Zacharias El Vampiro
bajo mis pies, sólo mis talones estaban apoyados
de invierno me rozara la piel. Extendí mis brazos para que cada gota de lluvia me mojara por completo. Era una de las cosas con las
ncluso podía oír la canción que tocaba la radio de cada vehículo que pasaba cerca. También los desafinados acompañamientos de los conductores. Santos cielos, ellos podrían
transitaba aquella carretera y si buscaba paz, no estaba en buen camino, de hecho, debería volver a Glencoe si quisiera aislarme de esta movida civi
esperaba algo así, mi vida había sido un poco aburrida durante el siglo que estuve en mi tierra natal. Pareciera que todos los de mi raz
pies, unos cuatro metros más
y en cada uno, anhelaba con cortar esa garganta y hacerlo rogar mi perdón. Ma
haces aquí? -bajé mis brazos disgustad
legó a mi lado, instintivamente me puse alerta prepara
y de una buena vez
es manera de hablarle a tu creador, a t
ebo ninguna clase de respeto, eres sólo el
que te gusta ser un vampiro -espet
amé antes de saltar y a
n quedan muchas cosas pendientes entre nosotros... -su voz se fue a
miserable
mente y, para mi mala fortuna, el que me convirtió en uno de su misma clase... me quitó todo, me arrancó de mi mundo
a belleza natural de la noche. Estaba en Nueva York y ahora debía buscar comida antes de que las fuerzas se me agotaran para luego ir hasta el hogar que sería
ía mi cena
desorientados y extremadamente «alegres». Bien, esta noche quedaría satisfecho y la ciudad perdería a cinco drogadictos
ntes de saltar hasta donde