El Hijo Secreto del Alfa, Mi Cura Robada
LINA
n de caldo humeante, el aroma de hierbas y carne asada llenando el aire. Llevaba la mism
z baja, su voz un murmullo grave. "Est
a sopa. En la visión de la casona, había visto a Elena empacarla. La había escuchado decirle a Javier: "Es un Alfa
ba en
na. Era menos que una Omega, digna s
a. Una ola de náuseas subió por mi garganta, violenta e incontrolable. Me levanté de la cama a tromp
mado ese día. Sentía como si estuviera tosiendo mi propia alma, cada arcada más do
arma desde el otro lado de la puerta. Sacudió la
r ayudar a su Luna enferma. Quería gritar, decirle qué monstruo era
icas. Lo ignoré, apoyando mi frente contra el frío a
iendo la delgada manta hasta mi barbilla. El acónito había desencadenado una fiebre furiosa. Mi cuerpo estaba
los ojos cerrados y la respiración regular. Podía oír
su tono sombrío. "Su fuerza vital se está... desvane
guna señal de dolor, algún destello de sufrimiento a
lo un silencio f
nar?", preguntó
de Elena", respondió Beltrán, con un dejo de
ron durante la noche", dijo Javier, su voz plana y desprov
o. Mi muerte sería una "tragedia" que podrí
en un catre junto a su cama. La he alimentado con mis propias manos. He pagado mi deuda
rán. Eran para él mismo. Una j
libre. La fiebre arreciaba, pero por dentro, mi corazón se había convertido en hielo. Él creía