Cliente Prohibido
acía é
aba la canción “Lento” de Daniel Santa Cruz, y eso sólo empeoró su estado, ella se movía de una manera extraordinaria y profesional, tenía controlado cada paso y no estaba si
os suyos, y no pudo esconder su sorpresa, sorprend
a. —. Ella sí que sabe ba
cerlo” pensó él
se soltó de su mano y fue a reunirse con unas compañeras mientras su tío, éste no dejaba de ver a aquel
saludándolo con un asentimiento, él casi no prest
la mujer. —. Soy el tío de Emely, Marcelo
y consternada le extendi
apellido, y su nombre no le servía de mucho. —. Emely es una g
vada, al menos eso notó, ella parecía no conocerl
común en ella, tampoco es que fuera de una gran gran familia para estar presumiendo s
arcelo le sonrió de vuelta entrando amba
a vuelta con una mirada de cazador acorralado, mientra
l lugar que olvidó de despedirse de su sobrina, pero no
montón de información que él no pudo procesar, porque su mente seguía en: “Melany” la pelinegra
desea? ¿Organizamos un evento? —fa
de desinterés con la mano y entró a su ofic
u asiento apoyándose de espaldas
o. —. ¿Quién eres? ¿De dónde proviene tal... tal b
simplemente es hermosa, una belleza no común, esos ojos, esos labi
idente —se enderezó al es
os que te encargué? —a
revisados, sin
imagino que asististe a la presentación, ¿Cómo lo
elente, ¿así te gustan no? —el s
ña —arrojó
primo —mofó
l tipo. —. Ahora, tengo
s uno de ellos —dijo
pensando es más relajan
tó sin pensar d
ió sus labios pensativos, ¡claro qu
una y otra vez, pero nada, nunca había conocido
.
ra vez habían cerrado un trato con éxito, sin importar los secretos que ambos hombres
e congeló al ver en medio de las personas que se adentraban a la pelinegra, vestía un vestido negro hasta las rodillas, con un escote que dejaba libre
r, ella miraba alrededor algo familiarizada, en sus ojos se veía la naturalidad, no parecía a algui
er sonrió mostrando esos dientes blanco
uchó la voz de s
vo las palabras de su compañero. Ést
conoces —decla
vando la copa
ía —declaró buscánd
la
ce sobre la copa hacia él y se tomó
que se rendían fácil, ni que no obtenían lo que quería, y mucho menos se resig
—preguntó apoyándose
buscar a su presa y miró a su p
a quiero como mi esposa —a
oca de Marcelo, un tipo con tantos ex que por más que intentaron llegar a ése p
es bien, amigo —le palm
jando su copa para ir en busca de su