soy la secretaria de Rodríguez, sector 4.

— El gusto es mío Clara.

— Quería pedirte un favor. No quiero que pienses que soy una descarada ni nada, pero ¿podrías hablarme antes si el señor Williams tiene pensado ir a mi sector?

— Claro, pero ¿por qué?

— Es que ya no sé qué hacer para que me mire, y estoy enamorada de él.

— Ah, qué bueno, ¿y cuándo hablaron y se conocieron lo suficiente como para que te enamores de él? — pregunto, aunque conocía muy bien la respuesta.

— Nunca hemos hablado, él ni siquiera sabe que existo.

— Y tú ¿cómo sabes que lo amas?

— Solo lo sé.

— Sí, bueno yo te avisaré, puedes estar segura, si me disculpas debo volver a presidencia.

"Esta mujer está loca, me imagino que yo era igual de ilusa, enamorada de un sueño, en fin, pobre de ella."

Linda siguió a su escritorio y comenzó a organizar las agendas de sus jefes, solo para descubrir que eran un desastre total.

"Qué carajo hacía la otra asistente, hay miles de reuniones mal agendadas o con el mismo horario."

Estaba teniendo problemas en reorganizar todo, cuando su teléfono sonó.

— Gorda ven a mi oficina. — ¿Gorda? ¿En verdad, es lo único que se les ocurre? Bien señor Deivid, es tú turno, voy a ver qué es lo que necesitas y te lo daré.

Linda golpeó muy suave la puerta dando la sensación de timidez y miedo, ella ya había visto su reacción cuando lo confrontó, eso sumado a sus tatuajes que eran visibles en cuello y manos, sabía que estaba ante un hombre que trataba de dar la sensación de chico malo y por lo tanto apostaría lo que fuera que todas las mujeres se comportaban tan malas con él como pensaban que quería, pero Linda estaba segura que este hombre caería ante ella si se mostraba dócil y débil una pobre mujer que necesitara un fuerte hombre que la protegiera.

Deivid pasó todo el día organizando su plan, quería ganarle a Will a como diera lugar y estaba confiado con que lo conseguiría.

"Que tenemos aquí, una gorda con aire de reina, sacando el grasiento cuerpo que tiene poder manejarla, gorda mala, chico malo, si nos complementamos y en menos de una semana, entre grito de desacuerdo me dirás que me amas rogaras para que te pida matrimonio y por fin Will aceptara que soy el mejor rompiendo corazones."

Si, Deivid estaba seguro de que su plan no fallaría, lástima que no sabía que Linda era mejor que él leyendo a las personas, ella ya se había dado cuenta que él solo quería mostrar una imagen de hombre malo y duro, pero esa no era su esencia.

— Gorda ven a mi oficina.

"¿Qué sucede? ¿que son esos golpes?, creí que entraría como todas las de carácter fuerte.”

— Pasa gorda. — Si bien Linda entró destilando seguridad en cada paso que daba, sus ojos y rostro estaban con una máscara de indefensa ternura, lo que hizo que a Deivid le costara tragar.

— ¿Qué te sucede? El trabajo se te hace difícil. — Algo en el interior de él despertó, su parte amable al verla de esa forma salió a flote.

— No señor, el trabajo es fácil, solo que... no quise hablarle de esa manera, me sobré pase y tenía miedo de que este enojado. — Esa voz tan suave y quejumbrosa, le provocó querer abrazarla, pero se mantuvo en su lugar.

— No hay ningún problema gordita. — Fue lo único que él pudo decir.

"Maldición había visualizado otra escena, ¿ahora qué hago?"

— Señor Smith, aquí tengo algo para que firme.

— Bien dame, veamos que es. — Linda le dio el contrato donde se aclaraba que ella podría recibir cualquier tipo de sobre nombre de sus empleadores y que no reclamaría indemnización alguna ni denunciaría malos tratos.

— ¿Qué mierda es esto? — pregunto confundido el tatuado.

— Lo que hable con el señor Jones, yo... necesito este empleo, no importa cómo me traten, después de todo, no me dirán nada que no me hayan dicho antes, solo... no me despidan y les aseguro que si en algún momento renuncio no los demandare por nada de lo que pueda pasar. — Linda dejo caer una lágrima para darle más realismo a la situación, hacia tanto que no se comportaba como era ella hace tres años atrás que no estaba segura de estarlo haciendo bien. Pero sus dudas se disiparon cuando el joven que aparentaba ser un hombre duro la atrapó en un fuerte abrazo, como queriendo realmente protegerla.

— No llores, no te ves bien con lágrimas en el rostro.

— Yo no me veo bien sin ellas tampoco.

— ¿Qué dices?, en este mundo nadie es perfecto a los ojos de los demás.

— Y ¿a sus ojos señor? ¿Cómo soy realmente a sus ojos?

Deivid la soltó y se alejó un poco, para mirarla con detenimiento y descubrió con asombro que ella le parecía linda, no había reparado antes en mirarla realmente en ese sentido, pero ahora veía como eso que en un principio le molestó y desagrado, era lo mismo que le atraía, toda ella era grande, no solo su vientre, sus senos eran enormes, sus caderas anchas, y un trasero en el que se moría por morder.

— Eres hermosa.

Dijo en un susurró y ella supo que ya tenía a los dos donde los quería.

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