Oblivio
silla de cuero café, era cómoda y mullida, justo en la pared, sobre mi cabeza estaba mi nombre con los datos
de la naturaleza y no de la idea egoísta de acabar con el propio ser, sentí que me observaban con detalle clínico unos ojos perversos, era un enfermero, era de gran tamaño, brazos fuertes, se le notaba que se ejercitaba seguido, en su cuello colgaba una reliquia religiosa y su mirada era juzgadora, obviamente estaba molesto
r en un estado de dependencia y vulnerabilidad te hace ver el mundo desde otra perspectiva, te
una enfermera, ella vestía un uniforme de color azul opaco, estaba perfectamente peinada, su mirada parecía radiante, no sé si acababa de iniciar su turno o er
situación en la que me encontraba, di el número de teléf
tan amablemente habían colocado allí para no decir que me intente suicidar, se puso
to para lo que viene-
suelo justo a mi lado, se esforzó en ver el cartel y dejo salir una leve carcajada, empezó a hacer tronar cada uno de los huesos de sus manos y su cuello, empezó
vocado estabas- su voz era molesta a irritante, en
gunté reuniendo las p
que el universo no funciona como ustedes lo planearon, ¿No es así Mika
trolaba a mí y no al revés fue cuando entre en una crisis, en estos momentos no sé qué pensará mi familia, el amor de mi vida jamás volverá, estoy aquí, tal vez con un expediente
adie realmente superior a otro, algunos cantan, otros dibujan, algunos son buenos en negocios, son buenos deportistas, lo que sea, pero ¿Alguno de nosotros puede
de maldad mi propia progenitora no desee verme, el dolor y la tristeza al saber que es un hecho real no deja de ser demoledor; por más que lo intente, las lág
tenían una ligera sombra de color rojo carmesí, mi propia sangre se asomaba como si deseara escapar, o tal vez, solo tal vez decirme algo, aunque, podría decirse que solo estoy deli
amaño, su rostro era serio, ojos cafés, cejas p
demostraba desprecio e incluso en mis peores momentos si algo o alguien parecía estar incómodo conmig
ara castigarme por todos mis actos corruptos en vida, eso también me hizo reflexionar; mi pena debía purgarse aquí, en una institución médica, viendo como todos están enfermos y yo aquí, atrapado en un mundo cuasi estéril donde todo es tristeza y melancolía, empecé a sentirme estúpido por lo que
pujo dentro de la oficina, sentí el deseo de responder con algún comentario irónico, pero, por primera vez en mucho tiempo, no se me ocurrió ninguno, me senté en una silla mientras todas estas mujeres me observaban. Sentí el impacto tremendo de la realidad, como el golpe en seco de una bofetada, como el aire frío del ventilador en
los psicólogos, por cierto - ¿Duele mucho? - preguntó
comezón
ien lo que ib
uro de cómo r
omo lo esté
pude acabar con mi propia vida-
morir es la m
o que me vengan a
ponder una pre
rme algo que ambos sabemos
mi amada se había ido sin que yo pudiera hacer algo para detener su partida, me tomó cerca de cuarenta minutos contar toda la historia, la conté como sentí que debía hacerlo, recalcando mis mentiras y engaños, como yo
tora, me di cuenta de que en todo el r
(sollozo) Rai
es recuperarte si no af
le t
indicó –no hay prisa, en el moment
tables estudiantes me indicaba que mi condición era de cuidado, que debía permanecer bajo observación, ya que, por la tristeza aún presente en mí y ante el riesgo de volver a cometer un ac
or los suyos, como iba y venía gente mientras yo seguía allí, mirando a lo lejos, a la entrada, esperando que mi madre o t
ía que el agotamiento me ganaba y caía dormido, parecía una de esas noches donde duermes profundamente durante horas, pero, al despertar la realidad era otra, en ninguno de mis micro sueños lograba dormir más de treinta minutos, apenas eran las dos de la tarde y de repente un carrito con comida interrumpió la normalidad aromática del lugar, olía a sopas, carnes, jugos de diversas frutas, arroz recién preparado, verduras, era algo delicioso, ese aroma era el de la comida hech
mo la especie más evolucionada en el planeta, pero, el hambre manda y yo tengo mucha hambre, devoré los alimentos a gran velocidad sin siquiera tratar de sentir los diversos sabores que pudieran brindar a mi paladar, sentí que se m
uerzas iban regresando a mí, pude levantarme en un par de ocasiones, caminaba con vagas esperanzas hacia la entrada para ver si alguien vendría por mí y debo admitirl
angustia y frustración que representaba el estar en un lugar tan estéril y lúgubre como lo es un hospital. Una vez que finalizó esta sensación mi mente comenzó a proyectar imágenes en simultánea de mis momentos felices, mi convivencia con ella, mi familia, amigos, todos los que me amaron y a la vez podía ver los hechos horribles que desencadenaron mi llegada aquí, cada recuerdo venía cargado con la sensación que produjeron en mi cuerpo, en mis sentimientos y en
mezcla de tristeza y enojo, giré como loco busc
míos mientras sentía su cabellera castaña en mi cara, era curioso, podía verla, oírla, sentirla, pero no podía tocarla con mis manos, no podía tomar sus manos para rogarle su perdón y que me sa
ndo obligada a decir –lo único que trajiste con tu nacimiento fueron problemas en mi vida, un estúpido engreído q
ba a mi lado, sujetando mis hombros, me pregunto si estaba bien, sé que debí observa
terminar el porqué, su rostro tenía diversas líneas de expresión, su cabello era corto y negro como la noche, lo cual, me
un metro con noventa centímetros- continuó mientras me miraba fijamente
ntar nada- le dije en un inte
tiene segu
nte- me miró con un
lio color negro, su iris parecía rojo, tal vez por la luz del lug
a donde estaba anteriormente, pude notar como con un sello rojo esta mujer marcaba mi expediente, supongo que si no hay seguro el estado
a una voz calmada, no estoy seguro, pero, parecía l
con un llavero de perrito, me pareció divertido, no pude prestar mayor atención, al momento siguiente caminaba en dirección de una ambulancia, allí estaban las otras personas de la lista, sus rostros tenían aspecto demacr
no, yo observe a todos, no podía dejar de cuestionarme que los pudo llevar hasta ese lugar, ninguno parecía tener las heridas que yo cub
ntrada no parecía haber seguridad alguna, me cuestione si podría escaparme de aquí con facilidad o si tendría que idear una estrategia elaborada; subimos hasta el tercer piso de la edificación, allí nos entregaron como si fuésemos un paquete de entrega y los custodios hubiesen cumplido con el cometido de entregar la carga, nos formaron frente a una pequeña recepción que había luego de pasar por un cuarto de visitas aislado del resto del tercer piso, allí validaron los datos que ya habían obtenido de todos nosotros en la sala de urgencias, nos hicieron una inspección y nos despojaron de todo elemento que pudiésemos usa
taba pensando, era ridículo, yo había destrozado todo lo hermoso que ella pudo pensar o sentir hacia mí, lo más seguro es que estuviera ya en brazos de aquel hombre que había logrado conquistar su corazón; no pude evitar, sentí rabia, sentí como comenzaba a sentir odio, un putrefacto sentimiento h