Adiós, Jaula de Oro
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e un silencio ensordecedor y una sol
o, mi esposo, llenó cada rincón de nuestra casa con novecientas noventa
u secretaria, Mónica, la mujer que poco a poco había usurpad
reveló: la pérdida de un bebé que ni siquiera sabía que
da anterior, aquella jaul
, pero mi voz sonó como un grito de guer
, no solo por mi libertad, sino po